El Museo Carillo Gil replantea «El jardín de las delicias»

La pintura del maestro nacido en un territorio holandés muestra un universo en el que se entrecruzan placeres, flora y fauna mitológica, y construcciones que recuerdan algunas obras surrealistas.

Por Víctor Gaspar

(N22) Pintada en el último periodo de su autor, El jardín de las delicias es una obra de tres paneles que sirve de punto de partida para que 24 artistas generen 27 piezas, muchas de ellas de arte sonoro. Estas se reúnen en la exposiciónResonancias desde el jardín de las delicias, que conmemora el 500 aniversario luctuoso de Jeronimus Bosch.

“De cierta manera está activándose algo que puede llamarse la sinestesia, porque puede haber conexiones entre lo que evoca la imagen, las imágenes, y lo que evoca y se conecta con el sonido. Ciertamente en el arte sonoro es una columna abstracta, es una experiencia sumamente subjetiva”, comentó Guillermo Santamarina, curador.

La pintura del maestro nacido en un territorio holandésmuestra un universo en el que se entrecruzan placeres, flora y fauna mitológica, y construcciones que recuerdan algunas obras surrealistas.

“Todas las obras tienen distintos enfoques. Están sujetas a distintos procesos, búsquedas personales. Pero sí, la mayoría tiene este vínculo. De hecho, la mayoría de las obras, un 80% de las obras que están expuestas, fueron creadas exprofeso, después de compartirles la inquietud de tener este vínculo, está asociación, con la pintura”.

El cuadro también da la pauta para organizar la exposición en un recorrido.

“Muchas de estas reflexiones podrían ser muy armónicas: la obra de Iván Abreu, la obra de Daniel Lara. Pero hay otras que disparan al caos y a la destrucción total. La mayoría de las obras se se centran en estas distorsiones, en estas expansiones del erotismo”.

Resonancias desde el jardín de las delicias, una experiencia aural y de entropía ya abrió sus puertas en el Museo de Arte Carrillo Gil.

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