Washington, 9 mar (PL) El presidente Barack Obama reconoció el sábado el racismo existente en Estados Unidos, en momentos en que nuevos hechos de violencia contra los afronorteamericanos hacen que el tema preocupe a su administración y a toda la sociedad.
La sombra del racismo todavía está entre nosotros, dijo el mandatario en Selma, Alabama, al recordar el día que en 1965 la policía atacó a manifestantes que iniciaban una marcha hacia la ciudad de Montgomery para impulsar una legislación que aseguraba la igualdad del derecho al voto.
Pese a que en el país aún hay estados donde los negros ven limitados su derechos a sufragar, el mayor desafío se encuentra en la aplicación de las leyes y la violencia que emplea la policía contra la segunda minoría del país.
Este lunes se espera que parta de Selma una marcha que revivirá los pasos dados por los manifestantes en 1965, y terminará el viernes con un acto en el Capitolio estatal.
«Cincuenta años después del Domingo Sangriento nuestra marcha no ha terminado», dijo Obama en su discurso ante más de 40 mil personas al denunciar la persistencia de las violaciones de los derechos humanos de muchos estadounidenses.
El fiscal general, Eric Holder, en esta ocasión llamó a sus compatriotas a implicarse en «la actual lucha por los derechos civiles y la justicia social».
Holder criticó una decisión de 2013 del Tribunal Supremo de Justicia, que anuló un artículo de la Ley de Derecho al Voto que obligaba a los estados del país con historial de discriminación en las urnas a solicitar un permiso del Departamento de Justicia para modificar sus políticas electorales.
La recordación de Selma también sirvió para que el grupo supremacista blanco Ku Klux Klan se hiciera presente con la distribución en estos días de cerca de cuatro mil panfletos, con proclamas contra Martin Luther King y la inmigración.
El clan todavía está ahí fuera y estamos vigilando, declaró Robert Jones, miembro de los Leales Caballeros Blancos, al diario The Huntsville Times, como para reiterarle a los estadounidenses que las raíces del racismo y la discriminación aún están vivas.
El reciente asesinato del adolescente negro Anthony Robinson por la policía en Madison, Wisconsin, es un botón de muestra de la violencia de las fuerzas policiales contra los afroamericanos y la persistencia del racismo.
La muerte de Robinson el pasado viernes provocó de inmediato manifestaciones de protesta en el lugar del crimen, cuyo autor fue el oficial Matt Kenny, de 45 años, quien el 15 de julio de 2007 mató en circunstancias parecidas a Ronald Brandon y fue exonerado de cargos.
El 9 de agosto de 2014 el asesinato de Michael Brown, en Ferguson, Missouri, inflamó aun más la problemática racial, ya candente con otros hechos contra jóvenes negros en Los Angeles, Califonia, en Florida y en otras regiones del país.
El miércoles de esta semana líderes religiosos y de grupos defensores de los derechos civiles convocaron nuevas manifestaciones, la principal prevista frente a las sedes de varios edificios públicos de Madison.
La violencia contra los negros y otras minorías acentúa la preocupación de políticos, activistas sociales y grupos comunitarios en momentos en que las fuerzas del orden público están bajo un profundo escrutinio de la opinión pública y las autoridades federales.
Al parecer son hechos aislados, como el asesinato de un mendigo afroamericano por la policía el domingo pasado en la ciudad californiana de Los Angeles, en un confuso incidente filmado por un testigo.
Sin embargo, las muertes recientes de Brown, en Ferguson, Missouri; y de Eric Garner en Nueva York, a manos de policías blancos, así como el asesinato de dos oficiales neoyorquinos, sacaron a la luz aspectos muy complejos del racismo en estas tierras, estiman comentaristas políticos.
Esa complejidad pasa por la absolución de los responsables de los dos homicidios, lo cual provocó protestas en más de 170 ciudades de unos 40 estados norteamericanos a finales de 2014.
La repetición de acciones de ese tipo motivan que Obama exprese que la labor del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos está inconclusa, queda mucho por hacer y es necesaria una movilización colectiva para avanzar más en ese tema.