Los falsos ambientalistas

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Desde hace ya hace unas cuantas décadas un grupo de personas han ido agarrando cada vez más fuerza. Un grupo de colectividad de individuos que iniciaron como algo pacífico que con el tiempo hemos visto imágenes que han terminado en agresiones y hasta porque no en actos vandálicos.

Una preocupación que nos concierne a todos como la especie dominante en el planeta azul, es decir, a todos los seres humanos es el cuidar nuestro medio ambiente.

Hay que hacerlo con responsabilidad, pero sin llegar a los fanatismos, como dirían por ahí ni tanto que queme al santo, y ni tanque no lo alumbre. No se puede negar la preocupación por la ecología y la protección al medio ambiente a la que se ha sumado un número creciente de personas y organizaciones, cuyas opiniones atraen parte de la atención no solo de los medios de comunicación, sino también del mundo por medio de las diferentes redes sociales.

Pero muchos de estos ambientalistas, llamase viejos o nuevos, solo aprovechan el tema de la ecología y las tendencias que tratan de revivir para que no se consuman esa delgada luz que muy apenas se mantiene prendida.

Los “ecologistas”, surgen preferentemente de las clases medias y altas, aunque en realidad hay de todo entre ellos. Abundan los políticos y “lideres” nómadas, sin convicciones propias y venidos a menos, que transitan de uno a otro partido y organización, en cuanto se convencen que no sirve para satisfacer sus ambiciones personales.

Una buena parte son los juniors, hijos de papi rico, y los “ninis” que vienen de la misma mata, pero que ahora se han convertidos en hippies después de hartarse con diferentes variedades de enervantes alucinógenos.

Hay también intelectuales y maestros frustrados que, cansados de no ser escuchados, encuentran por fin el tema adecuado para colarse en busca de alguna oportunidad. Están aquellos los mercaderes, aquellos que después de soltar un largo rollo ambiental ofrecen a la venta un invento para no respirar las partículas contaminadas del aire, o para protegernos de algún otro peligro análogo. La lista puede largarse, pero la mayoría busca el protagonismo y los reflectores que en otras áreas les han sido negado.

Están por supuesto, aunque muchos más escasos en número, los auténticos ambientalistas que trabajan duro, que son honestos y sensatos; quizá no de gran envergadura, pero efectivas, para mejorar el entorno en materia de saneamiento, reforestación y, sobre todo, de preparación y concientización de las nuevas generaciones, para una nueva cultura ecológica.

Una observación interesante es que los temas mayormente a tratados por los falsos ecologistas son el deterioro de la capa de ozono de la atmósfera, la proliferación de plantas generadores de energía nuclear, el manejo de productos radioactivos y el confinamiento de residuos peligrosos. Temas todos que merecen ser expuestos en no solo en la prensa escrita a ocho columnas, aunque éste término cada vez queda más en el olvido, sino ahora conformarse en primera plana, pero también difundirse en los medios digitales.

Pero una realidad es que todos estas organizaciones, políticos y grupos de individuos poco hacen por atender problemas ecológicos de su realidad cercana y apoyar las iniciativas de protección del medio ambiente y los recursos naturales, pero que no solo queden en eso en letra muerta, en bloqueos, y gritos.

Y ante el ausentismo de tantos accidentes y desastres provocados por el ser humano como los incendios forestales, derrames de petróleo en los mares, entre otros más, siempre existirá la misma pregunta: ¿dónde están?

¿Dónde están las protestas de estos ecologistas en contra de los ladrilleros cuyos obradores encarecen el aire de nuestros municipios o comunidades?, ¿Por qué no exigen a las grandes comparativos que tiran sus aguas residuales al drenaje o los cauces de ríos?, ¿Dónde están sus manifestaciones de protesta contra los tiraderos clandestinos de residuos peligrosos?, ¿Dónde estaban para apoyar las iniciativas para la instalación de confinamientos de residuos peligrosos cercanos a áreas pobladas y aguas subterráneas?, ¿Dónde están ahora que se requiere para poner en marcha amplios programas de reforestación de las zonas dañadas por los incendios? ¿Y dónde están ahora el apoyo para consolidar los programas de educación ambiental en donde existen un gran número importante de clubes ecológicos y niños guardianes de la naturaleza?

Nuestra esperanza es que el desarrollo de una nueva cultura ecológica y de una mayor conciencia en materia ambiental es ya irreversible y que las nuevas generaciones de maestros y estudiantes de educación básica desplazaran gradualmente a todos esos “ambientalistas” inútiles, charlatanes y oportunistas que pululan en nuestro medio tratando de bordar un protagonismo que les rinda, aunque sea pingües beneficios.

Deja tu comentario