Río de Janeiro, una ciudad de zombies en luto

Río de Janeiro, 9 jul (PL) Silencio absoluto en el Metro, ausencia casi total del color amarillo en las calles, rostros serios y estirados, balcones sin banderas o alegorías al Mundial de fútbol, pena, mucha pena y desconsuelo, esta urbe es hoy una ciudad de zombies.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, contaba con los dedos un torcedor brasileño: «es demasiado», decía, «jamás en mi vida sufrí tanta humillación, mis lágrimas fueron de vergüenza, la historia es muy rica, pero se bebe del presente».
La Mannschaft de Alemania provocó un «terremoto» de magnitudes sin precedentes en la geografía brasileña, al propinar una estruendosa goleada 7-1 al Scratch, la novena paliza más grande de todos los tiempos en copas mundiales y la mayor soportada por un país anfitrión.
Las escenas de pánico vividas ayer en el estadio Mineirao, de Belo Horizonte, escenario de la masacre, y en toda la nación hicieron que el Maracanazo de 1950 se convirtiera en un cuento de hadas.
Pedir disculpas es muy poco, pedir disculpas es lo mínimo, es inaceptable solo pedir disculpas, si una empresa cae realmente en bancarrota lo mínimo que tiene que hacer el encargado es renunciar; Felipao (Luiz Felipe Scolari, seleccionador nacional de Brasil) tiene que renunciar, pedir disculpas es demasiado sencillo, arremetió un periodista en el programa que conduce el exjugador Falcao, en la cadena Fox Sports Brasil.
Por mucho, el deporte brasileño en general y el fútbol en particular vivieron la mayor humillación de su historia, algo que será imposible de olvidar por los años de los años, aunque el Scratch todavía tenga cinco estrellas en el pecho y posea la historia más rica del balompié mundial.

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