Moscú (PL) El reciente derribo por cazas turcos de un avión ruso que combatía en Siria contra el Estado Islámico (EI) y otros grupos terroristas desenmascaró definitivamente a Washington y sus aliados como cómplices de ese flagelo.
Mientras el presidente ruso, Vladmir Putin, advertía que el «golpe por la espalda asestado por los cómplices de los terroristas» tendría graves consecuencias en las relaciones ruso-turcas, Estados Unidos y la OTAN asumieron una actitud complaciente.
Pese a que la nave fue derribada dentro de Siria y que uno de los dos pilotos tras catapultarse fue asesinado en territorio de ese país -como mostraron los yihadistas en un video colocado en Internet-, el presidente norteamericano, Barack Obama, justificó el crimen con el argumento de que «Turquía tiene derecho a defender sus fronteras».
En su denuncia, Putin resaltó que el incidente guarda relación con los golpes que las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia propinan al EI y a otras agrupaciones que imponen el terror en Siria, Iraq y el resto del mundo.
Por su parte, el primer ministro ruso, Dmitri Medevedev aseguró desde Ekaterimburgo que Rusia posee datos que confirman los intereses financieros directos de un grupo de funcionarios turcos en la compra de petróleo y sus derivados a los extremistas islámicos.
Con el derribo del Su-24, Ankara demostró que realmente protege a los terroristas del EI, lo cual no sorprende, Según Medevedev, «dada la información disponible sobre los intereses económicos directos que algunos funcionarios turcos tienen en el suministro de derivados del petróleo producidos en empresas controladas por el EI».
Recientemente, el general de Ejército Serguei Shoigú, ministro ruso de Defensa, informó las pérdidas financieras que sufre el EI como resultado de los ataques de la aviación del Kremlin contra las caravanas de camiones cisternas que participan en la denominada operación terrorista «Tubería en el camino».
Precisó el titular que los golpes de las Fuerzas Aeroespaciales rusas impiden que cada día los terroristas vendan 60 toneladas de petróleo e ingresen un millón 500 mil dólares.
Al seguir los hilos de esa fuente de financiamiento para el terrorismo mundial, el miembro del Partido Socialista de Turquía Gursel Tekin denunció que el hidrocarburo robado por el EI en Siria se traslada a su país por MMZ, empresa transportadora controlada por Bilal Erdogan, hijo del presidente, Recep Tayyip Erdogan.
Estas informaciones trajeron a colación la denuncia formulada por el presidente ruso ante la prensa al final de la cumbre de las 20 economías más desarrolladas (G-20) en Antalya, Turquía, donde advirtió en noviembre a varios de sus colegas sobre ese tráfico ilegal.
Según Putin, más de 40 naciones, incluidas varias del G-20, compran combustible robado en Siria e Iraq que después sirve para financiar atentados terroristas como los de París o la voladura del avión comercial ruso A-321 en Egipto, con un saldo de 324 muertes.
«Columnas de vehículos petroleros extendiéndose por decenas de kilómetros, de manera que a partir de una altura de cuatro mil o cinco mil metros desaparecen en el horizonte. Parece un sistema de tuberías de petróleo», denunció el mandatario en alusión a lo que «no ve» la inteligencia satelital de Occidente.
DENUNCIA ANTE EL MUNDO
Durante el período de sesiones número 70 de la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre último, Putin volvió a denunciar la responsabilidad de Washington y sus aliados en el surgimiento y la expansión del EI y otras fuerzas terroristas.
En su primer discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas desde 2005, Putin explicó que muchos integrantes del EI son militares iraquíes y libios cesanteados por los invasores que provocaron la anarquía y la degradación de la estatidad en esos países.
Advirtió el líder ruso que la amenaza terrorista puede expandirse a más regiones del planeta, y subrayó que actuar de manera inconsecuente y con dobles raseros puede agudizar el problema.
Según Putin, la mejor prueba del daño que causa esa inconsecuencia son los datos sobre la transferencia de armas a la llamada oposición moderada y que después cayeron en manos del EI.
La exportación de revoluciones «ahora llamadas democráticas» han creado serios problemas en África del Norte y el Medio Oriente, donde hoy imperan la violencia, la pobreza y el desastre social, dijo.
Fue reiterativo en su denuncia contra «quienes desde fuera» generaron esos conflictos, y los emplazó ante el plenario de la Asamblea General de Naciones Unidas en su septuagésimo período de sesiones.
«Quiero dirigirme a quienes desde fuera generaron los conflictos en Oriente Medio: ¿se dan cuenta de lo que han hecho?, preguntó el estadista en evidente alusión a Estados Unidos y sus aliados, y a continuación subrayó que ahora los culpables no quieren asumir su responsabilidad.
Significó que resulta hipócrita hablar de «lucha contra el terrorismo» e ignorar de dónde salió el fortalecimiento y el financiamiento de esas fuerzas que hoy amenazan al mundo.
Al defender el sistema de Derecho Internacional aprobado en Yalta, Crimea, entonces Unión Soviética, por la coalición que derrotó al fascismo durante la Segunda Guerra Mundial, el jefe del Kremlin significó que la ONU no tiene igual y le corresponde el papel central en la solución de los problemas globales.
Deploró que «algunos países comenzaron a pensar que si son fuertes pueden ignorar a la ONU» y criticó que esas naciones decidan actuar sin contar con el organismo internacional.
La injerencia agresiva causó la destrucción total y la catástrofe social en Oriente Medio, recalcó.
Precisó Putin que como consecuencia, el vacío de poder originado en el Norte de África y otros países por «ciertos actores extranjeros» trajo como resultado la aparición y consolidación del EI.
SALTO CUALITATIVO EN EL CONFLICTO DE SIRIA
Tras su discurso en la ONU, el 30 de septiembre del año que concluye Putin ordenó el inicio de una operación antiterrorista en Siria por solicitud de su presidente constitucional, Bashar al-Assad, y con la autorización del Consejo Federal ruso (Senado), de acuerdo con el Derecho Internacional.
La acción que involucra a las Fuerzas Aeroespaciales, la Aviación Estratégica, y dos grupos navales, uno en el mar Caspio y otro en el Mediterráneo, más un centro de inteligencia con sede en Bagdad con participación de Moscú, Siria, Irán e Iraq, impusieron en pocas semanas una nueva cualidad técnica en las acciones.
Golpes aéreos y coheteriles contra objetivos de la infraestructura militar estratégica del EI como fábricas de proyectiles y explosivos, puestos de mando, centros de comunicaciones, almacenes de municiones y combustible, así como campamentos y bases de entrenamiento arrebataron la iniciativa a los terroristas.
En este contexto, el Ejército de tierra turco inició una contraofensiva en la que ya logró avanzar cientos de kilómetros en provincias como Latakia, Al Raqa, Idlib, Alepo, Damasco y Homs, Hama, y dei ez Zor.
Con su apoyo a las Fuerzas Armadas sirias, ajustado al contenido de la Carta de la ONU, Rusia alcanzó en semanas el éxito que la denominada coalición internacional comandada por Washington no pudo -o no quiso- en más de un año de supuesta lucha contra el terrorismo, sin tener en cuenta la soberanía del país árabe.
* Corresponsal de Prensa Latina en Rusia.