*Cuidado: los Reyes
*Monarquía Decadente
*Dinastía Verdadera
Esta jornada es de Reyes aunque en México, dicen, ya no exista pleitesía por Corona alguna. Algunos historiadores, cortos de vista, insisten en que los pueblos de Mesoamérica se irguieron a partir de imperios que socavaban a los pueblos débiles y los rendían como esclavos. Y de aquel sometimiento, precisamente, se engendró la caída de la Gran Tenochtitlan esto es por los “aliados” que encontró el extremeño Cortés, guerrero y violador sin moral, a su paso desde Veracruz al centro del Anáhuac.
Pero aun así las huestes invasoras recibieron algunas palizas memorables como la de la llamada “noche triste” que debiera ser llamada “feliz” por quienes heredamos este territorio magnífico: los aventureros de allende el mar fueron sometidos y sacados a patadas y pedradas. Desde este punto comienzan las tergiversaciones hasta llegar a la mayor de todos: considerar que México fue “conquistado” cuando en realidad la ocupación colonial no fue afrenta para los mexicanos sino injurioso sometimiento para las naciones indígenas cuta sangre no bastó para frenar a los bárbaros de Europa. Lo que deviene de esta realidad son más bien leyendas para justificar los horrores de la esclavitud y el amancebamiento de un pueblo esencialmente guerrero.
Sin duda, eso sí, la simbiosis del mestizaje exaltó la tendencia posterior o el complejo, diríamos mejor, de los conquistados: el del conformismo sumiso que alimenta temores ante la ignominia de la fuerza de los malos gobiernos alejados de su origen esencial: la soberanía del pueblo y la consiguiente democracia que no logramos hacer efectiva porque los mandatarios nos traicionan y los miembros del Congreso optan por el sectarismo faccioso antes de someterse a los verdaderos intereses del conglomerado con calidad de mandante, quien ordena, y con constreñida capacidad, contraria al espíritu de la Carta Magna, para retirar del poder a quienes no han sabido ejercerlo o lo han hecho sólo en beneficio propio o de sus familias ambiciosas, tantas veces insolentes, que no se detienen en la burla abierta con marca y todo: porches amarillos –acaso para que se vean como autos perredistas-.
Y no basta con retirar a un delegado para tapar el enorme agujero que deja la estela de la corrupción, como en el caso de Alejandrito Murat Hinojosa, renunciante al INFONAVIT como pretenso candidato al gobierno oaxaqueño tan depauperado, uno de los niñatos preferidos de la cúpula gobernante además de hijo… de un célebre ex gobernador ladrón y magnicida, Pepe Murat Casab, quien se dio el lujo de fingir un autoatentado para darse una importancia de la que carecía; ahora va con el heredero en ristre aprovechando la moda de los Juniors bien trajeados, con el pelo engomado y la sonrisa congelada además de aparentes buenas maneras perfectamente estudiadas ante un espejo.
Por cierto, y ya que tocamos el tema de los Murat, los antecedentes genealógicos no son del todo afortunados para Alejandro, con nombre de conquistador y armas de palo. Quienes gozamos de memoria en este país –cada vez menos, debo decirlo-, aun esperamos el deslinde de su padre, José, sobre los acontecimientos de Lomas Taurinas o, en su caso, las indagatorias necesarias para saber cuál interés le movía para encerrar al candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, en una trampa ratonera en marzo de 1994. Además, él fue quien sugirió la ubicación del templete para dificultar la salida del aspirante, quien fue rodeado y asfixiado por la gente –mucha de ella acarreada-, hasta el desenlace de los balazos de Aburto y compañía mientras el general Domiro García Reyes, responsable de la seguridad, daba señas dentro del círculo perverso. No olvido ni quiero olvidar como tantos lo han hecho. Miserables, infames.
Por desgracia, el presidencialismo autoritario ha sido también señalado como la “presidencia imperial”, título de una de las mejores obras de Enrique Krauze –por favor, señor peña, no lo confunda con Lorenzo Meyer todavía adicto a la militancia lópezobradorista-, si bien encuadrado en un sexenio inexorable y resistente de las mareas de los farsantes que, por seguir bebiendo del erario público, proclaman el imperativo de acceder a la reelección directa de los mandatarios-socios. Cuando ello llegara a ocurrir, no espero verlo, la historia de México, el país mismo, sería brutalmente infamado y ya no habría redención posible: la República, y con ella el tejido social, morirían sin remedio bajo el tremendo dolor de la impotencia, el más profundo de cuantos pueda sentir el cuerpo humano y la conciencia colectiva. No lo deseo ahora ni concibo que lo sufran mis hijos y nietos. ¡Démonos cuenta de lo que está en juego!
Este día, sólo éste, es de reyes. La fantasía de los Magos de Oriente que despiertan temprano a los chiquitines y llenan de pureza los corazones de sus padres que generosamente entregan la estafeta a aquellos para llevarse los créditos de lo gastado, es uno de los momentos más entrañables que puedan atestiguarse en nuestras vidas. Esas sonrisas se llevan siempre en el corazón, lo mismo que las expresiones de asombro y la glotonería infantil que se vuelca contra nuestro chocolate, producto de México para el mundo y ahora marginado por una industria tuerta, saciadas las manos de tanto golpe a las piñatas; por cierto, éstas siempre se deshacen para dar cauce a la catarata de dulces, cañas, frutas y hasta muñequitos. ¿No entendemos esta alegoría que se cierne sobre nuestros pequeños? Si rompemos con los cartones y los cartabones podremos recibir el botín de la libertad y la justicia, tan agradables al paladar como las exquisiteces originadas en el cacao.
Si se aprecia así, no estarían tan tranquilos en Los Pinos. Mónica, la primogénita del señor peña –descendiente de una gran señora, Mónica Pretelini, a quien se le negó la posibilidad de llegar a buen puerto con su responsabilidad social y no pudo hacerlo acaso por la negligencia criminal de su consorte-, seguramente recibirá un obsequio de esos que dejan con la boca abierta; espero que, siquiera, la mantenga así para evitarse resbalones semánticos como el referido a la “prole”, en sentido despectivo que no es sino la abreviatura aristocrática de “proletario”, el término marxista que señaló a la clase trabajadora y explotada; y de esta base, no lo olviden en la residencia oficial, suelen surgir las chispas de la indignación popular, sea para armar revoluciones o simplemente para extender, como ahora, el clamor general contra quienes han abusado, hasta la burla, de nuestra confianza. ¡Son tantos loe episodios ominosos!
Mucho me temo que Baltasar, a quien cariñosamente se le endilga el racista bautizo como “el negrito”, quizá deje la mirra a un lado y coloque en la residencia oficial toneles de sangre derramada para ser explícitos para los ocupantes perentorios de la misma que olvidan pronto y quisieran que los mexicanos lo hicieran también; pero se han topado con las paredes de la crispación por ellos mismos edificadas y, para colmo, ya sabemos que los mexicanos en el exterior pero también sobre nuestra tierra, a decir del señor fox el predecesor intocable, suelen hacer “hasta los trabajos que no realizan los negros”. Si Baltasar lo entiende deberá dejar su lugar al difunto “Chespirito”, producto nato de Televisa, para que recorra en su elefante cien veces la cancha del Azteca. Sería una buena manera de fusionar los denominativos, siquiera, de las dos empresas líderes en materia de televisión, la segunda surgida de la complicidad de raúl salinas de gortari con Ricardo Salinas Pliego: el mismo apellido sin parentesco alguno aunque sendas ramas provienen de Monterrey.
Si en México hay pocos seres humanos de “color”, como les llaman los puritanos cuando precisamente no tienen ninguno, tal sería una vindicación urgente. Lástima que no lea el señor peña nieto –al igual que sus predecesores, digamos fox y calderón porque zedillo se bebía los extensos volúmenes sobre economía hasta más allá de la madrugada-, y no pueda enterarse así de la sugerencia, a menos de que podamos escribirle un guion para el retorno de “La Gaviota” a los sets televisivos y él, como consorte, esté obligado moralmente –si la cuerda resiste-, a seguir sus líneas como un buen samaritano del espectáculo.
En fin, los niños no tienen porqué asomarse a estas columnas perniciosas. Déjenlos ser felices… aunque muchos de nosotros no sean capaces de sobreponerse al miedo y dejen llegar al abismo a quienes descienden de cada uno.
Debate
Cuando visité, hace poco más de una semana, la mágica Chichen-Itzá –su nuevo espectáculo de luz y sonido, sobre la pirámide de Kukulcán es fascinante-, me salió al paso un grupo de españoles con tintes de buscadores de tesoros porque, siguiendo sus condiciones ancestrales, rascaban en la tierra en busca de alguna vasija o de algún ídolo. Uno de ellos, sin miramientos, se lanzó a hablar de su monarquía decadente como la de los Itzaes, dijo, por cuanto abandonaron el emplazamiento deslumbrante sin explicaciones históricas; dicen que quienes se fueron fundaron otra ciudad, aún más esplendorosa, pero todavía no “descubierta” por los tantos arqueólogos, de distintas nacionalidades, que a cambio de ello han saqueado los cenotes sagrados –sin referencia a Salma Hayek, por favor.
Los vi, medí y les lancé con agolado tono:
–¡Viva la República!
Varios me miraron, sorprendidos, pero ninguno detuvo su andar acaso por el temor implantado en ellos sobre la violencia en México y creyendo que cualquier discusión pudiera desemboscar en un río de sangre similar a los que sus ancestros multiplicaron por los territorios de Mesoamérica para implanta, con fuego además, la nueva doctrina monoteísta. No lo sé pero no dieron tiempo a explicar las razones por las cuales, en Latinoamérica toda, se repele a todo el santoral de reyes con derechos supuestamente divinos para mantenerse en el poder. Eso de la sangre azul y las sucesiones familiares no tiene sostén en la sociedad moderna de nuestros días; sin embargo, son abundantes quienes sostienen que el reyecito Felipe VI y su consorte Letizia, de polémico paso por México en su juventud, son un factor de unidad en la desvencijada Hispania de nuestro tiempo, con catalanes, vascos y gallegos decepcionados de su patria común.
Pese a todo ello, se mantiene la pleitesía a favor del monarca español cada que aterriza en nuestro suelo y pese a no ostentar la jefatura del gobierno, sólo la representación del Estado, sin acercarse por ello a los líderes latinoamericanos. ¿Hasta cuándo durará el vasallaje mental? Sólo hasta que determinemos el punto final.
La Anécdota
En febrero de 1975 visitó Uxmal la Reina Isabel II de Inglaterra quien es la única veterana monarca que no parece tener deseos de abdicar. ¡Imagínense a Camila Parker en el trono del viejo “imperio”! Sería terrible para muchos sensibles espíritus que no olvidan a su “reina de corazones”, Diana. Fue el caso de que, durante la cena para recibir a la soberana inglesa, ésta preguntó un tanto despistada al observar que compartía mesa con Gaspar Antonio Xiu, último descendiente de los reyes fundadores de la ciudad sagrada de los mayas, preguntó sin reservas:
–¿Es auténtica esta dinastía de los Xius?
Y el gobernador, Carlos Loret de Mola, mi padre, le respondió:
–¡Qué curioso! El señor Xiu acaba de interrogarme sobre si es verdadero el linaje de la casa Windsor.
La reina río a carcajadas, de buen humor, entendiendo el sarcasmo.
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CUANDO LOS MEXICANOS EXIGIMOS UNA NUEVA FORMA DE GOBIERNO, UN MODELO POLÍTICO DISTINTO, JAMÁS PENSAMOS EN UNA MONARQUÍA SINO EN UNA EVOLUCIÓN HACIA EL PARLAMENTARISMO. PERO NO FALTAN REACCIONARIOS DESEOSOS DE VIAJAR PARA ARRODILLARSE EN EL PALACIO DE LA ZARZUELA EN MADRID.