Luchando por un espacio

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Para todos los conductores, hay que aceptarlo, cuando salimos de nuestra casa y vamos a un centro comercial, al cine, a un restaurante o a cualquier otra parte, nos gusta estacionarnos lo más cerca posible de la entrada principal de donde vayamos, la comodidad innegable de caminar lo menos que se pueda, es inherente al mundo moderno y cómodo del ser humano, así somos y que se le puede hacer.

Esta conducta lamentablemente no se limita a un estacionamiento público en un centro comercial, la falta de espacios y el aumento del parque vehicular ha complicado la existencia de quienes acudimos a lugares concurridos como los centros históricos de cada ciudad del país y también ahora en algunos sectores residenciales, en donde éste último se ha visto cada vez más complicado porque por desgracia en la actualidad el tener un carro se ha convertido en una necesidad más que un lujo para poderse trasladar cada miembro de la familia cuando algunos están ya en la universidad, e incluso en preparatoria, familiares que todavía no logran su independencia y viven todavía en las casas de sus padres tienen que trabajar y en donde en una vivienda que de un principio se pensó con espacio de uno o dos vehículos terminan con cuatro o más unidades, uno por cada miembro de la familia provocando esto una pelea constante para ganar un espacio.

Las ciudades de nuestro país sufren hoy de un grave problema que sería difícil de darle solución, o por lo menos de manera integral. Al igual que la mayoría de las ciudades en donde son considerados como pueblos mágicos y otras como coloniales, en donde la construcción de aquellas ciudades se basaron en la geografía caprichosa de los pasos naturales del agua, es decir, sus calles principales se trazaron a un lado de los arroyos o riachuelos que corrían de sur a norte, por ello los primeros trazos de las ciudades fueron calles angostas y reducidas, situación que con el paso de los años, ahora es difícil cambiar. Lamentablemente así se construyeron la mayoría de las ciudades, de formas caprichosas y desordenadas por lo menos en el primer cuadro de las ciudades del país.

En la actualidad, la falta de estacionamiento se ha convertido en uno de los problemas que no se dicen, pero que ahí están. La carencia de espacio para estacionar el alto números de vehículos propiedad de personas que acuden a realizar trámites en oficinas gubernamentales o que simplemente viven cerca de esa zona, se ha convertido en una constante y silenciosa batalla por conquistar territorio, pero en este caso, la tierra se marca con todo tipo de objetos para “apartar” o asegurar un lugar, dejando de lado las leyes y reglamentos que las diferentes cabeceras municipales de todo el país han creado y sus similitudes son tanto que las pocas diferencias entre si pasan muy desapercibidos.

Nada más por mencionar la principal que todas ciudades o municipios tienen son como aquella estipulada que toda persona que tiene un automóvil, puede estacionarse libremente en la vía pública, siempre y cuando no obstruya el espacio de cochera de las viviendas. Pero en zonas de alta densidad como los centros históricos, quienes deseen estacionamiento, deberán de pagar un impuesto en el parquímetros, los cuales le darán un tiempo de estacionamiento de acuerdo a su depósito, o pagar espacio en uno de los pocos estacionamientos cercanos a su alrededor, aunque también existen en algunos municipios en donde el centro histórico no se pueden estacionar en una lateral o en su caso en ambos laterales pero desgraciadamente las mismas autoridades hacen caso omiso de ésta disposición y la gente termina por usar estos espacios.

Pero existe otra opción que poca gente prefiere tener por la vía legal, la compra de espacios exclusivos en la vía pública se ha convertido en una necesidad como una solución a los problemas anteriormente señalados, lamentablemente el costo de éste privilegio muy poca gente quiere pagarlo y ante la impunidad, toma las calles en donde sacan sillas, llantas, cajas de cartón o de plásticos de refrescos, o botes, etc., una lista inimaginable de objetos para separar el espacio, es ahí en donde se ha convertido en la tierra de nadie, luchando por un espacio para estacionarse tomando las calles por su propia cuenta confiando en la apatía de la autoridad y en el poco personal que tienen para evitar este problema.

Vaya usted a donde vaya, se encontrará con personas que se creen dueños de las calle, que se apropian y expropian de espacios para su beneficio personal como son los “franeleros” que más que cuidar o lavar el coche uno prefiere darles unos pesos para evitar que ellos mismos le hagan daño a tu unidad.

Tal vez las autoridades minimicen éste tipo de problemas sociales, lo más seguro es que estén clasificados como “pecata minuta”, comparado con problemas importantes de seguridad, introducción de servicios básicos y otros tantos que requieren atención inmediata y miles de pesos de los presupuestos.

Pero hay que recordar que precisamente los grandes problemas empezaron de esta manera, casi de la nada, imperceptibles a la vista de todos, pero afectando a un gran número de habitantes. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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