Por Perla Velázquez
(N22) Dice la mitología maya que cada año los habitantes del antiguo Puerto de Polé, hoy Xcaret, solían ir a escuchar el mensaje sagrado de la diosa Ixchel a Kuzamil, es decir, la isla de Cozumel.
Basándose en este descubrimiento, el parque turístico Xcaret organiza año con año La Travesía Sagrada Maya, en donde participan personas de diversas partes, para recrear la ruta que comprende cerca de 32 kilómetros en canoa.
Uno de los organizadores del evento, Eduardo Escamilla, mencionó que con base en una recuperación de información originaria con códices, se descubrió esta ruta:
Se tiene registro de esta peregrinación que se hacía en honor a la Diosa Ixchel, se trae a lo contemporáneo tratando de recuperar esa peregrinación cosa que es una situación originaria del sitio. La diosa Ixchel era una deidad sumamente importante para los mayas. Entonces, se hace todo el diseño de la actividad y ahora se cumplen 10 años de estarla desarrollando y de ir creciendo con el proyecto.
Por su parte, uno de los entranadores de los canoeros, Juan Carlos Silva, expresó que para él el evento puede ser visto desde tres puntos diferentes: el tono sagrado, el deportivo y el marítimo.
«Son tres cosas que se combinan para hacer una sinergia entre esos dos puntos geográficos, que realmente los remeros los disfrutan mucho y lo más importante de esta travesía y de la gente que entrena es que normalmente son personas que no son deportistas o que habían dejado el deporte hace mucho tiempo y retoman la actividad física con esto».
La ruta comenzó en Xcaret, allí se dieron cita desde muy temprano los canoeros que durante seis meses han estado entrenando. Primero comenzaron con acondicionamiento físico en tierra y posteriormente conocieron las técnicas de la navegación en una canoa.
Eduardo Camacho es la primera vez que participa y en entrevista dice que durante seis meses de entrenamiento hubo travesías largas de hasta 50 kilómetros, de remar durante ocho horas seguidas, «ahí piensas que tu cuerpo no va a dar más, pero tu mente y tu corazón, siempre te ayudan y sacas la casta».
Larry también es uno de los canoeros y afirma que en Cozumel hay una zona que se llama La Punta Norte, «ahí se pone un poquito fuerte el oleaje, como en Xcaret. Entonces si nos da un poquito de miedo, pero creemos que estamos preparados para ir adelante».
Minutos antes de partir los participantes se preparan de diversas formas, pintan sus cuerpos, se colocan protector solar o sólo se reúnen entre ellos para apoyarse.
«A veces la gente piensa que nosotros nada más somos teatro o algo así, la verdad es que no, también el canotaje es un deporte, un deporte muy bonito, no tan común. Pero yo creo que también la zona en la que estamos, que tenemos un mar maravilloso es de los mejores deportes que podemos aprender a hacer», dijo María Argüelles.
Antes de partir, la despedida corrió a cargo de bailarines de escuelas de danza de la zona. También estuvieron los familiares de los 400 canoeros, es notable cómo el número de participantes se incrementó desde la primera edición en la que sólo hubo 65 personas. La salida fue justo cuando el sol comenzó alumbrar la oscuridad del mar.
Al estar en mar abierto las condiciones pueden cambiar, nunca se sabe qué sorpresa les pueda tener el oleaje, el sol y el viento. Este día los canoeros se enfrentaron con olas grandes y la marea en su contra, esto provocó que de las seis horas que se tenía pensado remar se pasó de ocho a doce horas.
«Eso es algo que los mayas en el pasado obviamente sabían si había un mal clima o el caso de ayer, la corriente de ayer muy fuerte, no salían, iban hasta que las condiciones mejoraran. Y obviamente cruzaban con condiciones propicias», explicó el entranador, Juan Carlos Silva.
Por otro lado, el canoero Bryan Espinoza describió que cuando estaban llegando a Cozumel la furia los comenzó a controlar y les dio ánimos para poder llegar. «Pero a veces la tolerancia, la paciencia se viene abajo. Entonces nosotros mismos también como equipo tenemos que facilitar eso. Si nos costó mucho la corriente estuvo muy fuerte, pero aunque fue eso, sí se pudo».
La travesía continuó un día después. Los canoeros sabían que el mar este día estaba a su favor y las condiciones climáticas harían que el regreso fuera distinto.
Mientras tanto en Xcaret, las emociones se percibían por parte de los familiares que esperaban a los canoeros. El tiempo de regreso fue menor, pues cerca de la una de la tarde la primera canoa apareció en el Puerto de Polé y con ello el resto de los canoeros.
«Estoy muy satisfecha, porque cumplí los 65 años y es la edad límite para participar. Para mí, representa un gran triunfo, logro, sobre todo uno cuando es viejita dicen que ya todo está acabado, pero realmente yo fui la revelación por viejita, porque soy la primera mujer en nueve… El año pasado fui la primera mujer de 64 años que durante nueve travesías participaba. Ahorita ya cumplí 65», expresó María Beatriz del Perpetuo Socorro.
En este regreso ninguna persona tuvo que ser auxiliada por los servicios médicos. Entre los que llegaron también está Azucena Estrada:
No tengo palabras, es algo que no te puedo explicar, necesitaría la gente vivirlo, como nosotros lo estamos haciendo, porque atrás es mucho muy diferente a estar aquí remando en el mar y haciendo lo que nosotros hacemos, porque no muchos la hacen y muchos cuando lo intentan no llegan.
«Mucha satisfacción del equipo, de lo que se logró del trabajo de la unidad, de que todo lo que uno se propone si lo hace si lo hace responsable da frutos positivos. Ayer fuimos exigidos, el mar nos puso a prueba en muchos aspectos y salimos bien librados», expresó Eduardo Escamilla, canoero y también organizador del evento.
La lucha mental en contra del cansancio físico fue la máxima batalla que se vivió en esta Travesía Sagrada Maya, en donde la tradición, combinada con el deporte, hizo un espectáculo inolvidable para algunos.
«Es un recuerdo de lo que antes hacían nuestros antepasados y ellos eran mucho más atletas. Nosotros no somos como lo que hacían ellos, ellos eran más dedicados, era su vida, esto es una representación nada más significativa, pero también cuesta mucho trabajo y mucha disciplina», finalizó el canoero, José Cárdenas.