En la medida que los casinos se van clausurando en diferentes localidades del país siendo la mayoría de estos por cuestiones de seguridad ya que muchos fueron fuentes de lavado de dinero del crimen organizado, no significa que éstos hayan sido radicados en su totalidad.
No se trata de algo nuevo sino de la más antigua de las atracciones de las fiestas populares es ahora el negocio que operan mafias de la jugada y que pasó de pequeños premios hasta cantidades monetarias que violan de manera flagrante la Ley Federal de Rifas y Sorteos.
En prehistóricos caserones con techos de madera que despiden polilla por doquier y paredes de adobe que asemejan a los galerones de la época colonial, se han “construido” los casinos y las antiquísimas edificaciones del centro histórico que asemejan y simulan a Las Vegas, Nevada, de los pobres.
En lugares ubicados en el primer cuadro de la ciudad de cada cabecera municipal del país operan igual que aquellas grandes como si fueran las Vegas, Nevada, pero sin nada de lujos u ostentoso y mucho menos llamando la atención con sus múltiples colores, donde los preceptos legales originan que la piqueta de la modernidad no ha permitido su derrumbe, en ellas corre el dinero y se viola de manera flagrante la Ley Federal de Juegos y Sorteos, con la complicidad de las autoridades locales principalmente que advierten dos hipótesis o fingen demencia o se ponen las gafas oscuras del desdén.
La miopía es tanta que muchos de éstos operan frente a instituciones de gobierno o simplemente a unas cuantas cuadras tanto de Ayuntamientos, o de la mismísima institución de Seguridad Pública, en donde los domingos por la tarde se juega a la lotería y al grito de “¡buenas con el diablito!” se premia a los aspirantes con dinero que oscila por encima de los 80 mil pesos.
Este atractivo, que lo mismo fomentan parroquias, que escuelas, casi siempre era con el objetivo de recaudar fondos para alguna causa social o mejoras para los edificios. El pretexto es lo de menos; lo destacable es cómo personas organizadas bajo el mismo bien común han logrado amasar verdaderas fortunas organizando las jugadas de lotería, que en dividendos podría dar igual ganancias que la venta de drogas o traficar con humanos a Estados Unidos.
En el caso de “La Corona”, llamado así el casino de los pobres de Saltillo, es manejado por una sociedad que ha sabido sacar provecho de una vieja construcción localizada por la calle de Presidente Cárdenas. La actividad no es exclusiva para los fines de semana, aquí la jugada es diaria y las jugosas ganancias alientan el clandestinaje para no tener que repartir el recurso.
Así como estas existen otros lugares y no exceptuando Saltillo los hay en el resto del país, cada cual con su nombre para identificarla entre los mismos habitantes la entidad compartiendo la misma característica en la que todas las instalaciones carecen de un documento que ampare el uso de suelo para esta actividad, según la Presidencia Municipal, y para aquellos lugares donde se llegaron a clausurar poco les duró, pues los socios decidieron romper los sellos para continuar con la jugada.
Para la Secretaría de Gobernación, existe conocimiento de las actividades, pero no hay operativos o estrategias para contrarrestar el delito, tomando en cuenta muchos de esos lugares, la jugada es exclusivamente con y por dinero.
Hay quienes piensan que debería ser la misma gente que ahí acude quien denuncie lo que considera como anomalías para que la representación de esta instancia federal turne el expediente a la Dirección de Rifas y Sorteos, para una actuación y atención más puntual a la situación.
La mayoría de las personas que asiste a la jugada dominical en otros sitios tienen el mismo horario de las 16:00 horas para terminar a las 20:00, siendo en su mayoría damas de la tercera edad que para acudir a la lotería se dan su manita de gato o zarpazo de tigre y se ponen frente al espejo y con su acostumbrada vanidad se convierten en bonitas.
En medio del alboroto de las personas que ganan dinero por premio, también se oyen los gritos de las mujeres que piden cosas y cigarros que por el humo de estos propician un ambiente espeso que por momentos estrangula la existencia.
El atractivo de la lotería es que, por pocos pesos, se le proporciona a persona que juega hasta nueve tablas con las diferentes imágenes para tener así mejor oportunidad de salir triunfante en la jugada.
Los encargados o administradores de los casinos para pobres ya tienen plenamente identificadas a las asistentes a la lotería y sólo a ellas se les coloca en una lista y se les proporciona una simple hoja de papel con determinados números que van a ser sorteados al final de la jugada.
El premio es atractivo porque son mil o un poco más que en ésta época de crisis sirve a las mujeres ganadoras para despilfarrarlos en sus cosméticos o tal vez para comprar zapatos, o finalmente recuperar lo que se ha perdido en otras jugadas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org