Papa insta a aislar los métodos espitiruales humanos

Roma, 7 mar (PL) El papa Francisco instó hoy a evitar la concepción de una Iglesia sobre la base de métodos espirituales humanos, a entender la moral cristiana desde la misericordia, no desde el esfuerzo titánico de quienes dan y esperan recibir algo a cambio.
Las palabras del Sumo Pontífice fueron emitidas durante un discurso para celebrar el 60 aniversario del movimiento Comunión y Liberación y el décimo del fallecimiento de su fundador, el italiano Luigi Giussani (1922-2005).
El obispo de Roma aplaudió que, durante seis décadas, el carisma original en ese movimiento eclesial no perdió frescura y vitalidad, aunque previno a sus miembros del peligro de no colocar a Dios como el centro de todo.
Cuando el eje es mi método espiritual, mi camino espiritual, mi manera de ponerlo en práctica, me salgo del camino, subrayó el Santo Padre.
El sendero por el cual transitemos debe ser el de ir a buscar a quienes se encuentran en la periferia, servir a través de la atención a cada persona marginada, abandonada, sin fe, desilusionada con la Iglesia, prisionera de su propio egoísmo, apuntó Francisco.
La moral cristiana es respuesta y la misma se mueve delante de una sorprendente misericordia, impredecible, incluso, injusta, de acuerdo con criterios humanos, sentenció el jefe de Estado del Vaticano.
Es necesario romper con las preconcepciones para así entender las diferencias y aprender de todo el mundo, con sincera humildad. Sólo de esa forma se evitará caer en la espiritualidad de etiqueta que desorienta y transforma a la gente en meros empresarios de una ONG, puntualizó el Papa.
Comunión y Liberación es un movimiento eclesial surgido en Italia en 1954, aunque su nombre actual fue adoptado por primera vez en 1969.
En la actualidad, está presente en cerca de 80 países de todos los continentes y es presidido por el español Julián Carrón, que sucedió a Giussani después de su muerte en 2005.
Giussani nació el 15 de octubre de 1922 en Desio, un pequeño pueblo de la Brianza, al norte de Milán, y, entre otras cosas, fue nombrado monseñor por Juan Pablo II, con el título de prelado de honor de Su Santidad, en 1984.
Es considerado siervo de Dios, primera fase del proceso de canonización, después de que la Santa Sede aceptara en 2012 la solicitud de apertura de su causa de beatificación.

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