Por Betty Hernández Quintana*
La Habana, 3 feb (PL) El presidente Barack Obama ajusta cuentas a la clase alta y las empresas de Estados Unidos a través del plan para el presupuesto estatal destinado al año fiscal 2016.
El proyecto supone un gasto de cuatro billones (millón de millones) de dólares y una reforma tributaria contra los vacíos fiscales que favorecen a millonarios y corporaciones estadounidenses, a la vez que incrementa los gastos para el Pentágono y la defensa.
Dentro de dicha transformación resalta un nuevo impuesto que persigue el 14 por ciento (que llegaría al 19 por ciento) de los beneficios de las compañías nacionales en bancos extranjeros, dinero que sería dirigido a sectores como la educación, la salud y la infraestructura del país.
El ajuste tributario es una alternativa a la posibilidad que tienen dichas entidades para depositar una parte de su capital en otros países, por tanto ajenas a la jurisdicción del gobierno y a los impuestos federales, dejando abierta la posibilidad para el fraude y la evasión fiscal.
Claro está que hasta el momento no pocos se han aprovechado de esa brecha para esquivar el fisco estadounidense hacia las empresas, uno de los más altos entre los países industrializados, con un gravamen del 35 por ciento sobre los beneficios.
Varios grandes de la industria estadounidense, como Apple, Google, Microsoft, General Electric y Pfizer, con los años han acumulado en el exterior unos 2,1 billones de dólares, según estimaciones de la firma Audit Analytics.
Con el impuesto excepcional sobre dichos fondos, las arcas del estado recibirían 238 mil millones de dólares en ingresos fiscales adicionales que servirían al financiamiento de un plan de obras públicas para modernizar la infraestructura y el sistema de transporte del país, indicó la misma fuente.
El diario New York Times describió como «agresiva» la propuesta que, a grandes rasgos, se basa en aumentar los impuestos a la clase alta y las multinacionales para sufragar los sectores deprimidos debido a la política de recortes de gastos.
Según este medio, el núcleo de presupuesto del presidente para 2016 es un plan para impulsar la clase media, ayudando a las familias de bajos y medianos ingresos a pagar por la educación, el cuidado de los niños, la capacitación para el trabajo y otras necesidades.
Estas partidas se sufragarían, principalmente con el recaudo obtenido del aumento tributario sobre las instituciones financieras ricas y grandes en la próxima década, agrega el periódico neoyorquino.
Entre los principales gastos que propone la Casa Blanca, luego del presupuesto destinado a la defensa y el rescate de puentes y autopistas, destacan las inversiones en salud y educación, en concordancia con varias de las ideas que se defendieron en el discurso del Estado de la Unión.
El presidente Obama, nuevamente insiste en que sean gratuitos los dos primeros años de la enseñanza superior pública y solicita más presupuesto para ayudar a las familias de clases menos favorecidas a pagar la educación de sus hijos.
En su conjunto, la propuesta de la Casa Blanca representa un aumento del siete por ciento sobre los niveles establecidos en marzo de 2013, como parte de la política de recortes instaurada para reducir el déficit del país.
Según el presidente norteamericano este plan presupuestario se financiará completamente mediante una combinación de reformas fiscales y recortes de gastos bien estudiados.
«Quiero trabajar con el Congreso para reemplazar la austeridad sin sentido con inversiones inteligentes que fortalezcan a Estados Unidos y podemos hacerlo de una forma fiscalmente responsable», insistió Obama en una intervención en la sede del Departamento de Seguridad Nacional.
«Tenemos que dejar la política a un lado, aprobar un presupuesto que financie nuestras prioridades de seguridad en casa y en el extranjero, y dar a las familias de clase media la seguridad que necesitan para salir adelante», agregó.
Sin embargo, a pesar de todas las bondades que promete su plan de inversión pública, aún debe enfrentarse al Congreso, que de antemano lo ha rechazado enérgicamente.
Este cuerpo de senadores, dominado desde enero por la facción republicana, ven este plan como un atentado contra sus intereses por lo que su oposición no es noticia.
Desde hace años el proyecto presupuestario anual del presidente termina siendo una intrascendente declaración de intenciones, y el rumbo de los acontecimientos recientes indica que ocurrirá lo mismo en esta ocasión.