Buenos Aires, (PL) El presidente Mauricio Macri envió esta semana una delegación del Ministerio de Defensa a Estados Unidos para acordar la instalación de una base norteamericana en Ushuaia, Tierra del Fuego, y con ello concretar la reanudación de los vínculos militares.
La movida responde al pacto en materia de Defensa sellado durante la visita de Barack Obama a fin de marzo.
La expansión militar norteamericana en el Cono Sur a lo largo de los últimos años tuvo enormes proporciones. Investigadores como la periodista y escritora Stella Calloni, el sociólogo Atilio Boron y la periodista Telma Luzzani han denunciado el incremento de estas bases en varios de sus artículos y libros.
Desde el gobierno argentino justificaron que se construya esa instalación norteamericana diciendo: «Queremos que la ciudad de Ushuaia se convierta en una base logística para apoyar las tareas científicas en la Antártida».
El discurso de los funcionarios del gobierno de Cambiemos es el mismo que ha permitido que Washington genere una red de bases en Latinoamérica que rondan el centenar. Las excusas son siempre altruistas: ayuda humanitaria, apoyo ante catástrofes, combate al
narcotráfico o respaldo al desarrollo y la investigación científica.
Elsa Bruzzone, especialista en temas de Geopolítica, Estrategia y Defensa Nacional y miembro del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), aseguró que Washington utiliza diversas excusas, entre ellas, la de ‘ayuda humanitaria y a el apoyo ante las catástrofes naturalesa, para instalar emplazamientos militares disfrazados de bases científicas.
Estas instalaciones encubiertas siempre las colocan en zonas dónde hay recursos naturales altamente estratégicos: agua, tierra fértil para producción de alimentos, minerales, hidrocarburos, biodiversidad, señala Bruzzone.
Además de la que quieren establecer en Ushuaia, también tienen la pretensión de poner otra en la zona de la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay). Siguen con el viejo proyecto de la instalación en la ciudad de San Ignacio, al oeste de la provincia de Misiones.
La intención es tener el control completo del Acuífero Guaraní. Algo que ya quisieron hacer en Resistencia, Chaco, en el año 2012, utilizando la excusa de la ayuda humanitaria.
Pero la reacción de la población chaqueña, más toda la actividad que desarrollamos desde el Cemida, junto con el Ministerio de Defensa y la Cancillería en ese momento, logró frenar ese proyecto, recuerda la especialista.
Bruzzone remarcó que «lo que buscan es cerrar el cerco sobre todos los recursos naturales que tenemos en nuestra América».
E ilustra su afirmación que así lo muestran las bases militares, cubiertas y encubiertas, que ha instalado en Centroamérica y el Caribe, sumadas a las que tienen en Colombia, Perú, Chile y Paraguay, más la de la OTAN en Malvinas y el destacamento británico en las Islas Georgias.
Todo esa red de complejos militares «cierra el cerco sobre todos nuestros recursos naturales y reafirma su presencia en la Antártida», alerta la experta en geopolítica.
Por último, señala que «no hay que olvidar que la Antártida es la mayor reserva de agua dulce congelada en el mundo. Justamente en ese sector es donde nos disputamos soberanía Argentina, Chile y Gran Bretaña».
En la Península Antártica -añade- se encuentran los mayores yacimientos de hidrocarburos de la región y hay minerales altamente estratégicos que son indispensables para la industria militar y la aeroespacial.
Al abrir el territorio argentino -hasta ahora libre de esos enclaves- a las bases norteamericanas, el gobierno de Cambiemos demuestra una vez más que sus medidas, lejos de defender los derechos nacionales, se pliega a los intereses de la Casa Blanca.
De ese modo, cada día justifican más que el presidente Barack Obama se sienta tan satisfecho con la Presidencia de Macri.
Llegan los Marines a Argentina

Por Por Héctor Bernardo