La furia de 43 madres y padres guerrerenses que buscan desde hace 55 días a sus hijos normalistas –desaparecidos por policías municipales– congregó ayer en esta capital a una movilización de miles de personas durante casi nueve horas en el Zócalo, que con sus voces exhumaron del tiempo otras desgracias humanas, y recordaron que “el Estado mexicano aún tiene deudas con la sociedad civil”.
Este 20 de noviembre aquí fue el cierre de la “Brigada Nacional por la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos”, a la que convocaron el pasado día 12 las madres, padres y compañeros de los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, que fueron agredidos el 26 de septiembre por policías municipales y el grupo criminal “Guerreros Unidos” en Iguala, Guerrero.
Tras los nueve días en los que tres caravanas recorrieron en autobuses varias entidades del país, para llamar a la sociedad a que se sume en la demanda de justicia no sólo para sus hijos, sino para todos los desaparecidos, las familias de los normalistas y sus acompañantes llegaron la tarde de ayer al Zócalo, en el centro de esta ciudad.
En solidaridad con el llamado de las madres, escuelas públicas (entre ellas universidades que en días pasados se movilizaron por la defensa de su autonomía y de la calidad académica) iniciaron un “paro activo” de 48 horas.
A la par, en 10 estados de la República y más de 12 países miles se sumaron, con marchas y eventos culturales, a las acciones globales a favor de la aparición con vida de los 43 estudiantes normalistas.
La antesala de la marcha hacia el Zócalo fueron los intentos de decenas de jóvenes por bloquear el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y otras vialidades.
Al borde de las cinco de la tarde, llegaron al Ángel de la Independencia, la Plaza de las Tres Culturas y el Monumento a la Revolución miles de estudiantes para exigir mejores oportunidades educativas; campesinas que frenan el despojo de sus tierras, y defensoras de Derechos Humanos que día a día sobreviven los riesgos de su labor.
Otras madres, cientos de ellas, cuyas hijas e hijos están desaparecidos o fueron asesinados ante la omisión del Estado, también se unieron a la protesta para, como ellas dijeron, “repudiar la impunidad”.
GRITOS AL UNÍSONO
Si bien para la Secretaría de Seguridad Pública del DF sólo había 30 mil manifestantes, cualquiera de las y los presentes podía corroborar que en la Plaza de la Constitución (con capacidad para albergar a 100 mil personas) no había un resquicio libre, además de que en calles aledañas como Madero y 20 de noviembre el paso de los contingentes paró hasta las nueve de la noche, una hora después de que concluyera el mitin de las madres y padres de los normalistas.
Mientras esperaban la llegada de las madres de Ayotzinapa, las mujeres gritaron “con toda la garganta” que renuncie Enrique Peña Nieto, titular del Ejecutivo federal, y que regresen con vida, no sólo a los 43 normalistas, sino a las miles de personas desaparecidas (mujeres, niños, activistas y perseguidos políticos), de todos los sexenios pasados.
Ni ellas, que ayer regresaron de nueve días exhaustivos al participar en la Brigada Nacional, ni las madres que llevan una búsqueda de más de cinco años y que estuvieron presentes, asomaron en su rugido un tono o una muestra de cansancio.
En este movimiento, que a decir de Natalia Ruiz, maestra manifestante, tocó la sensibilidad de un número importante de personas porque son los hijos del pueblo y del país, y “a los hijos nadie nos los toca”.
Y es que en la tragedia, motivo de esta megaprotesta, están implicados el PRD (que hasta el día de la desaparición de los normalistas gobernaba el municipio de Iguala y el estado de Guerrero); el gobierno federal priista (que no ha podido esclarecer el caso), y el panista, que registró el mayor número de personas desaparecidas (2 mil 600) en el sexenio anterior.
Debido al hartazgo de la sociedad en general, ayer confluyó, como no se había visto en años, una movilización que aglutinó a todas las causas y que fue encabezada por las 43 madres.
“Es la primera vez en muchos años que estamos de acuerdo en el DF y el país entero en no permitir más injusticias, corrupción y en estar de lado de los muertos y desaparecidos. Hay que estar hoy como el primer día que salimos de las calles a protestar”, dijo una mujer de 56 años que sobre Paseo de la Reforma esperó con calma la llegada de las madres.
“Creo que todos nos sentimos culpables porque esto mismo lo debimos haber hecho hace mucho por el incendio de la Guardería ABC y las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua, o las agresiones en San Salvador Atenco, Estado de México; creo que esto es una llamada de atención porque no tenemos que permitir ni una más”, enfatizó.
Cuando la caravana proveniente de Guerrero llegó al Ángel, un grito unísono, con el puño levantado de la gente, les recordó a las madres de Ayotzinapa “que no están solas”.
María Estela Velazco Bustamante, jubilada del Estado de México, asistió para exigir a la sociedad que despierte. “El miedo inmoviliza y la furia fortalece. Más vale estar rabiosas”, sostuvo.
“CORAJE ETERNO”
Durante la marcha, las madres de los 43 normalistas (que en días pasados encabezaron marchas, dieron discursos y recibieron abrazos de la gente que las recibió en cada estado que visitaron) caminaron con la mirada bien fija en la multitud.
En el trayecto, jóvenes mexiquenses recordaron a las familias que el feminicidio en su entidad amedrenta a las adolescentes. Un grupo de siete mujeres jóvenes gritaba: “¡Ayotzi, aguanta, México está en la lucha!”, mientras una de ellas con un saxofón turnaba melodías entre cada consigna.
En la glorieta de la Palma, sobre Reforma, una manifestante que dijo haber participado en el movimiento estudiantil de 1968 señaló que México guarda un “coraje eterno”, porque desde entonces los asesinatos de jóvenes quedan impunes.
En el templete del Zócalo, donde se encontraron familiares y normalistas de las tres caravanas, dos madres (como pocas veces durante los eventos públicos) tomaron la palabra.
“Queremos que nos regresen a nuestros hijos porque ustedes los tienen, pero no son sólo nuestros hijos, son miles de desaparecidos”, expresaron a la multitud. Madres y padres pidieron a la sociedad civil unirse en un solo movimiento para destituir a Peña Nieto y buscar a todas las personas desaparecidas.
Al cierre, una mujer sostenía tras el templete vacío una cruz de madera. Su lucha empezó en 2011, cuando su hijo, estudiante de Filosofía en la UNAM, fue asesinado.
Tras escuchar el mensaje de la caravana, esta mujer recalcó que las 43 madres, como la sociedad entera, pueden contar con su lucha (único propósito en su vida) que ya lleva varios años. “La única justicia la hacemos nosotras y mientras yo esté con ellas, y ellas conmigo, nunca estaremos solas”.
Fuente: Cimac Noticias