- Catarsis Presidencial
- ¿Maestros o Políticos?
- Control para las Armas
El rumbo está extraviado, la sociedad mexicana permanece, como zombi, en un estado de hipertensión que va desde la tristeza profunda al enfado de altos decibeles y el gobierno de la República, en sentido contrario, parece centrarse en imponer decisiones, a rajatabla, mientras el ejército, peligrosamente, tomas las iniciativas y divulga versiones inverosímiles e insostenibles ante el alud de las redes sociales que exhiben a los uniformados disparando, agrediendo, burlando, golpeando –lo mismo a ancianos y niños-, en pleno festín de impunidad. Nadie se mueve de una trinchera miserable escarbada para someter al colectivo.
Podría hablarse, como en la Gran Guerra, entre 1914 y 1918, hace exactamente un siglo, de una línea sobre la cual se asentaba la seguridad de los países en trance de ser invadidos y despojados; sí, la “línea peña”, que por supuesto coloca de un lado a las fuerzas institucionales con poder de fuego y al otro a una ciudadanía en estado de indefensión e incapaz de resolver los desafíos planteados por las ambiciones políticas, las reformas sin consenso y los genocidios que han sido consecuencias de intereses infames contra México. Por ejemplo, el oro y la cocaína que sale de Iguala y Cocula es el escenario en donde la esclavitud obliga a proveer de “desaparecidos” –acaso los 42 normalistas de Ayotzinapa más uno, soldado en activo-, a las grandes empresas mineras, canadienses con respaldo del criminal Grupo México a quien las vidas de los obreros son marginales… como en Pasta de Conchos, Coahuila.
En el México de las grandes simulaciones se presume que pasan cosas inauditas; por ejemplo, las fuentes oficiales son tan torpes que arguyen, para los ingenuos e incautos claro, que la represión puede constituirse al revés; esto es, desde las organizaciones civiles hacia el gobierno que se cura en salud asegurando velar por los derechos generales cuando han sido ellos los proveedores de la violencia a través de la insensibilidad y las amenazas recurrentes. Es muy fácil sembrar drogas a cualquier inocente; y lo es más seguir la línea de los vetustos “halcones” de Alfonso Martínez Domínguez –Jueves de Corpus de 1971-, capaces de rematar heridos, cagarles las muertes a las propias víctimas y hasta asegurar que se servía a la estabilidad de la nación, masacrando. Así paso en la eterna jornada de Nochixtlán, en Oaxaca, el día del padre para ser preciso, cuando se recordó, más bien, a las progenitoras de genízaros y sus mandos militares y políticos.
La distorsión fue enorme, al grado de que se saqueó un almacén de Coppel, perteneciente a uno de los brazos de la familia a la que pertenece Quirino Ordaz Coppel, presunto gobernador de Sinaloa en donde los pleitos entre narcos se acelera en la cuna de los mismos –¿quién explica las razones por las cuales los grandes capos surgen de Baridaguato, hoy incendiada, y se reproducen en Jalisco y el norte del país sobre todo en Tamaulipas?-, queriendo culpas a los civiles a la defensiva, no sólo maestros, de la rapacidad; por fortuna hay pruebas documentales de lo contrario y de los botines de guerra exigidos por los uniformados.
Otras imágenes revelan cómo poblaciones enteras pudieron repeler a las fuerzas federales en Oaxaca hasta que éstas usaban sus armas de fuego para reprimir a la multitud cansada de abusos y de la presencia de tropas de asalto, en cantidad desproporcionada, enviadas desde el centro por instrucciones presidenciales y con el aval del peor secretario de Educación de la historia, el soberbio amanerado Aurelio Nuño Mayer a quien muchos, incluyéndome, solicitan su renuncia inmediata ante los hechos irreversibles.
¿Bajo qué argumentos el señor peña sostiene a Nuño, su asesor de cabecera en funciones de ministro? ¿Es acaso un desafío contra la soberanía popular, un capricho o simplemente un inadmisible contubernio basado en la íntima amistad? El personaje de marras jamás pasó por una Normal ni se especializó en el tema de las interrelaciones sociales en México; es cierto: dio clases en el colegio St. Anthony incorporado a la Universidad de Oxford pero eso no le da calidad para introducirse en la problemática de los mentores de México atrapados en la ignominia de la impotencia.
Pervive la idea de que los dirigentes sindicales, a quienes se está apresando uno a uno, llevan a sus agremiados por los pantanos de la protesta estéril para exigir que no se les evalúe. Pero la controversia no es ésta: en principio, como tanto hemos señalado, la reforma educativa plantea una sumisión total de los profesores a los designios oficiales para que ni siquiera puedan protestar por el abandono del setenta por ciento de las escuelas construidas sobre terrenos baratos, esto es sobre los ductos de Pemex que pasan por los patios y aumentan los riesgos para educandos y educadores.
Una reforma sin consenso, integrada en petí comité por quienes desconocen la geopolítica nacional –el miserable Nuño ni siquiera ha visitad, desde su nombramiento como titular de la SEP, las entidades que su soberbia ha incendiado; todo lo arregla desde las calles de Argentina en donde despachó, alguna vez, el maestro de América, José Vasconcelos Calderón, oaxaqueño por cierto y quien jamás hubiese levantado una sola mano contra su pueblo, sin diálogo posible y con exceso de prepotencia. Un funcionario trajeado y almidonado no puede meterse en los lodazales, menos aun cuando se es miembro de la nueva aristocracia. Tal es la regla.
Cayeron en Nochixtlán en una larga jornada; como igualmente sucumbieron en Tanhuato y Tlatlaya, sin explicaciones; y lo mismo en Iguala y Cocula en donde las desapariciones de seres humanos es hilo conductor de la perversidad en las interrelaciones de los empresarios cómplices y el gobierno dispuesto a desmantelar al país bajo su mandato, traicionándolo. Nunca un mandatario había sido tan repudiado como peña; ni siquiera “E Chacal”, asesino de los mártires Madero y Pino Suárez.
¿Cuántos cadáveres le faltan al mandatario en curso para erigirse como el mayor de los bárbaros dejando muy atrás a díaz ordaz? Viví en ambos episodios y conozco los cauces de la contrarrevolución de Huerta de la mano del deplorable borracho Henry Lane Wilson. Y, pese a ello, no recuerdo una administración más atroz que la actual. Espero, claro, que vengan a cortarme la lengua y las manos, sin merecer tal honor porque no pretendo equipararme con el ilustre chiapaneco, Belisario Domínguez, cuyo nombre fue usado para premiar a un empresario sin escrúpulos; y el mismo destino se propone para todos los pensadores libres de hoy, como sucedió con los de ayer, perseguidos con pleno desbordamiento de malsanas pasiones. ¿Cuándo me toca, señor peña?
Con las manos manchadas no se puede gobernar salvo si el derramamiento de sangre continúa y crece. No existe ya autoridad moral alguna entre la clase política gobernante. No es un solo genocidio del que hablamos, son media docena de ellos, los conocidos, más otros tantos que permanecen bajo los cadalsos de los campos militares. Y de ello sólo se le ocurre a los gobernantes infamar a quienes han levantado las voces aunque los exquisitos, quienes protestan pero no se atreven a luchar, demuestren su furia por perder algunas horas varados.
Tal es el drama de los mexicanos: la cobardía para eludir deberes cívicos y posibilitar ultrajes como los que han llevado a “ganar” en las urnas a personajes tan siniestros como el veracruzano Yunes, el poblano Tony Gali –rey de los giros negros-, el sinaloense Quirino, el junior efebo de Oaxaca, Alejandrito Murat, a quien se le despeja el camino matando a quienes pueden incordiarlo o encarcelándolos sembrándoles pruebas deleznables, y a todos los demás cuyos pasos por distintos partidos los señalan como venales oportunistas rebosantes de ambiciones.
La subversión civil avanza. Hacia ella nos lleva el mal gobierno como parte de su estrategia para asegurarse el poder más allá de 2018 bajo el pretexto de controlar a un país a cambio de ser señalado como “estado fallido”. Así los traidores pasarán a ser servidores con las talegas llenas… y el pueblo de México perderá su patrimonio; lo que queda del mismo.
Debate
Entre los maestros, incluso los disidentes a quienes algunos señalan como vulgares delincuentes que entorpecen la marcha del país, y los miembros de la clase política mexicana, ¿con quiénes se quedan? Cuestiónense, amables lectores, y lleguen a sus conclusiones. ¿O ustedes creen que sólo en el caso de la reforma educativa debe considerarse a quienes se oponen a ella como fanáticos radicales que no quieren someterse al “buen gobierno” rebosante de personajes quienes han traicionado hasta la naturaleza?
Lo he dicho antes y lo reitero. A ojos cerrados, en una controversia entre un periodista perseguido y un gobierno represor, siempre estaré del lado del primero. Y esto se extiende ahora a quienes mantienen las calles como trincheras mientras se preparan nuevos asaltos de la gendarmería, trazada al estilo colombiano bajo los auspicios del general retirado Óscar Naranjo Trujillo, aspirante eterno a la presidencia de su país, y del ejército contra grupos desarmados que logran repelerlos con piedras y palos… lo mismo que sucedió con el EZLN durante once días de 1994.
Nos han golpeado de tal manera, como en 1968, que hay quienes reaccionan con su silencio. No este columnista empeñado en dar la cara frente a una autocracia creciente que, por supuesto, sabe que la democracia ya no le conviene encaminada hacia su derrota electoral en 2018. De allí los incendios y la perversidad. No podemos, no debemos, sostener esta infamia.
La Anécdota
En los Estados Unidos el treinta y ocho por cierto de los hogares tienen armas para “defenderse”, dicen; y el promedio de éstas por cada cien habitantes es de ochenta y tres por cierto. Es fácil de adquirir una, de alto calibre, para luego festinar matanzas como las conocidas. No se requiere ser un experto para conocer el origen de los dramas.
A raíz de la tragedia en el bar gay cercano a Orlando, Florida, el presidente Barack Obama reinició su campaña para regular la venta de armamento. No tiene visos de tener éxito en estos los últimos meses de su gobierno y con un descarriado “pato” Donald Trump encarrerado hacia la Casa Blanca. Sería terrible.
En México sería sencillo comenzar: basta con indagar, como lo he repetido hasta el cansancio –perdón, amables lectores por mi terquedad-, a Jaime Camil Garza, el principal contrabandista de armas que entran a México para luego ser distribuidas en Asia y África. Está a la mano… pero es intocable.
No se puede gobernar con miedo; tampoco sin autoridad moral.
El gobierno actual tiene estas dos condiciones deplorables: teme sin ética.
Por ello llega el momento, uno más, para exigir la salida no sólo del soberbio y ciego Nuño Mayer
sino de su jefe, el presidente.
Basta ya de simulaciones.