Buenos Aires, 1 ago (PL) Después de 15 años, un presidente argentino volvió a participar en la inauguración oficial de la principal muestra rural del país, copada por los grandes hacendados del campo. Mauricio Macri se mostró feliz entre sus pares.
La Sociedad Rural, entidad que organiza la muestra «del campo en la ciudad», es una institución de larga historia en Argentina, ligada siempre a los sectores más concentrados de la economía -en este caso, agraria- y a las distintas dictaduras.
Incluso, un hombre de sus entrañas, como José Alfredo Martínez de Hoz, fue ministro de Economía de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), quien junto a la cúpula castrense además de llevar a cabo un exterminio social, consagraron un genocidio económico, extranjerizando los recursos y las riquezas nacionales, sumado al sobreendeudamiento de la nación.
En esa fiesta de grandes terratenientes -muchos de ellos denunciados por reducir a sus «peones rurales» a trabajar en condiciones de esclavitud y explotación, como el propio presidente de la entidad, Luis Miguel Etchevehere, Mauricio Macri sintió que estaba entre amigos, tales fueron sus palabras, quienes le ofrendaron un cálido recibimiento.
En su breve discurso, el presidente argentino destacó el crecimiento que vivió el sector a partir de la eliminación de las retenciones y la profunda devaluación, cercana al 70 por ciento, de la moneda nacional.
Eso generó enormes márgenes de ganancias para quienes ya era los más ricos del país en detrimento de las mayorías sociales y populares.
Pero mientras Macri sonríe entre empresarios agrarios, el pueblo sigue organizándose para resistir el ajuste. De hecho, se prepara para el próximo 4 de agosto una nueva jornada de protesta y movilización contra los aumentos de precios, la creciente ola de despidos y la suba de las tarifas de los servicios públicos.
El nuevo «ruidazo» -por la modalidad del reclamo- se extenderá por todo el país y será una señal de agotamiento para un gobierno que en sólo ocho meses liquidó su capital social y dinamitó todos los índices económicos.
Según datos oficiales, la industria se contrajo 8,2 por ciento, la construcción cayó cerca de 20 puntos y el país entró en recesión, que incluso alertó el FMI. En el Parlamento, la oposición también prepara una agenda hostil a las pretensiones del oficialismo.
En la Cámara de Diputados seguramente se discutirán algunos proyectos vinculados a frenar las intenciones del Ejecutivo de inmiscuirse en los datos privados de los ciudadanos, haciéndose de la información archivada en las dependencias de programas sociales.
En el Senado se analizarán los pliegos de las nuevas autoridades propuestas por el Ejecutivo para ocupar las direcciones de la Agencia Federal de Inteligencia. Ellos son Gustavo Arribas y Silvia Majdalani. El debate comenzará el miércoles, en el marco de la Comisión de Acuerdo que preside un legislador de la oposición.
Sobre Arribas pesan sospechas por su presunta complicidad en delitos fiscales como representante de fútbol. Mientras que la situación de la exdiputada Majdalani es peor ya que actualmente es investigada por el fiscal Federico Delgado por presunto caso de lavado de activos.
Sin dudas, la primera semana de agosto entregará material para el análisis. El fin de la feria judicial implicará el reimpulso de las denuncias por corrupción a la anterior gestión.
También se hablará de la unificación de la Confederación General del Trabajo y en el Congreso se discutirá el proyecto de Reforma Política y Electoral.
Y mientras todo eso pasa, el tan promocionado «segundo semestre» sólo parece acentuar la crisis de la primera mitad del año, sin «revolución de la alegría» y mucho menos el paroxismo de la «pobreza cero».
Hasta el momento lo único que se ve es a un pueblo tomando las calles, reclamando por sus derechos: tierra, trabajo y un techo digno.
*El autor es periodista argentino quien colabora con Argentina
Argentina, el granero del mundo
Por Gastón Fiorda