Por Roberto Salomón
La Habana, 18 abr (PL) Aunque Latinoamérica y el Caribe es hoy una de las principales regiones productoras y exportadoras de alimentos, el hambre es aún en el área un problema por solucionar, según una fuente de la FAO.
Si bien sus indicadores en la lucha contra ese flagelo han sido positivos en los últimos cinco años, es terrible que persistan índices de hambre y desnutrición, dijo a Prensa Latina, Jessica Casaza, coordinadora del Proyecto Regional de Fortalecimiento de Políticas Agro-ambientales de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Resolver el problema del hambre está relacionado con la distribución de los alimentos, pues se producen más que las demandas actuales, pero también con la necesidad de generar incentivos de fortalecimiento de la agricultura familiar, urbana y periurbana, consideró la funcionaria.
Casaza, quien presidió un taller regional efectuado en la capital conjuntamente con directivos de los Ministerios de Agricultura y Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, aseguró que sólo con medidas que preserven este último aspecto se puede avanzar en la seguridad alimentaria.
Esta zona geogáfica tiene destacada relevancia en términos de disponibilidad de tierra agrícola, bosques, recursos pesqueros, agua y biodiversidad.
Basta señalar que representa el 15 por ciento de la superficie terrestre, recibe el 30 de las precipitaciones y genera el 33 del volumen de agua del mundo.
La coodinadora regional de la FAO argumentó en ese sentido que el Proyecto se sustenta en que hay que alimentar a una población que sigue creciendo -actualmente es de 600 millones de personas y se espera llegue a 800 millones en 2050-, lo cual requiere adecuado uso de los ecosistemas y de conservación de suelos, agua y bosques.
Es fundamental -agregó- que de la misma forma que Latinoamérica y el Caribe alcanzó la meta de lucha contra el hambre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, logre los fines incluidos en la Agenda del Desarrollo Sostenible hasta el 2030.
La obesidad -añadió- es otra de las dificultades de la malnutrición que afectan el área e implica una modificación de la conducta sobre qué se produce y come.
En el contexto agroambiental estamos generando un cambio de paradigma, enfocado a una producción sustentada en la conservación de los ecosistemas, recalcó Casaza.
Al respecto explicó que el Proyecto, denominado Fortalecimiento de Políticas Agro-ambientales de la región a través de Diálogo e Intercambio de Experiencias Nacionales (GCP/RLA/195 BRA), firmado en la Conferencia Río más 20 con el Ministerio de Medio ambiente de Brasil, busca servir de base a los políticos en la toma de decisiones sobre las estrategias públicas agroambientales.
Este Programa, que nació en 2012 y al que Cuba se sumó en 2014, lo integran hasta la fecha además Colombia, Costa Rica, Chile, México, Nicaragua, Panamá y Paraguay.