Si bien la batalla por la capital del estado no atrae tantos reflectores como el choque en las alturas que trae desquiciado a medio mundo por razones obvias, no deja de tener una importancia significativa para los habitantes del municipio de Othón P. Blanco por ser la posición de casa.
Por ello la caída de Pedro Flota Alcocer –Presidente de la Gran Comisión del Congreso– ha pegado fuerte en un sector de chetumaleños que daba por hecho su llegada al sillón municipal de la avenida Alvaro Obregón.
Pedro Flota es el político que más pruebas adversas ha soportado sin perder la paciencia desde el proceso local de 2008, permitiendo entonces la postulación de Andrés Ruiz Morcillo, y luego el ascenso del decepcionante Carlos Mario Villanueva Tenorio, y después el encumbramiento de Eduardo Espinosa Abuxapqui, quien ya había sido alcalde de 2002 a 2005.
Y duele a muchos lo ocurrido con Pedro Flota porque su eliminación fue provocada por el juego de cromosomas que posibilita la postulación a mujeres por el simple hecho de serlo, independientemente de sus cualidades políticas y administrativas.
La licencia en mano y “por tiempo indefinido” de la diputada federal Arlet Mólgora Glover define el rumbo del proceso porque ella parece enfilada a ser la candidata a la alcaldía capitalina, sin generar oleadas de entusiasmo que tampoco ha necesitado el PRI para ganar de todas, todas.
Por fuerza de la costumbre las mayorías activas y silenciosas creen que la candidata del PRI –sea quien sea– gana de calle. Y los antecedentes son contundentes, pero el escenario actual debe ser analizado a conciencia porque la oposición quizá pueda competir en esta ocasión.
No veo en el tablero un candidato o candidata capaz de desafiar al PRI, pero el exceso de confianza de este partido puede complicarle la travesía electoral. Hablo de un escenario que podría formarse como nubarrón de tormenta en el cielo luminoso del priismo que parte como amplio favorito en la batalla por la alcaldía capitalina, no precisamente por las cualidades de la dama que postule, sino por la hambruna de figuras en el panismo y el perredismo.
Y de Morena, ni hablar, porque este partido ha metido la pata por su vocación dedocrática, inaceptable en una opción que pretende marcar la diferencia.