Brasilia, 21 ago (PL) Apenas oficializada Marina Silva como candidata presidencial por el Partido Socialista Brasileño PSB aparecen hoy decepciones dentro de la organización y de aliados que apoyaban al fallecido Eduardo Campos.
Silva, máxima representante del movimiento Red de Sostenibilidad (redes) y otrora compañera de fórmula de Campos, fue proclamada aspirante a la jefatura del Estado y asomaron entonces algunas desilusiones.
El secretario general del PSB, Carlos Siqueira, decidió abandonar su función como coordinador de la campaña con la nueva postulante.
Histórico militante socialista, quien estuvo cerca de Campos, fallecido hace ocho días en un accidente aéreo, Siquiera se quejó del trato grosero de la flamante pretendiente al sillón presidencial.
Mi tarea concluyó con la muerte de mi amigo, el perecido líder de PSB, señaló el dirigente, según medios de prensa nacionales.
Exsenadora, exministra y aspirante presidencial en los comicios del 2010, en los cuales quedó tercera con un 19 por ciento de respaldo, Silva prometió seguir la línea de su predecesor, aunque ya realizó mudanzas en el equipo de campaña al ubicar a gente de su confianza en su entorno.
Comunicó que sólo visitará los territorios en los cuales mantiene alianzas y dejó para su compañero de fórmula, Beto Albuquerque, militante del PSB, la misión de ganar adeptos en aquellos lugares en los cuales no se siente confortable.
La candidata declinó aceptar más donaciones de empresas de armamentos, de cigarros, del agronegocio y bebidas, al tiempo que rechazó cualquier proximidad con dirigentes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con el cual su antecesor mantenía un pacto de no agresión.
Se desconoce también cual será el proceder de Albuquerque, quien antes de ser pretendiente a la vicepresidencia, disputaba un asiento en el Senado con el respaldo del poderoso sector del agronegocio, despreciado por la exsenadora, defensora del medio ambiente.
A nivel nacional, el Partido Social Liberal (PSL), integrante de la coalición Unidos por Brasil, creada por Campos para fortalecer su candidatura, dejará esa alianza y ofrecerá a su militancia libertad para votar en los comicios del 5 de octubre próximo.
Este abandono afectará asimismo a la flamante aspirante presidencial, pues no contará con el apoyo de 780 concejales y 36 prefectos, así como se reducirá el tiempo de propaganda en la televisión, al tener menos apoyo partidista.
En Pernambuco, el estado en el cual Campos fue gobernador, el diputado federal Mendonza Filho, de la agrupación Demócrata, envió una comunicación en la cual señala que no estará con Silva.
Se prevé que posiciones radicales de la líder de Red de Sostenibilidad, quien acapara los votos de los descontentos con los políticos y los partidos tradicionales, originen otras decepciones dentro del PSB, opuestos a que una dirigente no socialista sea la abanderada en esta contienda comicial.
Analistas políticos estiman que este escenario favorecería a la pretendiente del Partido de los Trabajadores, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, pues podría incorporar los votos de los desanimados del PSB.
Sin embargo, la situación es muy distinta con el PSDB, cuyo candidato Aécio Neves, busca diseñar una nueva estrategia para contener un posible ascenso de la exsenadora.
La más reciente encuesta de Datafolha realizada tras el deceso de Campos sitúa a la pretendiente socialista en el segundo lugar en la preferencia de los electores, con un 21 por ciento, un punto porcentual más que Neves.
Para los tucanos, como también se conocen a la militancia del PSDB, existe temor que Neves, quien desde el inicio de la campaña electoral no logra despegar, deje de ser el instrumento de la oposición para ganar las elecciones.
Varias pesquisas de mercado, encargadas por partidos, revelaron que Silva aparece con mayor porcentaje de votos delante del candidato socialdemócrata en varios estados.
La incursión de la exsenadora imprimió un nuevo ritmo a la campaña electoral, por lo cual se vislumbran variaciones y mudanzas de votos en las venideras semanas.
Brasil: candidatura de Marina Silva suscita mudanzas y desaciertos
