Andrés Salazar siente esta responsabilidad con Torreón porque en esta ciudad no se le da tanta importancia a su instrumento, “la percusión está muerta, no hay maestros, solo hay uno y ya le aprendimos lo que le teníamos que aprender, no hay proyección a la percusión porque no se le toma enserio, y no hay espacios para la percusión”.
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