Por Guillermo Robles Ramírez
Cuando me han preguntado si alguna vez tuviera la oportunidad de regresar al pasado de mi vida; en qué momento escogería y mi respuesta siempre ha sido la universidad.
A manera personal considero que es una de las mejores etapas de la vida como adolescente, ya que por un lado eres adulto, pero sin la responsabilidad social de mantener una familia o preocupado con las problemáticas diarias ya que no tienes ese contacto fuera de esa esfera universitaria.
Es una etapa de tu vida en donde eres una esponja en donde absorbes todo tipo de ideas, pues es ahí en donde el bombardeo de conocimientos, culturas, opiniones, y enseñanzas que los catedráticos le dan a los alumnos para esa formación de todo buen egresado.
La universidad proporciona todas las herramientas de conocimiento para resolver problemáticas que se presente en tu vida profesional. Cuando se está en la universidad tienes esa gama de opciones en la vida, de positivismo, seguridad en ti mismo, que una vez que sales en busca de trabajo realmente sales con esa aura de triunfo y éxito.
El despertar de los recién egresados en donde aparentemente nunca se les enseña que existen dos mundos totalmente opuestos, en donde quedan decepcionados en su viacrucis para conseguir empleo.
De unos años a la fecha el conseguir trabajo se ha complicado para los profesionistas pese a que se han abierto miles de nuevas plazas en los últimos tiempos. Sin embargo, todo indica que la mayoría de los posibles empleos dependen de la industria automotriz y la exportación de esta actividad es un vaivén, porque siempre estará sujeto a las problemáticas que se vivan en EU, es decir, si todo marcha bien en las exportaciones de sus productos se mantienen abierta las plazas para dejar abierto sus armadoras, y lo mismo sucede con los diferentes rubros de las inversiones extranjeras.
Muy apenas llega treinta por ciento de los profesionistas egresados a encontrar trabajo en los primeros seis meses en su especialidad, y el resto pasan hasta un año o más para dedicarse a otro tipo de actividad totalmente distintas a las que deberían estar haciendo. Solo por mencionar un ejemplo de ello son los egresados de la licenciatura de comunicación sin importar de qué universidad venga, todos ellos son considerados dentro de las empresas sinónimos de agentes de ventas.
Es por es muy común encontrarse a ingenieros agrónomos en educación, administradores, sociólogos, sicólogos, entre otros, efectuando otro tipo de labores o bien la complejidad para poder iniciar un negocio propio y la exhaustiva burocracia y pagos de impuestos los obligan a abrir una taquería por ser más rentable que el comercio formal o bien se auxilian como taxistas de “Uber”.
Es considerado ya como un problema social del que se habla mucho y se culpa factores externos, pero no se actúa poco, porque no figura dentro de las agendas políticas, pero no deja de ser problema social.
Es muy fácil argumentar que es urgente un diagnóstico, pero difícil hacer una acción nacional porque son pocas las facultades o universidades en donde no se cubre la necesidad de los jóvenes o más aun verdaderas carreras que ocupe el país pues de nada sirve abrir una carrera cuando no existe demanda para los egresados.
Ni la autoridad educativa como lo es la Secretaria de Educación Pública quien es la que rige las ofertas educativas nacionalmente se preocupan en una verdadera planeación para que hagan carreras a la medida de las necesidades que requiere el país.
Y por otro lado la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Enseñanza Superior tampoco hacen lo suyo, es decir, no están haciendo un plan de estudio para que los profesionistas salgan con un trabajo seguro por medio de convenios con la iniciativa privada, es decir, los empresarios. El conformismo de abrir solamente instituciones superiores sin muchas opciones reales para los futuros universitarios en donde el objeto de las mismas es solamente hacer negocio igual como si se tratase de cualquier ferretería, tianguis, o tiendas de abarrotes para ofertar todo lo que tienen.
Las famosas orientaciones vocacionales tienen muy poco criterio y seriedad para saber guiar a los jóvenes a que seleccionen una carrera que tenga demanda laboral, haciendo todo lo contrario, es decir, se les orienta a que escojan una carrera de las ofertadas por las mismas universidades para mantener abierta una plaza de profesores o mantener el negocio de la institución educativa.
Tampoco se trata de abrir carreras diferentes o poco comunes para que se digan que hay algo distinto, pero sin haber hecho un estudio de campo, en donde efectivamente se requiere dicha carrera, por ejemplo, hay estudiantes interesados en recibirse como físicos teóricos siendo difícil encontrar trabajo en una región que predomina la industria.
Es necesario ayudar a las futuras generaciones en orientarlos para que no elijan carreras con nombres rimbombantes que solo sirven para deslumbrar a los futuros profesionista, porque suena curioso o diferente el nombre de la carrera, pero solo deja eso un simple nombre, un título más que quedará colgado en la sala de la casa de los papás.
En la actualidad ya no se puede decir que el estudio garantizaba el trabajo, pero tampoco se trata de decir que no se estudie nada, sino hay que hacer conciencia de que los jóvenes tienen que preparase para hacer algo en la vida pero bien orientado hacia una profesión prometedora y realista para evitar la frustración al no conseguir empleo una vez como egresado de cualquier institución educativa. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org