Emotivo último discurso de Obama ante el congreso de EE.UU.

Por Roberto Garcia Hernandez

La Habana, 13 ene (PL) El discurso del presidente Barack Obama sobre el Estado de la Unión fue un recuento de los éxitos de su administración, matizado en ocasiones por las frustraciones, demostraciones de fuerza y tareas pendientes, destacan hoy expertos.
Fue por encima de todo, un intento por reiterar el carácter hegemónico y de superpotencia de Estados Unidos, en momentos en que la oposición republicana acusa al mandatario de débil en materia de seguridad nacional y algunos adversarios intentan desafiarlo en la arena internacional.
Aunque prometió que Washington no se convertirá en policía mundial -algo que se contradice con la presencia global de sus fuerzas armadas- destacó que no existe otro país con un poderío similar y recordó que la nación norteña gasta más en sus servicios armados que casi una decena de potencias juntas.
Incluso cuando exhortó al Congreso a levantar el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, dejó claro que el objetivo principal es hacer avanzar los intereses norteamericanos en la isla e implantar aquí un sistema según los cánones de Estados Unidos.
En este punto resaltó la importancia del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la isla caribeña, y señaló que más de 50 años de aislamiento a Cuba fracasaron en promover los intereses norteamericanos y crearon problemas para Estados Unidos en América Latina.
Llamó a cooperar con el cierre de la cárcel en la base naval de Guantánamo, un centro de internamiento que desde 2002 Washington mantiene en ese enclave militar, ubicado en territorio cubano contra la voluntad del pueblo y Gobierno de la isla.
El mandatario fue enfático cuando pidió además al legislativo que discuta y apruebe la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF) contra el Estado Islámico (EI) en Siria e Iraq, algo que el Capitolio tiene pendiente desde febrero de 2015, cuando la Casa Blanca le presentó la solicitud oficial.
Al respecto, señaló que el objetivo es enviar un mensaje inequívoco a los fundamentalistas -a quienes llamó asesinos y fanáticos- sobre la decisión de Washington de derrotarlos.
Con la mira puesta en la campaña con vista a las elecciones de noviembre de este año, el mandatario pretendió neutralizar los criterios del liderazgo republicano y otros sectores sobre la supuesta falta de resultados concretos en el campo de batalla.
Para reafirmar la imagen de Estados Unidos como superpotencia en todos los planos, Obama resaltó los avances en la economía en los últimos años, y recordó que su administración logró sacar el país de la crisis que comenzó en 2008, estableció una ley de cuidados de salud y reformó la política energética.
Sin embargo, el mandatario reconoció que algunos sectores de la sociedad norteamericana aún no disfrutan de esa supuesta bonanza y llamó a luchar por una mayor equidad para los trabajadores y hacer que el desarrollo tecnológico funcione para todos.
A juicio del diario The New York Times, Obama intentó dibujar una imagen esperanzadora del país, pero a la vez reconoció que muchos estadounidenses se sienten excluídos de un sistema político y económico que consideran amañado.
El rotativo neoyorquino señaló que Obama habló de la importancia de la reforma migratoria, a pesar de sus records negativos de deportaciones como respuesta al influjo reciente de familias que huyen de la violencia, sobre todo de países centroamericanos.
También el Presidente admitió que los políticos estadounidenses andan por caminos inciertos y sin mencionar al precandidato republicano Donald Trump rechazó algunos de los planteamientos racistas y xenófobos de este en los últimos meses.
Al afirmar en los minutos finales de su discurso que el estado de la Unión es fuerte, Obama lanzó su mensaje más directo a aliados y adversarios, tanto en el plano doméstico como internacional, para quienes la nación norteña no está precisamente en sus mejores momentos.

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