Generalmente, los empleados del museo del Prado, la mayor pinacoteca española, impiden que los visitantes toquen las obras. Sin embargo, ahora observan como José Pedro González pasa sus manos por una reproducción de La fragua de Vulcano, uno de los cuadros más famosos de Diego Velázquez.
El visitante, de 56 años, pasea su mano por la silueta de Apolo, tocado con una corona de laureles, y sigue con el dedo los contornos de la toga del dios griego. «Hay muchas cosas que puedes descubrir», dijo González, que perdió la vista a los 14 años.
Este cuadro es una de las seis copias de lienzos de maestros como El Greco o Francisco de Goya, realizados por el museo del Prado para su primera exposición destinada a los ciegos.
Gracias a una pintura en relieve, que añade textura y volumen a los originales, los ciegos pueden hacerse una idea de las obras a través del tacto.
El Prado ha previsto escudillas para los perros lazarillos y una audio-guía aconseja a los visitantes sobre la mejor manera de ‘ver’ las obras.
«A mí me ha parecido una exposición fenomenal. La única manera que hemos tenido los ciegos de acceder a la pintura es a través de explicaciones de otra persona», subrayó González, que ya ha visitado varias veces la exposición «Hoy toca el Prado» desde su apertura en enero.
Museos de otros países ya han utilizado esta misma técnica para hacer accesibles las obras a los ciegos, pero sus copias eran más pequeñas y sólo en blanco y negro, explica el comisario de la exposición, Fernando Pérez Suescun.
El Prado ha elegido obras que son, por un lado representativas de su colección, y por otro, fáciles de reproducir en relieve.
Tras el cierre de la exposición el 18 de octubre, la muestra tiene previsto visitar otras ciudades españolas.
Esta iniciativa se inscribe en el marco de los esfuerzos crecientes de los museos españoles para hacer más accesibles sus colecciones a los ciegos, con el apoyo de la influyente Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).
Réplicas del Taj Mahal
El museo de arte contemporáneo Reina Sofia, que exhibe el famoso Guernica de Picasso, permite a los ciegos tocar algunas esculturas, y en el Museo del Traje, pueden recorrer con sus dedos la colección permanente de vestidos históricos, que incluye trajes que se remontan al Siglo XVI.
La ONCE, que gestiona una lotería muy popular en España y emplea a más de 20 mil discapacitados, aconseja a los museos sobre la manera de mejorar la experiencia de sus visitantes ciegos.
«Todo eso ayuda, no solamente a las personas con discapacidad, sino también a cualquier otro tipo de personas», estima Angel Luis Gómez Blázquez, director del departamento de ocio y deporte de la ONCE.
El propio museo de la ONCE presenta en Madrid modelos de 34 famosos monumentos como la Torre Eiffel, el Taj Mahal o el Kremlin. Ahí también se invita a los ciegos a tocar las réplicas y un restaurador pasa una vez por semana para reparar los eventuales daños sufridos por los modelos.
Las personas ciegas vienen a veces para tocar los modelos de sitios que van a visitar o de monumentos que vieron antes de perder la vista, relata la guía del museo, Estrella Cela.
«También puede servir para recordar cosas que ya se conocen», explica Cela, de 59 años, también ciega y que trabaja en el museo prácticamente desde su apertura a finales de 1992.
«Las manos enseñan muchísimo»
Según Elisabeth Axel, presidenta y fundadora de Art Beyond Sight, una asociación con sede en Nueva York que trabaja por hacer más accesibles los museos a los ciegos, cada vez más instituciones tratan de acercar sus colecciones a los invidentes.
«Los museos hacen muchos esfuerzos para invitar a todos los públicos a exposiciones multi-sensoriales», subrayó.
El «Met», el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, que organiza visitas guiadas, clases de dibujo y talleres especialmente destinados a los visitantes ciegos, está a la vanguardia de este movimiento, añadió Elisabeth Axel.
«Tocar, oler, oír, es muy importante», subraya José Luis Andrés, un visitante del museo del Traje de Madrid. «Al faltarme la vista, tengo que completarlo con el resto de los sentidos y las manos enseñan muchísimo», añade este hombre de 55 años, ciego desde hace ocho.