Moscú, 14 feb (PL) Moscú buscó hoy en su escaparate climático su más largo vestido de novia, al teñirse de blanco con unas de las nevadas más intensas de los últimos años que dejó de todo a su paso.
La fuerte nevada apenas permite ver a más de cuatro metro de distancia y ello lleva a la larga serpiente de unos cuatro millones de autos en esta capital a ir con más calma y esperar pacientes en los atolladeros.
Solo una noticia brinda optimismo: en medio de esta intensa nevada, el termómetro queda por encima de los menos cinco grados, sin tener que pasar por los casi menos 30 que habitualmente sufren los moscovitas en esta época del año.
En esta capital, solo en las últimas 48 horas cayó el 10 por ciento de la norma de nieve del mes, es decir, casi cinco milímetros de 36 previstos, según el servicio de meteorología.
Tales parámetros se traducen en casi 30 centímetros de altura de la nieve acumulada en aceras y calles de esta ciudad, en medio de fuertes vientos.
Un anticiclón venido de la región de Arjangelsk promete dejar aquí «calor» de casi tres grados por encima de cero, casi ocho por encima de la norma para esta época del año.
La subida sobre cero grado convierte en el transcurso del día a la nevada en casi una precipitación de aguanieve, para dar más trabajo a los servicios comunales que deberán luchar por evitar la formación de hielo en el suelo.
Por esta fecha se incrementan los casos de traumatismo por las caídas en medio de los malabares de muchos de los casi 13 millones de habitantes de esta urbe, de los cuales nueve millones utilizan el metro como medio de transporte.
La nevada obliga a poner en función a un ejército de casi mil vehículos especiales para recoger nieve y distribuir sustancias anticongelantes en avenidas y aceras.
Moscú aparece como una novia complicada cuando se viste de blanco y deja atrás una estela de desafíos para el movimiento humano y el transporte vehicular.
Moscú se viste de blanco
Por Antonio Rondón García