La Habana (PL) Si bien erradicar la pobreza demanda alrededor de 600 mil millones de dólares anuales, ese flagelo no se elimina solo con transferencias de ingresos pues hacen falta indiscutiblemente más y mejores empleos para alcanzar ese objetivo.
Tal como afirma el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el tema, el déficit mundial de empleos de calidad y el deterioro económico amenazan con anular las décadas de progresos en materia de reducción de la pobreza.
Datos de esa entidad de las Naciones Unidas muestran que está aumentando la pobreza relativa en los países en desarrollo, lo cual se refleja en que más del 36 por ciento de la población de las naciones emergentes y en vías de desarrollo vive en esa condición, con un ingreso diario inferior a 3,10 dólares, según paridad de poder adquisitivo.
Bajo el título «Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2016 – Transformar el empleo para erradicar la pobreza» (WESO, por sus siglas en inglés) el texto estima que son necesarios alrededor de 600 mil millones de dólares anuales para exterminar la pobreza extrema y moderada a escala mundial de aquí a 2030.
Argumenta, además, que casi una tercera parte de las personas que viven en pobreza extrema o moderada en las economías en desarrollo tienen empleo, sin embargo, su puesto de trabajo es vulnerable por naturaleza.
En tal sentido precisa que a veces no reciben su salario, están concentrados en ocupaciones de baja calificación y, a falta de protección social, dependen casi exclusivamente del ingreso de su labor.
También apunta que en los países desarrollados, un número mayor de trabajadores tiene un empleo asalariado y remunerado, pero eso no los salva de caer en la pobreza. «Evidentemente, el Objetivo de Desarrollo Sostenible dirigido a erradicar la pobreza en todas sus formas y en todas partes de aquí a 2030 está en peligro», declaró el director general de la OIT, Guy Ryder.
Significó que si se toma en serio la Agenda 2030 y se quiere finalmente poner fin a ese flagelo social, que se transmite de generación en generación, entonces hay que concentrarse en la calidad del empleo en todas las naciones.
El consejero especial en Asuntos Sociales y Económicos de la OIT, Raymond Torres, también precisó que si bien los pobres constituyen el 30 por ciento de la población mundial, disponen sólo del dos por ciento de los ingresos mundiales.
Por eso solo mejorando en cantidad y calidad los empleos decentes se ofrece una salida sostenible a las condiciones de vida precarias y para mejorar los medios de subsistencia de los trabajadores pobres y sus familias.
El estudio muestra, además, que la alta desigualdad salarial reduce el impacto del crecimiento económico sobre la disminución de la pobreza, conclusión considerada esencial para reflexionar sobre las responsabilidades de los países e individuos ricos en este importante asunto.
AVANCES DÉBILES Y DESIGUALES
Las estimaciones de la OIT en materia de reducción de la pobreza llegan después de un largo período de progreso global, con una disminución de la proporción de la población que vive en pobreza extrema de 46,9 por ciento en 1990 a poco menos de 15 por ciento entre los 107 países emergentes y en desarrollo.
Si se toman en cuenta las personas en pobreza moderada, la tasa descendió de un 67,2 por ciento a un 36,2 por ciento.
No obstante, los datos reflejan también que los avances son desiguales: la miseria disminuyó rápidamente en los países de ingresos medios, sobre todo en Asia y el Pacífico, pero en una medida muy inferior en las naciones de bajos ingresos, donde el 47,2 por ciento de la población sigue en la pobreza extrema.
En los países desarrollados, ese flagelo de hecho aumentó en los últimos años, notablemente en la Unión Europea.
Además, a pesar del significativo progreso general en la contracción de la pobreza, el informe WESO 2016 advierte que la continuación de su reducción está amenazada no sólo por la debilidad del crecimiento económico, sino además por importantes obstáculos estructurales en la creación de empleos de calidad.
El reciente deterioro económico en Asia, América Latina, en el mundo árabe y en los países ricos en recursos naturales previsto para este año comienza a revelar la fragilidad del progreso social y del empleo, ya que la desigualdad en los ingresos en esas regiones crece después de décadas de descenso, lo que aumenta la posibilidad de marcha atrás en materia de pobreza.
Muy diversa es también la distribución de la reducción de ese flagelo por sectores, como lo recogen los datos de 43 países emergentes y en vías de desarrollo, donde una cuarta parte de los trabajadores empleados en la agricultura viven en la pobreza extrema, frente al 12 por ciento de los empleados en la industria, y sólo siete por ciento de los que laboran en los servicios.
RECOMENDACIONES DESAFIANTES
El informe WESO 2016 propone una serie de recomendaciones desafiantes que deben ser implementadas para ofrecer empleos de calidad y reducir de manera coherente la pobreza.
Sobresalen entre ellas: estimular a las empresas sostenibles y facilitar la transición de las informales a formales, afrontar la precariedad laboral e invertir en las competencias y en los sectores rezagados, en particular en la agricultura y la economía rural.
Igualmente sugiere reforzar los derechos en el trabajo e incentivar a las organizaciones de empleadores y de trabajadores a que se ocupen de los pobres, con el fin de rechazar formas inaceptables de trabajo, lo cual destaca la importancia de las normas internacionales del trabajo y de protección social.
Implementar políticas sociales y de empleo bien concebidas, tanto en las economías avanzadas como en los países en desarrollo, que combinen educación y apoyo a los ingresos, así como involucrar a la OIT en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de aquí a 2030 como vía para catalizar la cooperación internacional que promueven el trabajo decente, son otras de las iniciativas.