La Habana (PL) La sabiduría de la naturaleza dotó al arapaima (Arapaima gigas), uno de los peces de agua dulce más grandes del planeta que habita la cuenca del Amazonas, con escamas a modo de armaduras para resistir los ataques a mordiscos de las pirañas y otros depredadores acuáticos.
Esa estructura biológica, que funciona como la antigua protección de los caballeros medievales, es dura en el exterior y flexible en su interior, según análisis realizados con rayos X.
El primer nivel de defensa de las escamas del arapaima, una especie amenazada de extinción, es una superficie de solo medio milímetro de espesor rica en minerales y muy dura, capaz de impedir la penetración de los dientes de los predadores acuáticos, llegando incluso a veces a quebrarlos. Una segunda capa más flexible, dos veces más gruesa y por debajo de la anterior, está compuesta de láminas de colágeno, que es una molécula proteica, orientadas en direcciones distintas y capaces de alinearse en función de la presión a la cual son sometidas.
Como resultado se aprecia que el impacto de las mandíbulas de las pirañas se amortigua y se reparte en una gran superficie, lo cual impide que el blindaje exterior se rompa. Como punto culminante, los expertos hallaron que las escamas del animal se superponen de tal forma que transmiten la energía a la capa inferior, según un artículo que publicó recientemente la revista británica Nature Communications.
También conocido como paiche o pirarucú, esta especie de pez osteoglosiforme, y el único miembro de la familia Osteoglossidae, crece hasta superar los tres metros de largo y llega a pesar hasta 250 kilogramos, por lo cual es considerado el segundo pez de agua dulce más grande del mundo, después del esturión beluga (Huso huso), que supera los cinco metros y los 600 kilogramos.
De acuerdo a los estudiosos, tiempos atrás el paiche debió haber sido el depredador por excelencia de los lagos y los bosques inundados de la Amazonia. Este pez en cierta época del año vive en aguas poco oxigenadas, por lo que el oxígeno que absorbe por sus branquias es insuficiente, así que debe boquear para respirar aire atmosférico, generalmente en períodos de 15 minutos, aunque puede llegar a aguantar hasta 40 minutos si se encuentra en peligro o está en plena persecución.
A diferencia de la mayoría de los peces de su hábitat, el arapaima tiene una vejiga natatoria muy desarrollada, grande y vasculada, con una función idéntica a un pulmón humano. Vive en la cuenca del río Amazonas, en Perú, Ecuador, Brasil, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guayana Francesa, y también se le puede encontrar en los ríos Madre de Dios, Perú y Beni, Bolivia. Recientemente fue introducido para su pesca en Tailandia y Malasia. Su hábitat se inunda anualmente casi a la mitad por las lluvias y el deshielo en los Andes, por lo que una parte del año nada entre los árboles, y cuando baja mucho el nivel del agua, en algunas zonas altas de la planicie amazónica, se entierra en el lodo con la cabeza fuera. Se alimenta de otros peces y hasta de pequeños animales terrestres, incluyendo aves, las cuales captura cuando caen al agua, o dando saltos fuera de la superficie acuosa.
Para reproducirse, el paiche practica la incubación oral. Su reproducción se adaptó a las grandes fluctuaciones del entorno, pues pone sus huevos entre febrero y abril, cuando el nivel del agua es bajo, construyendo un nido de unos 50 centímetros de ancho y 15 de profundidad, usualmente en áreas arenosas.
En la época de inundaciones, durante los meses de mayo a agosto, los huevos eclosionan. Tras el nacimiento, ambos padres cuidan de su prole y los acompañan y llevan a los sitios de alimentación, donde las crías se alimentan de pequeños invertebrados y de plancton.
La lengua ósea del paiche tiene uso medicinal en Sudamérica, pues desecada y combinada con corteza de guaraná rallada, y puesta en agua, sirve para eliminar parásitos intestinales. Otros usos de ese órgano son además para raspar madera y fabricar utensilios. Asimismo, las escamas de este pez sirven para limar las uñas.