La Paz (PL) Los países sin litoral están en desventaja con respecto al resto del mundo por las incidencias negativas del enclaustramiento en el desarrollo y los obstáculos que deben sortear en su tránsito al Océano.
«Nuestro camino al mar es un campo minado», declaró el vicecanciller boliviano, Juan Carlos Alurralde, luego de una visita a mediados de año a puertos chilenos, por donde circula más del 70 por ciento del comercio de la nación andino-amazónica.
La frase resume los problemas para acceder a las costas, tanto por la falta de infraestructuras adecuadas como por las elevadas tarifas del transporte de mercancías, la discriminación de la carga y los asuntos aduaneros.
El tema centró la atención de la reunión del Grupo de Países en Desarrollo Sin Litoral que sesionó en octubre en la ciudad boliviana de Santa Cruz, con la participación de ministros de Transporte y Obras Públicas de cuatro continentes.
Esta agrupación está integrada por 32 estados: 16 de África, 10 de Asia, cuatro de Europa Occidental y dos de América Latina (Bolivia y Paraguay), con una población total de unos 500 millones de personas.
Según informes de la ONU y la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), dados a conocer en el encuentro, estos países pagan hasta cuatro veces más por su comercio que las otras naciones.
Es conocido que el precio por contenedor para los privados de litoral es de cuatro mil 350 dólares para las importaciones y de tres mil 550 para las exportaciones.
Sin embargo, el promedio para el resto está en el rango de mil 150 dólares.
Si a ello añadimos que en la actualidad cerca del 90 por ciento de las mercancías son transportadas por mar, veremos entonces la desventaja de los países sin costas cuando se trata del intercambio comercial internacional.
Existen también estadísticas sobre la incidencia de la mediterraneidad en el Producto Interno Bruto (PIB).
De acuerdo con diversos estudios, una posición geográfica desventajosa desacelera el aumento del PIB hasta en un 0,7 por ciento, y en estos momentos nueve de los países sin costas están en los últimos puestos en cuanto al Índice de Desarrollo Humano.
En el caso concreto de Bolivia, anfitriona del evento, las estadísticas reflejan una pérdida de entre 0,4 y 0,5 por ciento de su PIB anual por no tener acceso al Pacífico. Esta nación es la que tiene el más alto costo de transporte por carretera a nivel regional y, según datos de la Aladi, el incremento es de 23,2 por ciento por encima de sus vecinos.
De ahí la propuesta del presidente Evo Morales de crear un Índice de Libertad de Tránsito para comparar, medir y evidenciar los obstáculos en este sentido, así como existe un indicador para el desarrollo y las desigualdades sociales.
En opinión del mandatario, en pleno siglo XXI no debería existir una sola nación en nuestro planeta sin acceso al mar.
«Cómo podemos admitir que uno de los más importantes patrimonios comunes de la humanidad esté restringido para más de 500 millones de personas», se preguntó.
Para la mayoría de estas naciones el problema no sólo radica en la distancia al mar, sino también en las barreras creadas en los territorios de tránsito.
Zambia, en su calidad de presidente del grupo, aprovechó el foro para pedir a instituciones internacionales y bancos de desarrollo asistencia financiera para infraestructuras viales, a fin de mejorar el transporte, la movilidad y la conectividad.
El evento resaltó la importancia de la construcción de corredores internacionales de comercio que faciliten el acceso al litoral y fomenten los procesos de integración regional.
Uno de los proyectos promovidos en esa reunión fue el del tren bioceánico, que tendrá una extensión de tres mil 360 kilómetros y enlazará al océano Atlántico con el Pacífico a través de Brasil, Bolivia y Perú.
La vía favorecerá también a Paraguay, Uruguay y Argentina, a través de la hidrovía Paraguay Paraná.
El costo de este ferrocarril será de unos 14 mil millones de dólares, por lo que los países involucrados no podrán garantizar la totalidad de los recursos con fondos estatales. De ahí la importancia de avanzar en las alianzas público-privadas y en la búsqueda de inversiones foráneas.
El Corredor Bioceánico Central ya cuenta con el aval de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que lo consideró como muy importante para la integración regional.
El foro de dos días, auspiciado por la ONU, aprobó una declaración de 55 puntos en la cual los asistentes ratificaron la importancia de contar con un acceso equitativo, eficiente y sin restricciones al mar.
«Por qué no trabajar para que todos los países tengamos derecho de construir nuestros propios puertos en los países de tránsito», se preguntó el canciller boliviano, David Choquehuanca, en la clausura del evento.
Choquehuanca advirtió que mientras existan diferencias entre países con acceso a los océanos y los sin litoral, los segundos tendrán problemas para cumplir con las metas de desarrollo sostenible propuestas por la ONU.
Bolivia presentará el documento final de la cita de Santa Cruz en la próxima cumbre mundial del Grupo de Países sin Litoral, que se celebrará en Turkmenistán, donde se examinarán los desafíos de estas naciones por su lejanía y aislamiento de los mercados mundiales.
Países sin Litoral: el largo y tortuoso camino al mar
Por Carmen Esquivel