Riad, 16 feb (PL) La Organización de Cooperación Islámica (OCI) ratificó su condena invariable a toda forma de extremismo y terrorismo, y rechazó vincular esas prácticas a un país, grupo étnico, religión, cultura o nacionalidad, destacaron hoy fuentes oficiales.
Tras concluir una reunión extraordinaria en su sede permanente de la ciudad saudita de Jeddah, el comité ejecutivo de la OCI emitió una declaración institucional en la cual se pronunció sobre temas que atañen a esa comunidad de 57 naciones a las que aglutina.
El texto final de la cita de anoche expresó dura condena a las continuas violaciones de los derechos humanos del pueblo palestino y al terrorismo de Estado practicado por Israel contra la población de la Franja de Gaza y otros territorios árabes ocupados.
Los delegados reafirmaron su «incesante determinación de mantenerse firmes contra el extremismo y el terrorismo en todas sus formas» y alertaron de la acelerada propagación de lo que calificaron de pandemia, por lo que llamaron a organizar una conferencia internacional para combatir ese fenómeno.
En ese sentido, objetaron intentos occidentales por estigmatizar a pueblos y países musulmanes con las manifestaciones extremistas, y abogaron porque previo a la propuesta conferencia se halle una definición aceptable para el término de terrorismo y las razones que lo alientan.
La OCI también consideró necesario ganar claridad en lo relativo a la politización de diferencias sectarias, enfocar la identidad sectaria, el uso de grupos terroristas como herramientas para trabajar a favor de otras agendas políticas, el rol de los medios y el impacto del terrorismo electrónico.
Igualmente, repudió los crímenes cometidos por la organización terrorista Estado Islámico (EI) en territorios de Iraq y contra su pueblo, por considerarlos contrarios a las instituciones islámicas, así como a las normas y regulaciones mundiales.
La declaración deploró la brutalidad del EI, conocido en árabe como DAESH, al quemar vivo a un piloto jordano, y denunció las acciones terroristas perpetradas en Afganistán, en Trípoli, la capital de Libia, en ciudades egipcias y en Nigeria a manos de Boko Haram, el EI y la red Al-Qaeda.
La OCI concordó en que el enfrentamiento a lo que llamó «plaga» no será posible sólo a través de métodos militares y de seguridad, y llamó la atención para que se ejecuten planes relevantes que reviertan otros factores estimulantes de ese fenómeno, como los políticos, económicos y sociales.