Afectan al desarrollo infantil
La época de Navidad se convierte, un año más, en un avasallamiento constante a nuestras retinas: anuncios de regalos por donde quiera que miremos. Las nuevas generaciones son especialmente vulnerables ante esta publicidad; de los juegos que aprendan en la infancia dependerá gran parte de su futuro.
Las niñas son educadas en la belleza, la maternidad o el cuidado doméstico. Los niños reciben mensajes de poder, competitividad, independencia y dinamismo. Algunas campañas se distancian de este tipo de anuncios rodeados de machismo mediante mensajes de igualdad a través de la coeducación.
Las campañas de juguetes de Navidad vuelven a estar, otro año más, impregnadas de valores patriarcales. Aún vemos anuncios de bebés que son cuidados por niñas: les dan el biberón, les cambian el pañal y les cantan para dormir. Todo, con una sonrisa. Poco después, podemos ver a un niño jugar con una pistola a matar monstruos o cualquier otro enemigo que se le parezca. Pasan los años, los papeles no se invierten.
Mientras, los juguetes siguen siendo un arma de educación en valores básica: “El juego, a través de los juguetes en la infancia, es una cuestión primordial y fundamental para el desarrollo de nuestros niños y nuestras niñas”.
Así lo explica la integrante del grupo de investigación de Equidad e Inclusión en Educación de la Universidad de Murcia, Eva María González Barea, a AmecoPress: “los juguetes suponen un recurso y un medio de gran alcance en la educación de la población infantil para la adquisición de valores de igualdad, justicia o ética”.
Emakunde, en 2013, ya realizó un estudio en estas líneas sobre sexismo en las campañas de publicidad, donde se afirma que los juguetes son “una pieza fundamental en el desarrollo motriz, cognitivo, afectivo y social de la infancia”. Aún con todas estas premisas, sabiendo la importancia que tienen para el desarrollo, siguen fomentando ideas machistas.
DIVISIÓN SEXUAL DE LOS JUGUETES
Lucía Martínez, ahora periodista en Píkara Magazine, formó parte de este estudio de Emakunde sobre “Sexismo en la campaña de publicidad de juegos y juguetes 2013. Herramienta para su detección”.
“Jugar es reproducir lo que queremos ser en el futuro. Si jugamos a princesas y ellos a darse sablazos, es exactamente lo que sucederá en la adultez”, considera Martínez en declaraciones para AmecoPress.
“Las campañas de Navidad que publicitan constantemente juguetes marcando diferencias sexuales y de género, claramente están favoreciendo la perpetuación de estereotipos en torno al sexo”, plantea González Barea.
A modo de ejemplo, comenta que “los juguetes destinados a niñas se sumergen en colores cálidos y rosados, y sus usos obedecen al ámbito familiar, del hogar o del cuidado a otras personas. Por el contrario, los designados a los niños aparecen con colores más llamativos, así como relacionados con hábitos deportivos, como automóviles o fuerza”.
La división sexual de los juguetes es una de las armas más potentes mediante la que se refuerzan ciertos roles e intereses en los niños y en las niñas.
En el ya mencionado estudio, Emakunde denuncia que “descartar un tipo de juguetes por considerarlos impropios del género asignado –mediante colores y brillos-, merma la posibilidad de desarrollar las capacidades, habilidades y aptitudes que se trabajan con ese tipo de juguete”.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN: ¿CÓMPLICES?
Esta división llega a la infancia a través de los medios de comunicación, que son las vías mediante las que se extiende el discurso.
“Los medios en todos sus formatos juegan un papel importantísimo en el alcance de una sociedad igualitaria. De manera inconsciente, las niñas y los niños se van socializando -a través de medios, grupos de iguales, familia…-, en determinados roles sociales”, argumenta González Barea, del grupo de investigación de Equidad e Inclusión en Educación de la Universidad de Murcia.
Esos roles sociales pueden adquirir dos caminos: o bien responden a una sociedad tradicional, o expresan movimientos contrahegemónicos y contrarios a ese tradicionalismo.
“Los medios de comunicación tienen una gran capacidad para cooperar con esa desigualdad o, por el contrario, ser actores de ese andamiaje de paridad y ecuanimidad en la sociedad”, añade González Barea.
En contraste, la periodista Lucía Martínez se muestra reacia a culpar a los medios de comunicación en este sentido. “No son los peores actores, simplemente actúan de soporte publicitario. Los medios reflejan lo que sucede en la sociedad; la desigualdad ya está planteada cuando una niña llega a la televisión: viste de rosa y sus juguetes son rosas”, explica.
COEDUCAR PARA TRANSFORMAR LA SOCIEDAD
El tiempo de ocio es otro de los ámbitos en los que es importante aplicar la coeducación, con el objetivo de eliminar esta división sexual. “La coeducación se dirige a la consecución de una igualdad en la que no se reproducen los roles tradicionales diferenciadores y desiguales entre sexos y, por tanto, se potencie la equidad”, explica González Barea.
Además, no sería tan complicado de aplicar: basta con dejar de distinguir entre sexos en el uso de juguetes.
“Esto es, por ejemplo, que las muñecas, un videojuego o un coche de carreras pudieran relacionarse tanto con niños como con niñas de forma indistinta”, ejemplifica. Para ello, es también vital contar con “la aceptación desde el imaginario colectivo de la sociedad”, dijo.
La igualdad es tarea de las personas que conviven con la infancia, padres y madres, que deben “no coartar” sus libertades. Así lo cree la periodista de Píkara Magazine, que aboga por la responsabilidad de mayores en esta tarea. “Hay niños y niñas que se resisten a adoptar el rol que les “corresponde” porque sufren acoso, insultos u ofensas. Hay que atender a las necesidades de estas personas cuando son distintos a la norma”.
Además, Lucía Martínez reflexiona en que “los procesos de concienciación y transformación social son demasiado lentos, pero no por ello estáticos”, por lo que existe cierta evolución positiva hacia la igualdad en este ámbito con “la sensibilización en torno a estas temáticas comienza por tratarlas, hablarlas, discutirlas, desenmascararlas. Y eso está sucediendo”, argumenta.
¿HACIA UNA SOCIEDAD IGUALITARIA?
La periodista además se muestra reacia a creer en los avances. “Soy pesimista porque se ve que la división sexual de objetos, en general, es hoy mayor que hace años, siendo además los productos de niñas y mujeres más caros. Antes no había patines para niños y niñas, ahora se diferencian en azul y rosa”, expone.
Estos parámetros se repiten en la adultez cuando, si una mujer quiere comprar una maquinilla “dirigida” a ella, gastará más dinero. Y, por supuesto, será de color rosa. “El mercado sabe hacer negocio con esta división sexual”, plantea Lucía Martínez.
“Es decepcionante ver como un sector de la sociedad considera esta división un valor. En nuestro estudio escuchamos a abuelas alardear de haber comprado una mochila rosa con ositos para la nieta, y una azul con monstruos para el nieto”, comenta Martínez en referencia al estudio de Emakunde.
“Estas diferencias no tienen que ver con la propia fisionomías, sino con las normativizaciones de la sociedad. El problema es que, regalando lo mismo, estás regalando desigualdad”, añade.
Cada año aparecen campañas, en este entorno de machismo imperante, que luchan por la igualdad entre niñas y niños, como lo hacen en BPW Madrid, una red de mujeres focalizada en temas relacionados con las mujeres y el trabajo.
Desde la entidad, aseguran querer “fomentar la igualdad en la compra de juguetes y regalos para la infancia durante las navidades”. Uno de los objetivos principales de la campaña es incitar a los niños y las niñas a jugar con los mismos juguetes para que no asuman roles diferenciadores en el trabajo y en la vida cotidiana.
A pesar de todas las campañas “contrahegemónicas” vemos la perpetuación del sexismo cada año. Así lo afirma González: “el paso hasta el cambio social requiere de más tiempo, mayor apoyo legislativo, institucional y, sobre todo, educativo. Se trata de provocar cambios de mentalidades y formas de socialización con un fuerte peso en nuestra identidad”.
“Es evidente que los juguetes plantean desigualdades en lo que respecta al ocio. Y son las niñas las que salen más paradas porque los juegos que se proponen inciden en lo que el patriarcado espera de ellas: estar paradas, ser princesas”, advierte Lucía Martínez.
El patio del colegio es, para ella, reflejo del dominio del espacio público en la adultez, ya que “los niños están educados en el no sedentarismo, ocupando gran parte del espacio de recreo. Las niñas son relegadas a un espacio reducido, a hacer collares con cuentas de colores, que será el lugar de la sociedad que ocupen de por vida”, cree.
Este tipo de pensamiento se encaminan a “la sociedad que reafirmamos cada vez que tomamos una decisión que no es igualitaria”, concluye.
Fuente: Cimac noticias