Trabajos de consolidación y restauración a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comienzan a dar forma al centro ceremonial del Cerro del Teúl, al sur de Zacatecas, el cual representa uno de los asentamientos prehispánicos con mayor continuidad de ocupación en todo el continente americano, por lo menos de 1,800 años, hasta la llegada de los españoles.
Peter Jiménez Betts y Laura Solar Valverde, directores del Proyecto Arqueológico Cerro del Teúl, comentan que esta prolongada habitación se ha podido corroborar por la evidencia material recuperada en cinco años de labores arqueológicas. Entre los vestigios que constatan esta antigüedad se halla una tumba de tiro que remite a un par de siglos antes de nuestra era.
Aunque el Cerro del Teúl fue uno de los sitios que los españoles encontraron funcionando a su arribo a esta región (sur de Zacatecas), hacia 1531 d.C., el enfrentamiento con sus entonces pobladores, los caxcanes, derivó en la destrucción total de las etapas constructivas correspondientes a este periodo, de 1300 d.C., al contacto con los conquistadores.
Debido a ello, lo que verá el visitante del Cerro del Teúl, hace referencia al apogeo del centro ceremonial, entre 900-1000 / 1300 d.C., cuando lo que hoy es el sur de Zacatecas mantuvo una fuerte conexión con los grupos de la llamada red Aztatlán, de las planicies costeras del Pacífico, como lo demuestran las evidencias cerámicas, iconográficas, malacológicas, e incluso metalúrgicas, rescatadas.
La primera parte de este recorrido por el centro ceremonial, que se localiza en la parte media del cerro, será la Plaza de los Dos Montículos, la cual ya tiene un importante avance en su restauración. El resto del trayecto, en una etapa inicial de visita, se complementará con el Patio Hundido y el pasaje que conduce a éste.
La plaza principal abarca 43 por 18 m, y en medio se encuentra un altar circular de 6 m de diámetro, de donde se recuperó una ofrenda compuesta por casi una decena de metates gastados, que se hallaron bocabajo. La explanada es cerrada por un par de graderías y dos basamentos, el mayor de 12 por 11 m y el menor de 6.5 por 7.5 m.
La arqueóloga Laura Solar precisa que mediante las excavaciones “fue posible constatar que aproximadamente en el siglo XI, todos los conjuntos arquitectónicos del centro ceremonial del Cerro del Teúl fueron remodelados e integrados mediante grupos conectores, por ejemplo, la plaza principal se vincula con el Patio Hundido a través de un pasaje o hay escaleras comunicantes que están trazadas en las esquinas de los conjuntos.
“De manera que todo el centro ceremonial es, al parecer, la recreación de una procesión. El recorrido de este circuito debió estar fijado conforme los momentos importantes del año, sobre todo los periodos de siembra y cosecha, en los cuales los habitantes participaban de ceremonias para hacer posible la continuidad del ciclo ritual anual”.
La disposición arquitectónica y otros elementos, llevan a los arqueólogos a pensar que se estaban recreando mitos de creación extendidos en toda Mesoamérica. Por ejemplo, el basamento principal está hacia el oriente, “ayudando” a la salida del Sol, asimismo, un canal que cruza a flor de tierra la plaza, pudo servir para inundar este espacio a propósito y rememorar el inicio del tiempo, el mar primordial.
El arqueólogo Luis Octavio Martínez Méndez, jefe de campo, detalla que en el Cerro del Teúl se han detectado dos tipos de canales que abastecían de agua al centro ceremonial desde un manantial, ubicado a 600 m al sur de la elevación.
“El canal cerrado del Juego de Pelota fue hecho para desalojar rápidamente el agua porque tiene una pendiente pronunciada y en línea recta, mientras que el de la Plaza de los Dos Montículos, su bajada es menor y tiene una forma serpenteante, por lo que creemos debió ser usado para ritos públicos celebrados por los sacerdotes”, explica.
Las fuentes etnográficas relativas al Gran Nayar, donde habitan mexicaneros, tepehuanes, huicholes y coras que conservan sus tradiciones, son también punto de referencia de los arqueólogos para interpretar el funcionamiento del sitio. Por su proximidad a las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, Cerro del Teúl, al igual que otros sitios del sur de Zacatecas, guarda más relaciones con el Occidente que con el Norte de México.
Con el agua del manantial que existe en el lugar (razón por la que el Teúl es considerado un altépetl), además de cal, mucílago de nopal, arena triturada, tierra cribada y de azotea, los trabajadores apoyan en la consolidación y restauración de las estructuras de lapidaria de cantera, devolviéndoles volumen y dejando ribetes como testigo de las partes intervenidas.
De acuerdo con Luis Octavio Martínez, la propuesta de presentación de los complejos arquitectónicos está basada en el levantamiento topográfico realizado con una Estación Total, que es de gran exactitud. Gracias a ello también se están desarrollando paseos virtuales y realidad aumentada que servirán como medios de información para el público.
Para el recorrido se han dispuesto ya dos áreas de descanso (de cuatro que habrá), donde se mostrará al Cerro del Teúl dentro de una serie de asentamientos circundantes al Valle de Tlaltenango, así como en un contexto más amplio de lo que hoy es el estado de Zacatecas. De esta manera, el sitio se alista para ser una de las primeras zonas arqueológicas en abrir a la visita pública en esta administración.