(Cimacnoticias) Dos convicciones llevaron a Alejandra Juárez Santiago, joven de 16 años, a convertirse en representante del municipio oaxaqueño de Capulálpam de Méndez: primero, su idea de rescatar la lengua zapoteca y, segundo, la defensa de los bosques de la sierra norte del estado.
En 2014 Alejandra participó en el certamen anual que se celebra en Capulálpam para elegir a la “Señorita Pueblo Mágico”, un concurso en el que se elige a una joven para que represente al pueblo y sea portavoz de las tradiciones y la cultura. Desde entonces ostenta este título, cuenta en charla con Cimacnoticias.
En el concurso, las participantes responden preguntas sobre Capulálpam, lugar nombrado “Pueblo Mágico” desde 2008, luego de la lucha que emprendió la población para despojarse de la fama de pueblo minero y con ello parar la devastación que generaba esta actividad.
La pregunta que le hicieron a Alejandra fue: “¿Por qué el Río Los Molinos, donde se ubica un centro recreativo, lleva ese nombre?
Conocedora de su historia, respondió que se le puso Los Molinos porque Capulálpam fue una comunidad dedicada a la agricultura, principal actividad de sustento, aunque otra parte de los pobladores vivían de la minera La Natividad, dice al recordar la respuesta.
“Sembraban principalmente trigo y elaboraban su pan, los molletes, es el pan tradicional de aquí, entonces para llevar a cabo este pan había familias que tenían sus molinos y eran molinos hidráulicos, unos los pusieron ahí en el río; todos esos molinos se movían con el agua.
“El proceso para sacar la harina de trigo era muy tardado y cada campesino tenía que esperar su turno. Esa harina llevaba un gran procedimiento, por eso le pusieron Río Los Molinos, que molían la harina de trigo, y los demás pueblos vecinos nos conocían como los molleteros”.
Además de este dato, a Alejandra Juárez le quedaba claro que la minería fue una amenaza para el agua, pues la autoridad comunal afirma que alrededor de tres kilómetros de canal de agua fueron contaminados con arsénico y plomo.
Heredera de las tradiciones inculcadas por su abuelo, un hombre que fue minero, y padeció los extremos horarios de trabajo, que escuchó de las luchas de las secciones sindicales, de la nula protección hacia los trabajadores y de las muertes tempranas por respirar el polvo mineral, Alejandra también defiende los recursos naturales.
“Ahorita los señores que lograron sobrevivir se murieron por otras causas, los efectos de los gases o los minerales que respiraban allá abajo; estaban muy inseguros en ese tiempo”, rememora al tiempo que cuenta cómo fue la lucha de su pueblo contra la minería.
“Es mucha responsabilidad porque cuando hay actividades tienes que salir, entonces no nada más vas como una persona que habita, sino vas representando a todo Capulálpam; cuando te piden información tienes que darla, tienes que saber, es un compromiso”.
Al reflexionar sobre las actividades que están por concluir, menciona, “prácticamente es un cargo que te dan, también tienen que desarrollar el proyecto que propones, debes manejar eso y aparte no descuidar la escuela”.
A cada participante le piden que propongan un proyecto, una propuesta a desarrollar durante el año en que tengan el título. Alejandra emprendió un trabajo para rescatar la lengua materna de la región, el zapoteco. “Está muerta la lengua, tenemos ese gran trabajo de ir a preguntar a los pocos señores mayores de edad”, aclara.
Con el respaldo de la Normal Bilingüe de Tlacoyahuaya, de Oaxaca, la adolescente está desarrollando su idea. Los jóvenes estudiantes de séptimo semestre la acompañan en los recorridos por el pueblo, para entrevistar a las personas adultas mayores y recopilar el vocabulario.
“Estamos tratando de rescatar todas las palabras posibles que se puedan, y sí es un gran rollo, un trabajo, pero sé que no es imposible, lleva su paso y es un proyecto de largo plazo. Lo bueno es que sí me apoyan, me están dando todo lo que saben”.
La idea es grabar todas las palabras posibles en audio, para tener la pronunciación y tenerlas en texto, después la meta será hacer un diccionario que se pueda distribuir entre estudiantes de primaria y secundaria para rescatar la lengua.
“Lo que me está costando un poquito de trabajo es con la autoridad para que me den el apoyo, porque estos chavos prestan su tiempo, entonces necesitamos donde se queden, el hospedaje, la alimentación”, por lo pronto el proyecto va adelante, festeja.
Al final de la conversación la adolescente dice que quiere estudiar arquitectura, pero luego reflexiona que le gustaría cualquier carrera relacionada con las matemáticas, de cualquier forma, antes de definir su futuro, debe concluir la educación media superior. “Todavía estoy muy chiquita”, advierte.