Panamá, (PL) Estudios realizados por ONU-Mujeres revelan que uno de los principales obstáculos para lograr el empoderamiento laboral femenino es el tiempo (más del triple) que ellas dedican al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados.
Estimaciones de esa organización refieren que superar las brechas de género en el mercado laboral podría incrementar en 14 por ciento el Producto Interno Bruto per cápita en la región.
Sin embargo, la tasa de participación laboral femenina es 26 por ciento inferior a la masculina y el desempleo, 50 por ciento mayor, al tiempo que ganan como promedio 19 por ciento menos que los hombres, diferencias que suelen ser superiores entre las jóvenes, afrodescendientes e indígenas.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, cerca del 10 por ciento de la población de la región es indígena y, junto con los afrodescendientes, presentan los peores indicadores sociales y económicos como muestra la alta mortalidad materna.
Ante esta realidad, el Parlamento Latinoamericano y Caribeño, con sede en la capital panameña, acogió recientemente el foro regional que sobre el empoderamiento económico de las féminas sesionó previo a la 61 Comisión Jurídica y Social de la Mujer, que tendrá lugar del 13 al 24 de marzo en Naciones Unidas, Nueva York.
Entre los temas más debatidos durante el proceso de negociación sobresalen los relacionados con los derechos sexuales y reproductivos, diversidad sexual e identidad de género, pues no en todos los países de la región se manejan de igual forma y su enfoque depende de los sistemas políticos y avances en esta materia.
No obstante, «se logró entender la necesidad que tiene la región de avanzar en los temas que nos unen como países y en lo que resulta importante hacer desde el Estado y el Gobierno para impulsar más la participación femenina», aseguró Yanira Kuper, secretaria de la esfera de Relaciones Exteriores de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
En entrevista con Prensa Latina, la miembro del Secretariado Nacional de la organización femenina, elogió la posición común alcanzada en un contexto tan adverso, donde contribuir a la consolidación de esta unidad desde la visión de las mujeres y de género, de cara a las políticas imperiales de dominación, resulta una necesidad en la región.
El encuentro, además, permitió intercambiar experiencias para ver cómo en América Latina y el Caribe «logramos que el empoderamiento de la mujer responda a los intereses, necesidades y derechos de estas como seres humanos plenos», precisó.
La funcionaria resaltó que el documento final, cuyo contenido forma parte de las conclusiones, también reconoció los acuerdos y la declaración especial sobre el empoderamiento de la mujer, adoptada en enero último durante la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, celebrada en República Dominicana.
Otro de los asuntos ampliamente debatidos fue el trabajo doméstico, la corresponsabilidad de las tareas al interior de la familia, la necesidad de distribuir adecuadamente los roles entre hombres y mujeres para que estas tengan más posibilidad de trabajar y acceder a diferentes niveles de toma de decisión.
Kuper también se refirió a la necesidad de perfeccionar el trabajo de prevención y atención en torno a la violencia de género, «de manera que las mujeres sean capaces de contar con los mecanismos y acciones correspondientes para enfrentar este flagelo, que a nivel regional crece, sobre todo en países de Centroamérica y Suramérica».
Aseguró que el reclamo de igual salario por trabajo de igual valor con respecto a los hombres continúa siendo una demanda en estos escenarios, donde el establecimiento de presupuestos de género para los mecanismos nacionales en pos del avance de la mujer resulta una necesidad imperiosa.
Por último, expresó que el foro regional, acaecido recientemente en Panamá, hizo un llamado a lograr información estadística confiable desagregada por sexo para hacer valoraciones más profundas sobre las desigualdades de género que existen actualmente en el mercado laboral.
Una realidad que en el caso de Cuba exhibe un camino andado en relación con sus derechos, igualdad de salario por igual trabajo con respecto a los hombres y la incorporación a tareas y niveles en la toma de decisiones, de ahí que representen un alto por ciento en la fuerza laboral activa del país.
Kuper afirmó que lograr una plena cultura de la igualdad en lo privado y estatal constituye en los últimos cuatro años uno de los objetivos esenciales de la FMC, organización que busca fortalecer la labor de las estructuras de base, pues es ahí donde radica la esencia del trabajo.
«Cuba se ubica entre los primeros lugares del mundo en participación social de las mujeres, lo cual no quiere decir que todavía hayamos logrado transformar la conciencia, la subjetividad y la relación de poder entre lo masculino y femenino, sobre todo al interior de la familia», expresó.
Pese a ello, las mujeres en la isla caribeña representan el 46 por ciento de las dirigentes, el 66 por ciento de la fuerza técnica y profesional y el 48,4 por ciento de la representación parlamentaria, cifra esta última que las ubica en el cuarto lugar a nivel mundial.
Como expresara la directora general del Instituto Nacional de la Mujer en Panamá, Liriola Leoteau, garantizar un mundo sustentable, exige tomar conciencia de las diversas formas de discriminación que impiden a millones de mujeres participar con justicia social de los beneficios de su trabajo y de una equitativa distribución de las riquezas.
«Nos urge establecer estrategias efectivas para derribar las múltiples barreras que impiden la participación efectiva de las mujeres en la toma de decisiones sobre las políticas económicas, fiscales y macroeconómicas de nuestros países», concluyó.
Igualdad de género y laboral, una deuda por saldar
Por Nubia Piqueras Grosso