México, 5 oct (PL) El gobierno federal mexicano, la empresa privada, los medios de comunicación y otros sectores siguen hoy atentos a la campaña presidencial en Estados Unidos, que desde hace varios meses impacta en este país.
Algunos de los últimos sondeos que hablan de una final cerrada por la carrera a la Casa Blanca merecieron aquí el anuncio de que las autoridades gubernamentales preparan un plan de contingencia ante un horizonte adverso: una victoria del candidato republicano Donald Trump.
El magnate estadounidense hizo de los ataques a México, a sus migrantes en EE.UU., al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y al tema fronterizo parte importante de su campaña electoral.
Su visita aquí, invitado por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, le valió al mandatario mexicano fuertes críticas a nivel nacional e internacional.
El jefe de Estado reconoció en algunas de sus últimas intervenciones públicas que la invitación a Trump fue, al menos «precipitada» y polémica.
A tenor de la campaña presidencial en el país norteño, el peso ha perdido valor ante el dólar, mientras la Bolsa de Valores de México también se resintió en sus operaciones.
Para sumar, otro magnate, el mexicano Carlos Slim consideró «muy bajas» las posibilidades de Trump, aunque reconoció que su victoria el martes próximo tendría efectos muy graves, tanto para México como para Estados Unidos y el resto del planeta.
Así lo afirmó en la ceremonia de clausura de la XXII reunión plenaria de la Fundación Círculo de Montevideo, un grupo de reflexión creado en 1996 que se dedica a hacer análisis políticos sobre América Latina.
El dueño de las telefónicas Telmex y América Móvil, entre otras compañías, dijo que Estados Unidos importa muchos bienes de consumo de todo el mundo, por lo que gravar con altos impuestos la entrada de mercancías (prometido por Trump) «destrozaría la economía americana con una inflación brutal».
Para el mexicano de a pie, sin embargo, los vaivenes de la política estadounidense ya afecta sus bolsillos, con índices inflacionarios sobre todo en alimentos, y planes de contingencia que van más allá de quien gane el 8 de noviembre la llave de la Casa Blanca.