Rumbo a Río 2016: Carl Lewis, el «Hijo del Viento»

Por Reinaldo Wossaert

La Habana, (PL).- Como una centella sobre la pista el estadounidense Frederick Carlton Lewis derrotaba a sus rivales, su propia historia y sus espectaculares triunfos le hicieron merecedor del sobrenombre «Hijo del Viento».
Nacido el 1 de julio de 1961 en la ciudad de Birmingham, Carl Lewis como se le conoció en el mundo deportivo, comenzó a practicar el atletismo a los siete años junto a su hermana Carol y sus entrenadores eran sus padres William Lewis y Evelyv Lawler.
Sin embargo, estaba muy lejos de pensar que con el transcurso del tiempo le aclamarían las multitudes y conquistaría los éxitos más relevantes de su época.
Sus 1.90 metros de estatura y 81 kilogramos de peso le impidieron tener una arrancada explosiva, pero, tras superar los 60 metros, desplegaba una velocidad impresionante para alcanzar y sobrepasar a sus contrincantes.
Ferviente admirador del velocista Jesse Owens y del saltador de largo Bob Beamon, Lewis representó a su país por vez primera en los Juegos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico-1979.
Allí, con solo 18 años de edad, ocupó la tercera posición del salto largo con marca de 8.13 metros y fue vencido por el campeón defensor y recordista mundial de triple, el brasileño Joao Carlos de Oliveira (8.18) y el cubano David Giral (8.15).
Sin embargo, ocho años después, en la cita continental de Indianápolis-1987, Lewis  implantó record para la competencia con 8.75. También consiguió el oro en relevo 4 X 100 metros junto a Lee McRae, Lee McNeill y Harvey Glance.
El año 1983 fue el despegue definitivo del ídolo de Birmingham y la estrella del Santa Mónica Track Club, en el I Campeonato Mundial efectuado en Helsinki, Finlandia, en el que conquistó tres de sus ocho medallas de oro en esas lides.
En esa ciudad el bólido estadounidense se impuso en 100 metros, salto de longitud y el relevo corto, en un precedente del éxito que conseguiría un año más tarde en la ciudad estadounidense de Los Ángeles, sede de los Juegos Olímpicos de 1984.
Ante más de 80 mil espectadores que se congregaron en el estadio olímpico, Carl Lewis conquistó cuatro títulos e igualó la hazaña de su compatriota Owens en los Juegos estivales de Berlín en 1936.
Corrió el hectómetro en 9.99 segundos, cerró los 200 metros con 19,80, saltó 8.54 metros en longitud y junto a otros tres compañeros ganó el relevo 4×100 m, con récord mundial de 37.83 segundos.
Gracias a ello llegó a la cima en Los Ángeles y una temporada más tarde en el Mundial de Roma, Italia, consiguió ganar el oro en longitud, y la posta 4 X 100.
Cuatro años después, en la cita olímpica de Seúl-1988 se adueñó de la presea de los 100 metros lisos, luego de que el canadiense Ben Johnson fuera despojado de ella por dopaje, y en la estatefa corta.
Durante la temporada de 1991,  Lewis y su compañero de equipo Leroy Burrell, dominaron las pruebas de velocidad.
Meses antes del Campeonato Mundial en Tokio, Japón, Burrell logró récord mundial de 9.90 segundos, pero ya, en la lid universal, el «Hijo del Viento» lo hizo mejor, marcó 9.86, en la que se consideró entonces la carrera del Siglo XX, pues seis de los ocho competidores bajaron de nueve segundos.
Un año después, en la justa bajo los cinco aros de Barcelona-1992, Lewis se hizo con su tercer metal dorado en salto de longitud y volvió a repetir en el relevo, y cuatro años más tarde en la lidia olímpica de Atlanta-1996, cuando ya era notable su descenso,  desbancó a todos sus rivales en el cajón de salto, para agenciarse su cuarto éxito en esta competencia de manera consecutiva.
Este constituyó su noveno título olímpico y el último a nivel competitivo en la historia del atletismo mundial.
Entre sus galardones se encuentran el Premio Jesse Owens (1982 y 1991) y el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en el año 1996.
Desde el 2009 es Embajador de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y es considerado el mejor atleta del siglo pasado por la Federación Internacional de Atletismo.

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