Sufre mucho Benito

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Cuando se habla de los grandes depredadores en el mundo salvaje muchas veces podemos considerarlo como algo cruel y hasta cierto punto despiadada la manera como éstos animales atacan a sus presas.

Alguna vez nosotros también fuimos parte de la cadena alimenticia de éstos depredadores, sin embargo, supimos cómo defendernos y llegar a ser la raza dominante sobre la Tierra.

Pero por muy despiadados que sean los depredadores algo que tienen en común es que ninguno de ellos se ataca entre la misma especie, algo que el ser humano hace cada vez más común, siendo los únicos que nos atacamos entre nosotros mismos.

Esto viene a colación porque como buitres, más de un centenar de gigantescos centros comerciales y una marabunta de tiendas OXXO, devoran sin piedad la carroña de lo que queda del Mercado “Benito Juárez” que de seguir prisionero en el olvido, podría convertirse en un nido de ratas.

Similar situación es por la que pasan varios mercados públicos de abasto en el país ante el paso de la modernidad o la ambición de grandes cadenas comerciales e intereses políticos.

Saltillo, “El Atenas de México”, representado por el nogal como símbolo de nuestra entidad, el vetusto edificio con más de medio siglo de vida, para la desorbitada población de más de un millón de habitantes, es considerado por miles de saltillenses como obsoleto y no se puede predecir cuál funcionario lo haga surgir de las cenizas como el ave fénix.

Los dueños de los gigantescos y arquitectónicos centros llamados pomposamente departamentales, tienen por sistema laborar hasta 15 horas y por lo que respecta a los OXXO como en la época de la esclavitud trabajan día y noche los 365 días del año.

En los centros comerciales todo lo que venden vale un ojo de la cara porque en su nómina incluyen cajeras, vendedoras de piso, personal de limpieza y asesores en mercadotecnia.

Aparte disponen de un sofisticado sistema de circuito cerrado y cámaras ocultas para evitar el saqueo de las farderas que ingresan a los centros luciendo una lánguida figura para salir posteriormente más “rechonchitas” que Sancho Panza, el fiel escudero de Don Quijote.

Tan sofisticados, pero sobre todo con una gran variedad de productos se han convertido esos gigantescos centros comerciales que solo les falta que vendan ataúdes para muertos, porque sus espaciosos sectores, disponen hasta de casinos infantiles, farmacias, joyerías, perfumerías, venta de celulares, estéticas, ropa, útiles escolares, herramientas, fruterías y por nada en el mundo se les olvida poner a la vista de la clientela el lugar destinado a la venta de finos licores y una vasta dotación de cerveza.

En las tiendas departamentales, tienen agentes de tránsito gratis porque personas de la tercera edad o que carecen de trabajo acuden al área de estacionamiento y pañuelo rojo en mano guían a los conductores hacia los cajones para dejar el carro y todo esto lo hacen por un puñado de monedas porque los cuida-carros o lavadores de autos, no son parte del personal de los centros departamentales que no los incluyen en la más mínima parte de sus millonarias ganancias.

En el Mercado Juárez, en Saltillo, se está sosteniendo cada día una constante lucha por mantener ese centro de abastos que forma parte de la historia de esta ciudad porque ha quedado varias veces a punto de desaparecer, por ejemplo, en 1952 quedó convertido en cenizas.

El 15 de mayo de 1958, todos los comerciantes que luego del incendio se colocaron en tiendas de carpas en la calle de Padre Flores, fueron obligados por las autoridades a instalarse en el Mercado Juárez que ya era considerado como nuevo.

Aunque cada administrador del Mercado Juárez, trabaja cada día por mejorar el este inmueble que tiene 65 locales en la planta baja y 90 en la alta, la lucha no ha sido nada fácil y la falta de cooperación e interés en cada administración cada vez es menos de llamar la atención, más que únicamente asisten las autoridades ahí como un foro publicitario para captar imágenes de funcionarios y que el pueblo diga que forma parte de ellos como símbolo de humildad para posteriormente irse a comer a los lujosos restaurantes.

Su última manita de gato por parte de una autoridad, fue en el período de gobierno estatal de Enrique Martínez y Martínez, que fue del 1999 al 2005, se hizo una inversión de 12 millones de pesos para remodelar el Mercado que, en la época de lluvia, llovía más adentro que afuera.

La remodelación se concluyó el día 31 de diciembre del 2002 y de ello hay constancia en una placa ubicada en la parte frontal de ese centro de abastos. En esa remodelación se colocó un techo nuevo y se dotó vitropiso a todas las áreas y se les dio un toque de lo más moderno de la fachada.

Por las noches, una manada de gatos se encarga de combatir a los roedores, pero no es lo único que tienen que combatir en el Mercado Juárez, además del interés de los grandes centros comerciales, sino también la instalación de vendedores foráneos que en la temporada navideña se posesionan de las proximidades del Mercado Juárez, Plaza Francisco I. Madero y San Francisco en donde vienen a hacer su “agosto” en pleno diciembre.

Esos vendedores foráneos con solo pagar el derecho de piso quieren tener las mismas garantías que los comerciantes establecidos y ya es tiempo de que se les ponga un límite y se frene el influyentísimo que dicen y alardean tener. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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