- La frecuencia de López Obrador no está estacionada ni en AM, ni en FM, es Radio Peje que obliga al aparato gubernamental hablar de él, para atacarlo a todas horas a través de sus agentes de poder
A López Obrador ya se le convirtió en una “maldita obsesión” atacar abiertamente al sistema político mexicano para restarle al protocolo de seguridad nacional la protección constitucional que deben requerir todos los gobernantes, en el caso especial del presidente Enrique Peña Nieto.
Si el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional llegara a la Presidencia de la República en 2018, ejecutaría esa decisión aunque presumió que el nuevo Jefe del Ejecutivo federal deberá viajar por carreteras y en aviones comerciales.
Mucha gente se imagina cómo se vería un presidente de la República viajar por ADO, en caballo, mula o en cayuco que para López Obrador le es muy común ese tipo de transportes porque proviene de una cuna campesina.
Y dentro de esa “maldita obsesión”, Andrés Manuel López Obrador insiste en que se tiene que acabar con todos los lujos de los funcionarios, por lo que de llegar a Palacio Nacional, pondría en subasta la flotilla de aeronaves del Gobierno Federal, incluido el nuevo avión presidencial.
Para los agentes políticos conservadores, no dudan que el Mesías ha enloquecido para odiar a todo el cuerpo del Estado Mayor Presidencial y al Poder Legislativo que es el responsables directo para aprobar leyes y protocolos referentes en el capítulo de la seguridad nacional de la figura presidencial.
Y esa maldita obsesión por mejorar su figura populista de estar en contra de todo, lo ha llevado a desvariar hasta la locura, tal vez, quitándole hasta la razón, apartándose de la realidad porque al muy mezclando estilos de Hitler-Salinas, no quiere ni oír hablar de razonamientos sin hallar una solución.
Inteligentemente, a Andrés Manuel López Obrador no le preocupa en lo más mínimo la crítica constructiva o destructiva de su persona, sino que es un imán que atrae a investigadores universitarios en materia social.
Es tan inteligente que se ha convertido en un soberbio objeto atrayente que al abrir la boca para criticar lo que ve mal, todos los agentes políticos caen en su juego, alborota desesperadamente a todo un imaginario gallinero que día a día arma un tablero de dimes y diretes, interminable.
La frecuencia de López Obrador no está estacionada ni en AM, ni en FM, es Radio Peje que obliga al aparato gubernamental hablar de él, para atacarlo a todas horas, a través de sus agentes de poder.