Moscú (PL) Rusia cerrará este 2014 un ciclo de dos años difíciles para la economía, como efecto de una coyuntura de ralentización global del crecimiento y las recientes oleadas de sanciones por parte de Occidente.
La economía rusa experimenta desde 2013 un estancamiento del Producto Interno Bruto (PIB, 1,3 por ciento) y de los principales indicadores macroeconómicos, como la producción industrial.
Cobraron fuerza asimismo otros fenómenos negativos como la sensible reducción de las inversiones, aumento de fuga de capitales y subida inflacionaria.
Tras el pésimo desempeño del primer trimestre, el Banco Central rebajó en abril el pronóstico de crecimiento anual a menos del uno por ciento, la inflación a entre 6,0 y 6,4 puntos porcentuales y una fuga de capitales superior a los 20 mil millones de dólares, aunque el Gobierno no descartó una sangría de más de 100 mil millones.
La titular del principal ente emisor, Elvira Nabiullina, advirtió entonces que la turbulenta situación geopolítica en torno a Rusia y los elevados riesgos de cierre al acceso de las compañías rusas a las inversiones en el exterior (como parte de las sanciones) podrían reflejarse negativamente en la estabilidad financiera interna.
Estados Unidos y la Unión Europea adoptaron por separado, pero al unísono, varios paquetes de sanciones contra compañías del sector petrolero -acceso a inversiones y tecnologías occidentales- y a un grupo de bancos, con el deliberado propósito de afectar el financiamiento de la economía rusa, hasta hacerla colapsar.
Como respuesta, el presidente Vladimir Putin dispuso en agosto restricciones a la importación de alimentos -cárnicos, vegetales, frutas, lácteos, pescado y quesos- provenientes de Estados Unidos, de la Unión Europea, y de Australia, Canadá y Noruega, cuyos gobiernos secundaron la política de Washington.
Putin dijo, sin embargo, que Moscú respondería a las sanciones de Occidente, solo si beneficiaban a los productores nacionales y a la economía interna.
El cierre del mercado ruso a tradicionales proveedores europeos y estadounidenses, en el caso de cárnicos, si bien insufló grandes posibilidades para el desarrollo del agro y la sustitución de importaciones con el estímulo y apoyo a otras ramas económicas, disparó la especulación en la venta de alimentos, con la consecuente espiral de precios.
Asimismo, se hizo evidente, como efecto colateral, un ataque frontal al rublo, con una devaluación de la moneda local hasta el mínimo valor, sin precedentes en los últimos 16 años.
La delicada situación en el mercado financiero ha impelido al Banco Central y a los ministerios pertinentes a la adopción de medidas que, aunque provisionales, están enfiladas a respaldar al rublo y estabilizar el sistema financiero nacional.
Así, el Banco Central decretó en noviembre la libre fluctuación de la moneda local y advirtió que intervendría en el mercado de divisas con los volúmenes de recursos que fuera necesario y en los momentos que se requirieran.
El 16 de diciembre, las autoridades bancarias volvieron a reaccionar frente al desplome crítico del rublo, cuando el dólar llegó a cotizarse hasta los 80 rublos al cambio. El Banco Central optó por aumentar la tasa principal de interés a 17 por ciento para las entidades comerciales financiero-bancarias, una medida sin precedentes, pero que en opinión de expertos ayudaría a frenar la especulación contra el rublo.
MENSAJES DE TRANQUILIDAD DEL PRESIDENTE PUTIN
Al presentar el mensaje anual del presidente ante la Asamblea Federal (Parlamento bicameral), Putin afirmó a inicios de diciembre que el texto estaba circunscrito a los tiempos que corren «de momentos cruciales cuando se decide el futuro del país».
Dijo que Rusia tiene mucho por hacer todavía en la generación de nuevas tecnologías, creación de producción competitiva, de una reserva adicional en la historia, el sistema financiero y la preparación de cuadros de alta calificación.
No obstante, insistió el mandatario en que la economía rusa debe salir de los ritmos nulos de crecimiento y colocarse por encima de los promedios mundiales, para sortear el fantasma de una nueva recesión.
Entre las metas ambiciosas planteó Putin el incremento de la productividad del trabajo al nivel del 5,0 por ciento y una reducción de la inflación inferior a los cuatro puntos porcentuales, con un incentivo importante a la actividad empresarial.
Según las proyecciones de cierre en 2014, rebajadas por el Ministerio de Desarrollo Económico, el crecimiento del PIB anual rondará apenas el 0,5 por ciento, mientras que el índice inflacionario superará los ocho puntos porcentuales.
La agencia calificadora internacional S&P vaticinó 0,3 por ciento de desempeño de la economía rusa y de 1,1 en 2015.
Durante la rueda de prensa anual, Putin proyectó un plazo de dos años para que Rusia pueda revertir las dificultades actuales en el ámbito económico y financiero.
Expresó seguridad en que el país sobrevivirá ese complejo período, «pero es importante fortalecer las posiciones internas y en la economía mundial», remarcó el jefe del Kremlin.
Así todo, dijo que pese a las turbulencias financieras, el Tesoro Federal cerrará el año en curso con un superávit equivalente a cerca del 1,9 por ciento del PIB.
Indicó que la economía concluirá el período con un desempeño de 0,6 por ciento, luego de un crecimiento acumulado del PIB de 0,7 puntos porcentuales en 10 meses y un saldo del balance comercial de unos 148,4 mil millones de dólares.
Tras una pausa a la baja -subrayó Putin- la producción industrial aumentó en 1,7 por ciento entre enero y octubre, mientras que el índice de desempleo continúa en el entorno del 5,1 por ciento, uno de los bajos en el Grupo de las economías industrializadas (G-8).
En cuanto a la esfera social, tanto el Presidente como el primer ministro ruso han cerrado fila en los compromisos del Estado con los sectores económicamente más vulnerables, como los estamentos socio-profesionales con bajos ingresos y los jubilados.
Las autoridades confían en que Rusia retornará a la senda del crecimiento económico en dos años, incluso bajo el peor escenario con la conjugación de una caída de los precios internacionales del petróleo y el desplome del rublo.