Veneno Puro: Fracasos sin Asumir

Por Rafael Loret de Mola

*Fracasos sin Asumir
*Una Feria “Elitista”
*Las Propinas en Cuba

Lo mismo en los deportes que en la geopolítica mundial los derrotados no sólo hacen mayoría siempre sino, además, tardan en digerir y aceptar sus tremendos fracasos; y hasta los olvidan pronto. Kennedy, por ejemplo, fue la excepción que confirma la regla: luego de la odiosa y fragmentada invasión a Bahía de Cochinos –abril de 1961- en donde Fidel dirigió un tanque de guerra durante el desembargo de los “anticomunistas”, con el financiamiento oculto del gobierno estadounidense, nunca dejó de culparse por ello y su vulnerabilidad se acentuó hasta el magnicidio de Dallas.
A poco más de dos años del triunfo de la Revolución Cubana, el demócrata convertido en icono de la democracia en su país, no quiso comprometerse a mostrar el rostro ni exhibir los apoyos a los exiliados del Caribe por temor a una desproporcionada reacción de la entonces Unión Soviética con la que Fidel se cobijó al negarle el gobierno de Estados Unidos reconocimiento y estatus. Castro no guerreó contra el gobierno norteamericano sino expulsó a las mafias que, en nombre del mismo, avasallaban su país blindando la insostenible dictadura derechista de Fulgencio Batista Zaldívar, quien suprimió el derecho de huelga para asociarse con los ricos terratenientes que producían la caña de azúcar, pilar de los productos isleños, para luego, con descaro, dar paso a las multinacionales de la Unión Americana comenzando con los mafiosos fundadores de Las Vegas, la capital todavía del juego y el lenocinio.
Pese al intento de asesinar a Castro, ¡en seiscientas treinta y ocho ocasiones!, amén de los serios “incidentes” de Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles de octubre de 1962, la CIA, el FBI y las agencias de inteligencia de los Estados Unidos sencillamente fueron devoradas por el ingenio, las estrategias y el olfato de Castro quien pudo vadear los intentos de aniquilarlo aunque, en diez ocasiones, se salvó por un pelo. No digo de milagro porque el término podría chocar con los criterios de la ultra derecha. Observo, desde aquí, el malestar de quienes apuntalan este extremo del pensamiento atrapado en la caducidad histórica.
Pese a lo anterior, no existe duda alguna, a dos semanas de la muerte del Comandante, de la derrota extrema de diez presidentes estadounidenses incapaces de asesinar a su odiado Fidel mientras éste iba convirtiéndose en la peor versión de sí misma en el tránsito entre el generoso revolucionario al dictador implacable capaz de asesinar, fusilándolos, a quienes habían sido sus más cercanos; quizá, de quedarse en La Habana, el célebre “Ché” Guevara hubiera corrido la misma suerte, aun en su condición de argentino bautizado cubano por propia mano, para evitar confrontaciones cupulares y la eterna disputa del mando absoluto. Guevara, con seguridad, olfateó estas condiciones y marchó a Bolivia a continuar su propia revolución interior hasta la muerte.
El hecho incontrovertible es que Fidel, el revolucionario primero y el dictador después, resistió los embates desde su entrada apoteósica a La Habana, el 8 de enero de 1959, y su muerte, el 25 de noviembre de este doloroso 2016 para casi todo el mundo. Sí, porque seguimos compartiendo al aire con sujetos de la talla de Donald Trump que “exige” a Cuba condiciones para demostrar su capacidad de “dar algo” a cambio de la bendición estadounidense. Un asco para cualquier conocedor de la historia: mancillar la figura de quien no puede defenderse ya, convertido en cenizas para mucho gloriosas y para otros odiosas, cuando no fueron capaces de ganarle en vida. ¿Quién ganó y quiénes perdieron la historia?
Lo mismo en México donde la dictadura es la suma del presidencialismo con la partidocracia. Luego de tantos años de medir el creciente rencor entre los mexicanos –mayor enfado a menos ignorancia, sería la fórmula-, el presidencialismo vuelve a las andadas en complicidad con las dirigencias partidistas listas a repartirse el pastel de la manipulación colectiva. Por ello, claro, peña puso en orden a quienes aspiran a abanderar al PRI tomando, para sí, la vieja frase reyesheroliana: “primero el programa, después el hombre”. Tal alegó don Jesús tras su reforma política en 1979, bajo la tutela de josé lópez portillo quien veía al personaje citado como el “moderno Ortega y Gasset de nuestra política”. A estos tiempos nos remonta el ignorante mandatario que cursa aún por la residencia de Los Pinos.
Esto es: la soberbia presidencial es mayor a la realidad misma, separada de ésta y arraigada al viejo convencionalismo de la figura sagrada, como los reyes del medioevo capaces de cualquier atrocidad asimilada por los miserables porque las órdenes provenían de la divinidad y aplastaban a su dignidad terrenal, incluso para señalar, como antaño, a la figura dispuesta para sucederlo en el trono perentorio o el excusado de Los Pinos.
Un mandatario, que reúne calificaciones a la baja como cualquier escolapio en desgracia, se pone de pie para explicar a sus supuestos correligionarios la vieja teoría de la reforma de 1979: “en el PRI, primero el proyecto y después los nombres”. Observé el titular, varias veces, porque me producía un alegre despertar con risas imparables. ¡Cómo juega la amnesia del colectivo su papel de testigo de piedra, sin voz ni voto! Y lo peor: se ausenta cuando se le convoca a una revolución pacífica sin entender que el otro camino nos pondría en la línea de la fatalidad. La cobardía masiva se vuelve contra la paz.
No entiende el PRI su tremendo fracaso histórico. No tiene nada en común con el PNR –Partido Nacional Revolucionario-, fundado por Plutarco Elías Calles –por cierto tío abuelo de Guillermo Padrés Elías, ex gobernador de Sonora confinado y panista de cepa como inverosímil paradoja-, para dar fin a los caudillajes; luego el propio Calles engendró el maximato al que borró Lázaro Cárdenas del Río para dar cauce al presidencialismo acaso sin medir sus consecuencias.
Fracaso, sí, porque extravió el PRI sus principios originales, sus banderas sociales y los viejos ideales liberales traicionados por los conservadores agazapados que se adueñaron del partido y de sus raíces dando paso a una aristocracia encabezada por las familias de los ex mandatarios y sus hilos conductores: Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa, manuel bartlett, Porfirio Muñoz Ledo, Arturo Montiel Rojas, Carlos Romero Deschamps, Víctor Flores Morales y los ex gobernadores prófugos pero cargados de dólares.
La diferencia es que los futuros electores han despertado. Una muestra: se asume que el PRI de peña, ganará los comicios en el Estado de México si el PAN y el PRD no se unen; pero no ven la realidad: no hay candidato (a) que pueda remontar la cuesta del Himalaya mexicano, el de la credibilidad, para dar línea a los abstencionistas quienes, con los ojos vendados, pueden significar la diferencia en las urnas en donde se fraccionaran los sufragios.
Como en el fútbol –digamos al estilo del odioso y prepotente “Barsa”-, los goles pueden ser anulados por cualquier nimiedad o provocados a criterio de los silbantes más corruptos de toda la historia del deporte. Pero ya los estadios, pese a reglas fascistas destinadas a que los aficionados muerdan el polvo de las injusticias más severas, van enseñando los dientes al igual que el conglomerado mexicano harto de sufragar para acabar siendo manipulado. ¿Entienden, amables lectores, verdad?
La suma de los fracasos no reconocidos –como enel teorema de Pitágoras- es igual a la suma de los cuadrados de la corrupción que engendra violencia y desolación mientras la clase política putrefacta da cauce al peor escenario sociopolítico de la historia posrevolucionaria, desde la caída de Madero en 1913, pasando incluso por el respiro social de Cárdenas pese al odioso episodio de las “camisas negras” de Tomás Garrido Canabal, venerado todavía hoy por los tabasqueños.
Cuando los fracasos no son reconocidos se vuelven irremisiblemente contra la sociedad que los engendró.
Debate
Recuerdo los lejanos días en los que fui uno de los autores fundadores de la Feria del Libro de Guadalajara –lo de Internacional vino después-, en donde comenzó a privilegiarse la lectura como un instrumento de conocimientos y no como inclinación frívola a las historias de magos y brujas, para niños, o de sexo y muerte, para adultos. El conflicto surge cuando la realidad supera, como hoy, los presagios ficticios que se vuelven contra nosotros.
Hoy, la FIL es elitista y es administrada por una mafia al servicio de los intereses gubernamentales; como casi todo. Yo no sé si los organizadores suponían algo, con tanto título exotérico a la venta, y designaron a Cuba como el país invitado; pese al duelo fue una magnífica oportunidad para exaltar la figura de Castro en el mundo occidental para descontrol de las editoriales españolas y estadounidenses que dominan el mercado mexicano.
A este autor, y su libro “Hijos de Perra”, luego de haber presentado más de una veintena de sus obras en este mismo espacio, se le negaron accesos y auditorios tratando con ello de boicotear la obra en cuestión, lo que no sucedía ni siquiera en los años bajos del salinismo ni en los anteriores sexenios rebosantes de presidencialismo autoritario. Mis obras de entonces fueron una trinchera contra éste y salieron bien librados en la paulatina evolución de las novelas no-ficción y los ensayos directos jamás desmentidos.
La pelea contra la libertad de expresión es sucia y ruin, disimulada también en medio de descalificaciones soeces contra quienes intentamos ejercerla bajo una espesa capa de niebla corruptora y traicionera. Pero tales turbulencias, a estas alturas, sólo me producen risa. El tiempo dirá.
La Anécdota
En 1974 me asomé a La Habana por primera vez. Recuerdo que, al llegar al hotel que dispusieron para nosotros, el antiguo “Habana Libre”, pretendí entregar algunas monedas al maletero; y éste me replicó, casi molesto:
–No, señor. En Cuba no aceptamos propinas. Todos los huéspedes son tratados igual y no por el monto de las mismas. Es también una cuestión, sabe usted, de dignidad. Mi trabajo está bien remunerado –en comparación con otros-, y no puedo quejarme.
Desde luego no mencionó que los cubanos, salvo los empleados del hotel, no podían pasar ni al lobby.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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No hay comparaciones posibles entre naciones apegadas a doctrinas distintas. Pero lo peor es lo que sucede en México bajo fórmulas amorfas, ambivalentes y dolosas en extremo contra quienes menos tienen.

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