México (PL) El barón Alexander von Humboldt (1769-1859) atrapa hasta el más mínimo detalle a su paso por Cuba y México, dos derroteros con un marcado interés científico que le permiten disfrutar a este sabio alemán del entorno que encuentra durante su visita a los dos países. A la luz de la conmemoración del año Dual México-Alemania 2016-2017 surge la figura del ilustre científico, geógrafo, astrónomo, geólogo, naturalista y explorador.
Aseguran los historiadores que las dos estancias de Humboldt en Cuba suman en total más de cuatro meses, comprendidos del 19 de diciembre de 1800 hasta el 15 de marzo de 1801 y del 19 de marzo hasta el 29 de abril de 1804.
En ambas ocasiones estaba de tránsito, primero en su viaje de Venezuela a Colombia y luego en el de México a Estados Unidos.
Pese al escaso tiempo, la estancia fue fructífera y su libro Ensayo político sobre la Isla de Cuba describe las características de la mayor de las Antillas, que finaliza narrando su viaje hacia Batabanó y a Trinidad, esta última la tercera villa fundada por los españoles.
Es considerado el segundo descubridor de la isla caribeña, solo antecedido por Cristóbal Colón. Las observaciones de Humboldt sobre la plaza de Trinidad ocupan un lugar destacado en la historia de esa villa, fundada en 1514, y declarada por la Unesco en 1988, junto al Valle de los Ingenios, Patrimonio de la Humanidad.
La casa en que se hospedó en esa ciudad centro sureña cubana aún se conserva.
VIAJE POR NUEVA ESPAÑA (MÉXICO)
El 22 de marzo de 1803 llegó en una fragata española de Guayaquil (Ecuador) a Acapulco, el puerto mexicano del Pacífico, ubicado en el estado de Guerrero.
Visita las cercanías y las describe en su diario, antes de proseguir su viaje el 29 de marzo por Chilpancingo y Taxco, la primera de ellas la capital de Guerrero, hasta la Ciudad de México.
Aquí descifra el calendario azteca o Piedra del Sol desenterrado en la Plaza Mayor y hace varias excursiones por los alrededores.
Visita las minas de Pachuca, capital del estado de Hidalgo; Real del Monte, Morán y Guanajuato.
Además, asciende el 19 de septiembre de 1803 a la cumbre del Jorullo, emergido de las entrañas de la Tierra 44 años antes, en el estado de Michoacán.
Sus historias sobre este volcán vuelan hacia Europa y atraen a aventureros que quieren experimentar lo descrito por él en sus textos.
El nacimiento de El Jorullo tuvo lugar el 29 de septiembre de 1795 y se estima que su actual elevación es de mil 320 metros de altura, con un cráter de alrededor de medio kilómetro de ancho.
Este suceso atrajo en 1803 hasta su cumbre al ya famoso explorador, quien con sus reportes logró despertar el interés hacia las tierras michoacanas.
Tal como ocurriría en Cuba, Humboldt estuvo muy activo en la Ciudad de México, planeó perfiles geológicos, atendió exámenes del Colegio de Minería y visitó varias instituciones y eruditos.
El 20 de enero de 1804 sale del centro cultural iberoamericano y va a Veracruz.
Durante su viaje mide los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl y escala la montaña el Cofre de Perote, denominada así por su cúspide en forma de baúl y por el apodo de un hombre llamado Pedro.
La medición de los volcanes es una evidente prioridad de su viaje, en particular el Pico de Orizaba, que calculó solo de lejos.
Después de su estancia en Veracruz -del 18 de febrero hasta el 7 de marzo- continúa su viaje por La Habana hacia los Estados Unidos.
En agosto de 1804, tras cinco años de viaje, regresa con su material científico a París y en 1807 se muda a esta ciudad.
El científico alemán recibió la nacionalidad mexicana en 1827, como reconocimiento a sus labores, por parte del primer presidente de México, José Miguel Fernández y Félix, más conocido como Guadalupe Victoria (1786-1843).
Mientras que en 1859, el mismo año en que muere, el presidente Benito Juárez lo declaró Benemérito de la Patria.
Una estatua de Humboldt se erige en la Alameda Central de la Ciudad de México y una calle en su honor lo recuerda en la capital del país.
También en Cuba calles y hasta áreas protegidas llevan el nombre del ilustre alemán.
EN LA CIUDAD DE LA ETERNA PRIMAVERA
Cuernavaca, llamada la Ciudad de la eterna primavera, es la capital del pequeño estado mexicano de Morelos y hasta allí llegó el científico alemán para saciar su sed de conocimientos.
El martes 22 de marzo de 1803 arribó al puerto de Acapulco una fragata española llamada Orúe, severamente averiada, pues en su recorrido desde Guayaquil enfrentó un fuerte vendaval.
La deteriorada embarcación echó sus anclas en la apacible bahía y tras algunas formalidades de rigor bajaron de ella dos jóvenes extranjeros: el alemán Alexander von Humboldt y su colaborador y amigo personal, el botánico francés Aimé Bonpland (1773-1858), quien lo acompañó a Cuba.
Habían llegado a la Nueva España para realizar importantes estudios de carácter científico.
Desembarcaron con equipos y muestras de minerales, flora y fauna, recolectados durante su largo viaje.
Cinco días después, el 27 de marzo, dejaron Acapulco y se encaminaron tierra adentro, tomando el camino rumbo a Chilpancingo, a donde llegaron el 28 de marzo.
El 5 de abril arribaron al pueblo minero de Taxco y el día 9 ya estaban en el actual territorio del estado de Morelos.
A la mañana siguiente, el domingo 10 de abril, salieron rumbo a Cuernavaca, en donde se detuvieron por unas horas para hacer varias observaciones y donde el barón elogió el clima templado «de lo más delicioso y adecuado al cultivo de los célebres frutales europeos».
A lo que agregó: «porque en ella reina una primavera eterna…», palabras que serían utilizadas tiempo después para crear la frase Cuernavaca, la Ciudad de la Eterna Primavera.
Por la tarde, el grupo llegaría a Huitzilac y al día siguiente a la Ciudad de México, capital del virreinato, y permanecería en la Nueva España hasta el 19 de febrero de 1804, día en que sus integrantes partieron de Veracruz rumbo a La Habana.
El viaje de Humboldt por la Nueva España tuvo gran relevancia, al dar a conocer al mundo las riquezas naturales de esta región.
Anotó observaciones sobre los pueblos y puntos de interés, además de que recolectó gran cantidad de datos sobre comunicaciones, astronomía, arqueología e historia, entre otros.
Estas investigaciones fueron publicadas en 30 volúmenes, compuestos de libros científicos, atlas, tratados de geografía y economía de Cuba y México.
A raíz de esas publicaciones, muchos viajeros llegaron a estas regiones, además de que el nombre de Cuernavaca trascendió en el mundo por su excelente clima.
Al parecer, solo estuvo unas horas en Cuernavaca, sin embargo en su centro histórico una calle se llama como él y una escultura en su honor adorna la vía denominada Miguel Hidalgo, frente a la Catedral.
Llevan su nombre alrededor del mundo especies biológicas, una corriente oceánica, reservas naturales -como el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, en Cuba-, ciudades, plazas, calles, buques, además de universidades, institutos y colegios e incluso un asteroide.