- Métodos Persuasivos
- Las Campañas Negras
- De Aquí no me Muevo
La metodología armada para exaltar a las figuras del balompié, quienes en cuestión de meses pasan a la condición de celebridades si logran meter media docena de goles o se derrumban bajo las evidencias de la corrupción y los penales –los tiros al arco, no los de falsa “alta seguridad”, ha sido la base con la cual se proyecta a los prohombres políticos del futuro inmediato, hasta los más grises, con base a una sostenida campaña mediática dirigida a un público mayoritariamente ignorante. De allí, entre otras muchas cosas, que los miembros de la cúpula gobernante sientan verdadero terror cuando alguien se atreve a hacer alguna referencia sobre lo que ellos consideran parte exclusiva de su vida privada aun cuando las repercusiones públicas de tales acontecimientos sean evidentes e incluso consideren difamaciones y hasta pretensiones torcidas los referentes al respecto.
Precisamente en esta hora, cuando las definiciones partidistas están moviéndose, ya desde ahora, respecto a la carrera por la sucesión presidencial –y en segundo plano, la jefatura del gobierno del Distrito Federal que sólo el PRD, hasta el momento, ha ganado en las urnas desde 1997 cuando comenzó a votarse el cargo, estimando que ya no será igual-, suelen ir paralelos los rumores, los cuentos de antiguas aventuras y las reiteradas crónicas particulares que exhiben a los actores públicos dispuestos para el sacrificio de ascender en la tabla de jerarquías hasta llegar a la cima. Alguna vez, Ramón Aguirre Velásquez, en su condición de regente capitalino –durante el sexenio de Miguel de la Madrid-, me explicó la diferencia:
-Es sólo un peldaño (el que separa a los secretarios de Estado de la Presidencia), pero en política lo es todo.
Y el ex presidente luís echeverría, instalado en la creencia de sobrevivir manteniendo su antesala repleta hasta que el agobio de su arraigo judicial –acusado por genocidio- dobló su espíritu, en un contexto similar me confió:
-La verdadera dimensión de los hombres públicos la da el poder. Sólo cuando se ejerce la Presidencia y se pone el sello es cuando podemos valorar, históricamente, la capacidad de un político plenamente realizado.
Sí, es un paso de gigante a pesar de las voces que señalaron, desde la asunción foxista a la Presidencia en 2000, “el fin del presidencialismo autoritario”. Éste, en realidad, nunca había sido tan evidente cuando las torpezas operativas y la consiguiente pérdida de controles no han sido suficientes para terminar con la doctrina presidencialista que incluso se impone, en el ejercicio de la Comandancia Suprema de las Fuerzas Armadas, a los contingentes castrenses. Por ello, claro, la responsabilidad por las cien mil víctimas civiles -hasta ahora- de los enfrentamientos contra las mafias, que han infiltrado al ejército, es compartida por quien ahora, desde Los Pinos, avala a los mandos castrenses. Negro destino el suyo, mucho peor al que sufre echeverría con los fantasmas de Tlatelolco y el Jueves de Corpus de 1971 pululando incesantes por su mente atormentada.
Por todo ello, el juego sucesorio tanto nos interesa a los mexicanos, más ahora cuando creemos que somos más determinantes que en el pasado a pesar del ominoso espectáculo de 2006, y otro más en 2012, cuando los “árbitros” de la contienda inclinaron la cerviz precisamente ante el presidencialismo… y el verdadero poder que lo guió para evitar un viraje extremo cualquiera que fuese su costo.
Debate
Por el momento, las luchas sordas se desarrollan al interior de cada partido y no están muy apartadas de la metodología o el léxico rebosante de frases oportunistas destinadas a cooptar a la masa ignorante que sigue creyendo en que la selección de los verdes serán campeones –algún día- porque así lo determina Televisa con su cañón absorbente de patrocinadores. Ningún otro país gasta tanto en el fútbol ni recibe tantas decepciones como el nuestro. Así, claro, en la política: vamos a la vanguardia de los gastos electorales y no logramos salir del subdesarrollo, mental y público, de la manipulación electoral.
¿Recordamos que el IFE, ahora visto como garante del futuro comicial con consejeros que luego se vuelven abanderados partidistas negando su otrora falsa condición de imparciales, fue fundado por carlos salinas como uno de sus intentos por ganar la legitimidad que no había sido capaz de ganar en las urnas en 1988? Y el primero de los consejeros presidentes de la institución fue, nada menos, “La Daga” Emilio Chuayfett Chemor, a quien luego se solicitó ser gobernador del Estado de México y secretario de Gobernación, negando con estas solas designaciones la pretendida autonomía del organismo naciente. El pecado de origen lo seguimos arrastrando. En este sexenio ya pasó por la Secretaría de Educación con saldos muy rojos y en su ostracismo ya son pocos quienes le recuerdan.
Desde los penosos incidentes de 2006, cuando se trocó la voluntad del electorado entre otras cosas con proyectos mercadotécnicos de importación –“los peligros”, lema que fue usado después por Mariano Rajoy, del Partido Popular, en España durante su segunda campaña contra José Luís Rodríguez Zapatero-, los legisladores –más viajeros y dispendiosos que en ninguna otra época de la historia-, sólo acordaron una “reformita” para modificar al Consejo General del IFE en una especie de golpe de Estado técnico y sin respetar los términos establecidos por la antigua ley. Esto es: se usó la retroactividad que es contraria a los principios torales del Estado de Derecho… aunque en este caso, los simuladores consejeros lo merecieran. Fue peor el remedio que la enfermedad.
Como van las cosas, el sorprendente repunte de Andrés Manuel López Obrador, que remitió al tercer sitio a su antiguo foro, el PRD, hace ver a sus adversarios como incapaces de ganar el necesario posicionamiento nacional por sus propios méritos. Y es que hay mucho en donde meter aguja para sacar barreta. Pero él mismo conoce sus límites, físicos y políticos, lo que no es garantía para el futuro.
No se requieren campañas negras para exhibirlos.
La Anécdota
Durante los celebres “plantones” poselectorales de 2006 –que ahora se asumen como actos responsables para “desinflar” las tensiones de quienes no pudieron defender sus votos-, López Obrador me dijo respecto a continuar nuestra charla:
-Como dijo aquel preso: vete a echarte un taco que yo estaré aquí, esperando.
Pero no fue así. Regresé y se había marchado a Oaxaca. Y bien se sabía que, todos los días, iba a su departamento de Copilco y algún otro domicilio, para asearse.
Acabemos, de una vez, con las especulaciones
y asomémonos a las respuestas precisas que tanto soslayan
los enanos al servicio de un gobierno putrefacto y rebasado.