El año pasado no fue fácil para nadie, desde rompimientos de parejas, divorcios, algún familiar hospitalizado, bajaron ingresos dentro de los hogares, las empresas bajaron sus ventas, en resumen, fue un año malo porque se trataba de un año bisiesto, o al menos ese es la creencia de muchas personas.
Para este año se visualiza un año mejor, lleno de positivismo o al menos esa es la percepción de la mayoría de los mexicanos con un poco de más optimismo muy a pesar de los incrementos del combustible.
Aun así, con toda la esperanza que se puede tener al inicio de cada año, sucede algo tan cíclico con la mayoría de los mexicanos que es el recurrir a las casas de empeño para hacerle frente a la cuesta de enero y los gastos por las fiestas decembrinas que la mayoría busca la manera de tener dinero rápido que recurre al empeño de objetos de valor.
Y es normal en nuestro país ya que con la llegada de éste nuevo año en donde la situación económica no mejora, los precios de la canasta básica y prestadores de servicio “dizque” vigilados por las autoridades siguen en aumentos y el súper dólar continua al alza, hace que el panorama que se vislumbra tan positivamente para este 2017, motivo por el cual cada vez la gente es más recurrente a tener que deshacerse de sus cosas, pedir un préstamo a amigos o familiares.
Pero una vez agotado los recursos no tienen de otra más que ir a tocar las puertas a las casas de empeño en donde todo mundo ya sabe que es lo que sucede en esos lugares: Abusos, agiotistas y objetos robados.
Aunque en casos como el de Coahuila, ya existe una legislación que establece normas y candados para evitar que en las casas de empeño se abuse del cliente que acude a empeñar sus cosas de valor, principalmente luego de la temporada decembrina y la cuesta de enero.
En el resto del país ese tipo de negocios se dedica a explotar a los más pobres, porque ofrecen un préstamo mayor por lo que se está entregando, pero un interés mucho más alto.
Este tipo de negocios están proliferando de manera importante en Coahuila y en el resto de país, obteniendo ganancias mensuales por el valor del objeto empeñado del orden del 6 al 8 por ciento, esto solo en el caso específico de la joyería.
Se trata de negocios que todo el año hacen su agosto, porque ante la desesperación de la gente por contar con dinero, luego de que lo gastaron todo en la navidad, pago de tenencias en aquellos estados en donde todavía se cobra o bien el predial entre otros impuestos o simplemente para vacaciones durante el año, se aprovechan explotando a la gente como en aquellas viejas tiendas de raya que existían en la época de los hacendados.
La mayoría de las ocasiones ya saben los dueños de las casas de empeño que sus dueños ya no van a regresar a pagar o reclamar por aquellas piezas de joyería de las cuales fueron valuadas a muy bajo costo, pero es ahí donde está el negocio jugoso dejándoles grandes ganancias económicas, después de mandar fundir la pieza para poderlas vender a un precio más alto en el mercado.
Aprovechándose de la pobreza e inclusive en muchos de los casos de la ingenuidad de las personas, es como las casas de empeño son negocios con mucha prosperidad.
Tan seguro tienen su mercado que saben que a la gente le llega su aguinaldo, sus ahorros del año, teniendo dinero en las manos siendo fácil gastarlo en cosa que ni siquiera necesitan, y al poco tiempo se les acaba el poder adquisitivo y no tienen más a donde recurrir que a las casas de empeño.
El problema de esos establecimientos es que prácticamente ahorcan a las personas, porque el grueso de la gente ya no puede recuperar lo empeñado por las altas tasas de interés y eso es lo que aprovechan los dueños de esos negocios.
Hoy en día las personas empeñan de todo, desde un teléfono celular hasta la televisión de pantalla plana que apenas disfrutaron unos cuantos meses y de la que estaban muy ilusionados. Habrá quienes han pensado ante la desesperación de querer empeñar a la mujer o a la suegra.
Es importante mencionar que desde el año 2005 que en Coahuila se cuenta con la ley que regula las casas de empeño, y de acuerdo a la misma en materia de préstamos la legislación local solo autoriza el otorgar préstamos de hasta por 2 mil 500 salarios mínimos.
Así mismo, la legislación establece que ese tipo de negocios no podrá cobrar más del 2.5 por ciento mensual y en lo relacionado al contrato de prenda, esto está regulado por el Código Civil de la entidad.
Por todos esos abusos, es o no correcto que la frase cotidiana, al menos éste mes de enero, sea la de “feliz año 2017”. ¿Para quién?, claro para los prestamistas, agiotistas y en general para todos aquellos que amedrentan y roban aprovechándose de la necesidad del prójimo. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org