Panamá: Cumbre por la unidad de América

Por Nubia Piqueras Grosso *

Panamá (PL) El encuentro entre los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, y la unidad latinoamericana y caribeña por la paz del continente son los resultados más comentados de la Cumbre de las Américas celebrada en abril en Panamá.
Pese al tiempo transcurrido, aún recuerdan aquí el discurso del mandatario cubano, cuyas palabras al decir de su homólogo panameño, Juan Carlos Varela, salieron del corazón.
Fue un discurso muy emotivo, en el que compartió los sentimientos, frustraciones y sueños de su pueblo, apuntó.
En todo momento permitió vivir la historia de Cuba, sus realidades, dificultades y avances en materia de educación, desde la voz de uno de los protagonistas más importantes de la Revolución, subrayó Varela.
Y justamente en esa clase magistral de historia, como calificaran algunos colegas la intervención, el compromiso de la isla para con la paz, la integración y el desarrollo de la región, estribaron los elogios a las palabras de Raúl Castro.
Pero más allá de estas impresiones y de la aprobación unánime de un histórico encuentro entre los máximos representantes de dos gobiernos distantes por más de cinco décadas, muchos fueron los comentarios emitidos por los analistas.
Uno de ellos es que Estados Unidos regresó a América Latina y logró integrarse después de una larga ausencia, a través de un discurso carente de vocación imperialista y arrogancia como antaño protagonizaron los exmandatarios de ese país Ronald Reagan y George W. Bush.
De hecho, Obama expresó: «Los días en que nuestra agenda en este hemisferio a menudo suponía que Estados Unidos podía interferir con impunidad, están en el pasado».
Sin embargo, los mandatarios de Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba criticaron la injerencia que aún subyace en las políticas del país norteño, ansioso de mantener la hegemonía mundial.

TROPIEZOS DE UNA CUMBRE
Entre fuertes denuncias de manipulación, negativas de acreditación para algunas organizaciones y provocaciones de todo tipo, entre ellas la admisión del asesino del guerrillero cubano-argentino Ernesto «Che» Guevara, transcurrió el polémico foro de la Sociedad Civil, uno de los cuatro de la cita hemisférica.
Justamente este hecho provocó la retirada de la delegación cubana por no compartir espacios con «terroristas y mercenarios», al tiempo que organizaciones panameñas denunciaron acciones desestabilizadoras por parte de algunos asalariados de la ultraderecha violenta de origen cubano, que reside en Miami.
En declaraciones a Prensa Latina, el profesor panameño Olmedo
Beluche aseguró que el diseño organizativo apuntaba a que
aparentemente Estados Unidos deseaba usar ese escenario como tribuna para atacar a Venezuela y Cuba, usando a contrarrevolucionarios de ambas naciones.
Sin embargo, los que tenemos otra visión sobre América Latina y queremos la integración bolivariana como la planteó Hugo Chávez, no tenemos acceso a ese foro, precisó.
Un sabor totalmente diferente dejó el fraternal encuentro del
presidente boliviano, Evo Morales, con los asistentes a la Cumbre de los Pueblos, donde recordó la trayectoria de los movimientos sociales en su país y el continente y las enseñanzas de Chávez, de que solo la unidad permitirá la derrota del Imperio.
El emblemático Paraninfo de la Universidad de Panamá sirvió de escenario, al igual que hace 10 años en Mar del Plata, Argentina, cuando sesionó la primera Cumbre Alternativa de los Pueblos de América Latina, para colocar en la agenda problemas que los Jefes de Estado no tienen en cuenta, y para que los gobiernos conozcan nuestras necesidades y reivindicaciones, concluyó Beluche.
A pesar de los tropiezos, la VII Cumbre de las Américas pasará a la historia de nuestra región porque una vez más América Latina y el Caribe fortaleció su propia voz, en un escenario donde la integración cobra mayor protagonismo en el contexto del desarrollo social y económico.
Y en ese camino, equidad y educación de calidad desempeñan un rol importantísimo. De ahí la propuesta del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, de crear un sistema interamericano, en un continente donde el acceso a la enseñanza no es un derecho para todos por igual. Una de las interrogantes que tuvo un contundente rechazo fue el supuesto divorcio entre Cuba y Venezuela, tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la isla caribeña y Estados Unidos.
En tal sentido, Raúl Castro no solo calificó de positivo el
reconocimiento de Obama de que Venezuela no es una amenaza para la seguridad de su país, sino que reafirmó el apoyo de Cuba -resuelto y leal- a la hermana nación y al gobierno legítimo de Nicolás Maduro.
Durante su intervención en la VII Cumbre, el mandatario de la isla dejó bien claro una idea de siempre: los cambios que se produzcan no variarán en nada el sistema político de Cuba.
«Continuaremos enfrascados en el proceso de actualización del
modelo económico cubano con el objetivo de perfeccionar nuestro
socialismo, avanzar hacia el desarrollo y consolidar los logros de la Revolución», proclamó.
«Gracias a Fidel (Castro) y al heroico pueblo cubano, hemos venido a esta Cumbre, a cumplir el mandato de (José) Martí con la libertad conquistada con nuestras propias manos, orgullosos de nuestra América, para servirla y honrarla… con la determinación y la capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete por sus sacrificios», dijo Raúl.

*Corresponsal de Prensa Latina en Panamá.

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