Washington, 26 dic (PL) Los veteranos estadounidenses de las guerras en Iraq, Afganistán y otros conflictos en ultramar enfrentan actualmente una situación crítica cuando intentan reincorporarse a la vida civil, señala hoy un comentario del diario The Hill.
Aunque esto tiene sus precedentes históricos, la composición actual de las fuerzas armadas y las misiones que estas cumplen hacen que las dificultades sean mayores en comparación con otras épocas, agrega el texto, firmado por Adin Dobkin, analista de temas de seguridad nacional.
El estrés postraumático y las lesiones cerebrales severas son algunos de los padecimientos que más afectan a los excombatientes, y el tratamiento que se les aplica deja mucho que desear, a pesar de los avances científicos de los últimos años, añade Dobkin.
Aproximadamente uno de cada cinco veteranos de Afganistán o Iraq sufre algunas de estas dos enfermedades y los exmilitares por lo general tienen un estado de salud deplorable, padecen de depresión y dolores crónicos.
Los efectos de esas y otras dolencias tienen consecuencias mucho más graves, pues debido a ellas y las dificultades que encuentran estas personas para reincorporarse a la sociedad, se producen como promedio 22 suicidios diarios de exmiembros de los servicios armados, agrega el autor.
La revista Reporte Mensual de Vigilancia Médica, editada por el Departamento de Defensa, informó recientemente que entre los militares en activo y retirados estadounidenses el suicidio es actualmente la principal causa de muerte, por encima de las víctimas fatales que ocurren en combate.
El Departamento de Asuntos de Veteranos (DAV), agencia federal que atiende a los excombatientes estadounidenses, estuvo este año en el centro de un escándalo tras la muerte de 40 de ellos en un hospital de Phoenix, estado de Arizona, debido a demoras sistemáticas para recibir atención médica oportuna.
Tal situación provocó la renuncia del secretario del DAV, Eric Shinseki, el 30 de mayo pasado, ante las presiones de congresistas demócratas y republicanos.
Una auditoría realizada a dicho Departamento mostró un mes después que más de 120 mil exmilitares en todo el país se veían obligados a permanecer en listas de espera por largos períodos antes de recibir la atención médica que requerían.