El gobierno federal ha sufrido en demasía con Joaquín “El Chapo” Guzmán, complicando excesivamente su proceso de extradición a Estados Unidos, y cuando sea consumado traerá consecuencias de terremoto porque en aquel país exprimen toda la información de los capos mexicanos, sin que tengan que exhibirla en primeras planas.
Comparar al “Chapo” Guzmán con el ex gobernador quintanarroense Mario Villanueva Madrid es un ejercicio obligado, ya que en la recta final del presidente Ernesto Zedillo el gobierno federal fue implacable con el priista caribeño, soltando una jauría de policías y mandos clave que trituraron todo lo vinculado con este hombre, persiguiendo incluso a su primogénito Luis Ernesto Villanueva Tenorio.
Mario Villanueva fue entregado a Estados Unidos el ocho de mayo de 2010, con una velocidad fuera de lo común en ese tipo de episodios tan complejos. Hasta fue evidente que el gobierno federal tenía prisa por deshacerse del ex gobernador chetumaleño que abandonó la silla el 27 de marzo de 1999 –ocho días antes de concluir su mandato–, iniciando su peregrinar en el clandestinaje hasta ser atrapado el 25 de mayo de 2001, en las cercanías de Cancún.
Cuando Mario Villanueva ingresó al penal de alta seguridad de Almoloya, quedó la certeza de que ese reclusorio era el infierno resguardado por millones de cerrojos y candados, con la implacable vigilancia de guardias que humillaron al ex gobernador de Quintana Roo, ya que uno de ellos le exigió que gritara su nueva identidad: Mario Villanueva, preso mil 074.
Villanueva fue liberado de Almoloya, pero la PGR lo recapturó de inmediato para trasladarlo al Reclusorio Norte del Distrito Federal, acelerando su proceso de extradición por supuestos vínculos con el Cártel de Juárez.
Y fue así como el gobierno del panista Felipe Calderón entregó al país vecino a un hombre que ya estaba cumpliendo condena en su tierra, tratado con excesiva dureza por quienes investigan y condenan a las mazmorras hasta demoler al más resistente.
Pero el “Chapo” Guzmán demostró que el penal de máxima seguridad del Altiplano puede ser convertido en diligente servidumbre doblegada por un hombre poderoso que escapó de dos penales, pero cuya extradición el gobierno federal la consulta noche a noche con la almohada.