La Habana (PL) Con su estela de misticismo y filantropía, Alan Moore resulta toda una leyenda en el mundo del comics y sus imágenes se han convertido en símbolos modernos de irreverencia y hasta de culto para algunos.
El padre de V de Vendetta relanzó y popularizó la máscara de Guy Fawkes y -tal vez sin quererlo- la convirtió en la encarnación de protestas antisistema en todo el mundo, incluso dio rostro a movimientos de ocupación y disconformes con las políticas capitalistas.
«Cuando escribí esa historia, Reino Unido iba para peor con las estrategias conservadoras de Margaret Thatcher y los disturbios en su contra… Entonces, traté de ahondar en todo lo que traen consigo el fascismo y la anarquía», contó Moore.
«Sin embargo, en la película que hicieron luego no se ven reflejados esos términos, la transformaron en una parábola de la era de Bush, pues la gente es demasiado tímida para hacer sátira política en su propio país. La intención del filme no es la del cómic que escribí».
Con su barba de proporciones colosales y su pelo largo y blanco al estilo Gandalf, dicen que Alan Moore tiene una vida de ermitaño y reniega un poco del mundo… A veces, pudiera parecer una pose, pero quienes conocen su obra defienden esta verdad.
En sus pocas entrevistas deja entrever a un hombre atormentado entre los imperativos del mercado y su realización en el arte. Pese a su postura de arremeter contra el «establishment», Hollywood al parecer adora su trabajo.
Esta industria ha adaptado varias de sus novelas gráficas como From hell, The League of Extraordinary Gentlemen y la protagonizada por el «detective de lo sobrenatural» John Constantine.
En una entrevista a MTV, confesó en una ocasión: «realmente dudo que cualquiera de mis comics pueda ser bien adaptado al cine porque no los escribo para ello». También explicó que los trabajos con DC Comics, como V de Vendetta o Watchmen, fueron hechos bajo ciertas condiciones pues a esa compañía pertenece todo el material.
«Todo lo que yo puedo decir es: quiero que no aparezca mi nombre, ni quiero dinero alguno».
Alan Moore tampoco tiene interés en dirigir cintas sobre sus comics. Si algo funciona perfectamente en un género, ¿porqué hacer lo mismo en otro género para el que no han sido escrito?, apuntó.
De hecho, en varias oportunidades ha mostrado su inconformidad con la adaptación a la gran pantalla de la serie suya con el artista David Lloyd: V de Vendetta.
Moore no estuvo satisfecho con el guión y como ya es habitual en él, apartó su nombre del proyecto y permitió que todos los beneficios derivados de la película fueran otorgados a Lloyd.
«En una historieta se pueden dejar detalles subliminales en cada dibujo, el lector tiene tiempo para desgranar cada uno de ellos y no hay forma de poder hacer eso en una película».
Pero en Hollywood cada quien pone su granito de arena, dando un toque diferente. Los actores no querrán decir ciertas líneas o interpretar al personaje de la forma adecuada, expresó.
Por ejemplo, el inspector en From Hell, Fred Abberline, estaba basado en un personaje de la vida real, un hombre modesto de edad madura que no bebía demasiado y fiel a su esposa.
Johnny Depp lo interpretó como un bebedor de absenta, que frecuentaba los fumaderos de opio, con un corte de pelo a lo dandy… un policía así en 1888 hubiera sido apaleado por sus compañeros oficiales, consideró el británico.
En tanto, cuando sí había un verdadero dependiente del opio, como fue el papel de Allan Quatermain en The League of Extraordinary Gentlemen, que probó muchas drogas en multitud de ocasiones según el libreto original, pues ocurrió lo contrario, contó.
«Sean Connery no quiso interpretar a un adicto y esa faceta fue arrojada por la ventana debido al capricho del actor. No tengo ese tipo de problemas en los cómics».
LAS PASIONES Y DESAZONES DEL GENIO
Amante de la pluma de H.P Lovecraft, Edgar Allan Poe, William Blake y los más contemporáneos Steve Dirko, William Burroughs y Thomas Pynchon, Moore vuelve siempre al retiro de su natal Northampton, con su misantropía y su «inconformidad» con la industria a la que debe su gloria.
Entre sus más reconocidas series se cuentan V de Vendetta (1982-1988), La Cosa del Pantano (1984-1987) y Watchmen (1986-1987), de hecho esta última resulta en el único comics elegido por Time en su lista de las 100 mejores novelas desde 1923.
A sus 62 años, está ya cansado de los críticos que, para insultar a un proyecto, dicen «personajes de cómic» o «guión de cómic», y usan ese término como algo ajeno a la cultura, dijo.
Eso sí, detesta a los superhéroes del género pues los considera «una catástrofe cultural», especie de abominaciones
«Encuentro preocupante que el público de las películas de superhéroes esté ahora prácticamente compuesto por adultos, hombres y mujeres en sus 30, 40 o 50 que se apuntan ansiosamente a ver personajes expresamente creados hace medio siglo para entretener a chicos de 12 a 15 años».
Además de ser considerado el mejor escritor de cómics de todos los tiempos, otra de sus grandes pasiones es el ocultismo y los misterios sobrenaturales.
El niño Alan -como todo buen genio rebelde en ciernes- era bastante inquieto, lo expulsaron de la escuela secundaria y ese episodio se repitió varias veces en su vida. A los 18 años, estaba sin trabajo fijo y sin muchas expectativas de enrumbar su vida.
Precisamente, fue en ese momento que comenzó a trabajar con la revista Embryo y así comenzaron sus vínculos con el laboratorio de arte de Northhampton. Al parecer, esto representó una vuelta de tuerca, y hasta se casó y tuvo dos hijas.
En 1979 comenzó a trabajar como caricaturista para la revista semanal Sounds, pero al poco tiempo, un poco decepcionado de su talento como artista, decidió enfocarse de lleno en la escritura.
Para el venerado autor de comics hay una relación inversa entre la imaginación y el dinero: a su juicio, mientras más dinero y tecnología hay disponible para crear, menos imaginación se aplica a ello.
Y, al final, ha sabido conciliar bien su éxito y sus arremetidas contra el mainstream en historietas que hablan de la libertad, la igualdad de derechos, las luchas de género y hasta la dignidad del género humano.
ro/ifb
(*) Periodista de la Redacción Cultura de Prensa Latina.