Tokio, 16 ago (PL) El arrepentimiento del emperador Akihito por la actuación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, pretendió apaciguar ánimos de los damnificados por el militarismo nipón en el holocausto.
Los medios japoneses apuntaron que nunca antes un monarca de este país manifestó como la víspera «profundo arrepentimiento» ante los desastres causados por las tropas de Tokio durante el siglo pasado.
Con motivo del aniversario 70 de la rendición japonesa, Akihito deseó que nunca más haya guerra, en alusión a las décadas de sufrimiento y dolor que la Segunda Guerra Mundial provocó en el planeta.
De tal manera que el emperador intentó minimizar el descontento y la insatisfacción de los gobiernos de China y Surcorea, cuyos pueblos sufrieron ocupación de los militares japoneses de 1910 a 1945.
Las expresiones del emperador como parte de las ceremonias de recuerdo a las víctimas del holocausto tuvieron lugar en paralelo a un debate parlamentario sobre una modificación legislativa para permitir a Japón excursiones militares en el exterior.
El primer ministro Shinzo Abe y su gobernante Partido Liberal Demócrata que constituyen mayoría en el hemiciclo, lideran esas discusiones en las dos Cámaras de la Dieta (Parlamento).
Aunque con anterioridad, Abe se disculpó por las agresiones de Tokio contra el continente asiático, acudió a citas de sus predecesores en 1995 y 2005 y no formuló ideas propias.
China calificó de insuficiente las declaraciones del jefe de Gobierno y en similares términos críticos se manifestó la presidenta surcoreana, Park Geun Hye, al afirmar que «deja mucho que desear».
En especial, Park exigió una aclaración total del caso de las llamadas mujeres de consuelo, en tanto que el ejército japonés de ocupación obligó a una prostitución forzada a unas 200 mil asiáticas.
Unas pocas sobrevivientes de esa onerosa práctica continúan protestando ante la embajada nipona en Seúl y reclaman una disculpa sincera e incluso compensaciones por los años de martirio sentimental.
Solo queda un pequeño grupo de protagonistas de aquel episodio, a causa de los 80 años como promedio de edad de las que quedan vivas.
Para evitar el olvido total, en Seúl, la capital surcoreana, hay un monumento que perpetúa la vivencia de aquellas esclavas sexuales, mientras Tokio mantiene un criterio de no aceptar el caso.
El 6 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó la bomba atómica contra Hiroshima y tres días después contra Nagasaki. El 15 de agosto de 1945 Japón aceptó su rendición.