Guatemala a seis meses de la llegada de Jimmy Morales al poder

Guatemala (PL) Seis meses después de iniciado su mandato, el Gobierno encabezado por Jimmy Morales muestra cierto desgaste y confirma la tesis de que el «outsider» en política nunca tuvo un plan serio para Guatemala.
Pese a la insistencia del mandatario en remarcar los pequeños pasos de hormiga dados en cuanto a educación, salud, infraestructura y sobre todo seguridad, los números rojos indican una opinión contraria de la población e incluso de quienes formaron parte de su equipo desde el comienzo.
La salida de dos ministros -y la eventual baja de un tercero-, la destitución de dos viceministros y la renuncia de otros dos, son apenas algunos de los efectos de la inexperiencia del actor de 47 años de edad, cuya gestión es tachada de mala por más del 60 por ciento de la población y cuestionada por su proclividad a seguir las pautas de la derecha conservadora militarista.
Según un sondeo de opinión del diario Prensa Libre, ocho mil 336 personas de 20 mil 273 (60 por ciento) consideran infructuoso el desempeño del vencedor en unas elecciones que estuvieron marcadas por la frustración con el quehacer de los políticos tradicionales y la rabia con el grado de corrupción prevaleciente en Guatemala.
Morales sigue absteniéndose de impulsar los cambios estructurales imprescindibles para revertir la realidad de uno de los países más impactados por la desigualdad, la exclusión, la violencia, la desnutrición y otros problemas asociados, coinciden consultores políticos, activistas sociales y especialistas de diversas ramas.
Estos sectores señalan al gobernante porque pareciera empeñado en convertir a los militares en protagonistas de las escasas obras civiles que impulsa y por ende, en una fuerza con la cual hay que contar para transformar este país, aún bajo las secuelas del conflicto armado interno más cruento de los ocurridos en Centroamérica (1960-1996).
Desde su investidura Morales encomendó al Ejército la construcción de cerca de ocho mil kilómetros de caminos y carreteras, la elaboración de pupitres para las escuelas, de sillas de rueda para los hospitales y otras misiones de beneficio popular.
Con base en esas obras, creyó llegado el momento de sacar a la calle el desfile por el día de la institución castrense el 30 de junio, pero el rechazo popular a su propuesta fue tal que tuvo que echar atrás el anuncio y celebrar la efeméride en los predios de la Fuerza Aérea.
No obstante, manifestó su determinación de impulsar otra mirada hacia el pasado, porque «el Ejército de hoy es producto de una renovación constante en materia de su recurso humano, la mayoría de sus integrantes nacieron a la vida militar después de los Acuerdos de Paz (1996) y su presente está marcado por tiempos de grandes cambios».
Durante la parada militar por el aniversario 145 de las Fuerzas Armadas, el también comandante general de estas insistió en que «lo hecho, hecho está, lo que ya sucedió no lo podemos cambiar» y con ello ahondó más la herida de quienes todavía lloran a más de 245 mil muertos o desaparecidos durante la guerra.
El incremento del presupuesto del Ejército y la reducción de los fondos del programa de resarcimiento a las víctimas de la confrontación bélica, que este año sólo recibió 3,2 millones de dólares de los 38, cuatro millones anuales fijados, es interpretada como otra señal del lado para el cual está inclinada la balanza del ferviente seguidor de la Iglesia Evangélica.
Por estas y otras razones hay quien asegura que el 14 de julio Morales cumplió 180 días como gobernante, pero igual de recibir críticas bien ácidas por sus constantes fábulas en actos públicos, poses histriónicas y andar marcial, tras años de ganarse la simpatía de la ciudadanía por su presunta sencillez y desenfado para burlar a los más odiados por esta.
Sin embargo, en su informe del período el jefe de Estado sólo reiteró los logros de su gestión y en particular el combate a gran escala a las pandillas o maras, así como la desarticulación de varias de sus células y el apresamiento de cerca de 200 de sus miembros.
Otro acierto mencionado fue la disminución progresiva de las muertes violentas, en particular de las provocadas por heridas de bala y arma blanca, que según el Ministerio de Gobernación comenzó en el mes de marzo y para junio representó 123 homicidios menos que en la misma etapa de 2015.
Asimismo aludió a la reducción de la brecha fiscal, gracias a la labor desplegada contra los evasores por la nueva dirección de la Superintendencia de Administración Tributaria; y la contención del gasto del Gobierno en cuanto a telefonía, alquiler de inmuebles, vehículos, seguros y publicidad.
De acuerdo con Morales, este ahorro permitió aumentar los salarios de los agentes de la Policía Nacional Civil y reactivar servicios en algunos hospitales, mas otra es la visión de los que día a día tienen que lidiar con las dificultades en materia de salud y educación en Guatemala.
Estos fueron, junto a la seguridad, ejes prioritarios de la campaña de Morales por la presidencia de la república y todavía continúan en espera de soluciones definitivas, con saldos mortales de por medio y una que otra protesta masiva como consecuencia.
Frente a las críticas por la desatención a esos aspectos básicos en materia de derechos humanos la respuesta del presidente alarma: quienes las hacen «son personas que tienen algún problema o resentimiento, todos aquellos que no tienen negocios o una cuota de poder».

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