La Habana (PL) El alerta del alfabetizador Jorge Suárez les salvó las vidas a Ángel Fernández Vila y sus compañeros, quienes se dirigían, en cantidad reducida y equipados solo con algunos fusiles, hacia donde se encontraban atrincherados los invasores de Playa Girón.
El entonces joven educador y el destacado revolucionario Fernández Vila, participante en la lucha clandestina durante la Revolución, coinciden en que su confrontación con la fuerza invasora hubiera sido un riesgo mortal, a pesar de que todos sus compañeros iban con la máxima disposición combativa.
Quien también había fungido como segundo jefe de Radio Rebelde en la Sierra Maestra y participante en la toma de Palma Soriano y del Cuartel Moncada, había sido designado por Fidel Castro como jefe de las obras en la ciénaga en la Zona de Desarrollo Agrario de Aguada de Pasajeros, donde el 17 de abril se encontraba enfermo.
La historia contada por Suárez, miembro de las brigadas Conrado Benítez con el carné 109004 y nativo de Güira de Melena, se refiere a momentos de gran tensión, entre ellos los relacionados con la forma en que atravesó la ciénaga el grupo al cual se unió hasta llegar al central Covadonga.
En aquel ingenio azucarero un teniente del Ejército Rebelde interceptó a los jóvenes educadores: «¿Ustedes son alfabetizadores?» Sí, le respondimos. «Pues móntense en ese vehículo», dijo señalando a varios metros un Jeep viejo y sin capota, a lo que agregó: «Porque se tienen que ir para Aguada de Pasajeros».
No obstante aquella orden, el día 19 de abril, luego de varios intentos, él y otro compañero, que buscaba a su padre entre los milicianos, lograron arribar a Playa Girón «en el momento en que termina la tarde y comienza la noche». Allí durmió debajo de un camión y al otro día pudo ver «el barco humeante al que Fidel le disparó con el cañón de un tanque de guerra».
Mas, cuando se disponía a regresar hacia La Ceiba, a la vivienda del campesino Francisco Ricarde, se encontró con varios alfabetizadores que habían permanecido en casas de monte adentro y habían retornado a Girón, donde los concentraron para mandarlos hacia Aguada de Pasajeros. Concluye diciendo que de nuevo lo enviaron para el pueblo. Fernández Vila cuenta , por su parte, que la brigada invasora, organizada y entrenada por la CIA, la componían cinco batallones de infantería, uno de armas pesadas y otro motorizado; una compañía de tanques y otra de jefatura y servicios; seis barcos para el transporte del personal; y armamentos y abastecimientos, protegidos por unidades navales de Estados Unidos.
Aquellas fuerzas, con un volumen desproporcionadamente grande de equipos, armamentos y municiones, no fueron capaces de resistir la heroica contraofensiva del pueblo y resultaron derrotadas en Playa Larga y Playa Girón. Añade que también se abatieron once de los treintaidós aviones de los atacantes.
Sobre el teatro de operaciones, explica que el gobierno cubano había desplegado una de sus mayores obras en aquel territorio, con el fin de liberar a los carboneros y leñadores del infierno de explotación a que los habían sometido, durante años, los latifundistas que se habían apropiado ilegalmente de las tierras de la Península de Zapata.
El municipio de Aguada de Pasajeros, que incluía el territorio de la península, contaba con unas 25 mil caballerías de tierras cultivables, de las cuales solo 273 caballerías, que representaban el 1,15 por ciento, estaban en manos de pequeños agricultores, en calidad de precaristas, aparceros, arrendatarios y pequeños colonos.
Desde antes de la invasión, la Revolución aplicaba allí la recién aprobada Ley de Reforma Agraria, mediante la cual estaban en proceso de expropiación en el municipio, en beneficio de los campesinos y de las cooperativas y granjas estales, más de 23 mil caballerías.
Sus grandes poseedores, desde el exilio en los Estados Unidos, apoyaban la invasión y algunos de los más poderosos integraban el gobierno contrarrevolucionario que esperaba ser trasladado a Cuba tras el presunto éxito de la invasión. Cumplía asimismo la condición de encontrarse próximo a Escambray, al sureste, donde la CIA había creado y apoyaba bandas de alzados, «que podrían apoyar la invasión o servir de refugio a los invasores en caso de no poderse mantener en la cabeza de playa ocupada», explica el testimoniante, aunque aquellas condiciones habían sido ya neutralizadas, en una primera etapa, cuando la invasión.
En cuanto a la contraofensiva de la victoria, Fernández Vila rememora que el 19 de abril se reunieron en El Helechal tropas de los comandantes Filiberto Olivera, Felix Duque, René de los Santos, Evelio Saborit, Raúl Menéndez Tomassevich, Faustino Pérez, Pedro Miret, Luis Borges, el Capitán Emilio Aragonés y otros jefes de tropas rebeldes.
De pronto vieron surgir un grupo de combatientes en el terraplén próximo: allí estaba Fidel, quien llegó con el presidente Osvaldo Dorticós y de inmediato dijo: «Vamos a dirigir esto con un solo criterio», y rápidamente dispuso la forma en que se realizaría el avance hacia la playa, incluso el orden de los tanques. Sobre ello, agrega que el momento más emocionante fue el de la arenga:
«El enemigo trata de reembarcar y simular ante el mundo que el ataque ha sido una comedia de nuestra parte. ÂíNo permitamos que escape ni uno solo de ellos! ÂíAdelante! ÂíNo nos detengamos hasta llegar a la playa! ÂíSi cae el primero, llega el segundo; si cae el segundo, llega el tercero, pero se llega ahora mismo!».
A lo que agregó: «ÂíQue no se detengan los tanques hasta que las esteras se mojen con el agua de la playa, porque cada minuto que esos mercenarios estén sobre nuestro suelo, entraña una afrenta para nuestra Patria!». Inmediatamente subió a uno de los tanques, sin aceptar recomendaciones en contra de que lo hiciera.
El coronel jubilado, médico en activo y combatiente de la clandestinidad durante la Revolución, con numerosos cargos y condecoraciones, Ángel Fernández Vila, cuenta, como también hace en su libro Por las ideas del Moncada, que ya en la costa se inició el cañoneo para hundir las barcazas de reembarque y alejar las naves de la armada de Estados Unidos.
Agrega que también comenzó la captura y rendición de las unidades enemigas que aún ofrecían resistencia y la búsqueda de las que se habían internado en los bosques y pantanos aledaños. «Cuando ya se contaba con varias decenas de prisioneros», explica, «Fidel se dirigió a mí y escribió en un papel, apoyándose en un yipi:
«A todos los jefes de tropas: Se designa al compañero Vila para que recoja a todos los prisioneros que se encuentran en este momento en Australia, Covadonga, Cayo Ramona, Yaguaramas y demás puntos en los alrededores de la ciénaga a fin de concentrarlos en Playa Girón.»
Posteriormente, «visite al Comandante en Jefe a propósito de la captura de Erneido Oliva, segundo jefe de la brigada mercenaria que se interesaba conversar con él, y Fidel me lanzó una mirada escrutadora y comentó: No sé si eres un mambí, un miliciano, un rebelde o una mezcla de todos».
Acerca de esto concluye: «Él se refería a mi vestimenta, consistente en una camisa azul de mezclilla, un pantalón verde olivo y un sombrero de guano. Así habíamos estado combatiendo en Girón durante aquellos tres días».
Como parte de la Operación Pluto, la CIA trasladó con urgencia al gobierno contrarrevolucionario que había diseñado, en Estados Unidos, hacia la base naval de Opa-Locka, con el propósito de tenerlo listo para enviarlo a la zona que ocuparan los mercenarios, cuando estuviera estabilizada.
Pero en menos de 72 horas, resume Fernández Vila, «fue derrotada la invasión sin que se hubiera podido enviar el gobierno títere a «la zona liberada» y sin haber podido gestionar la intervención de la OEA con el apoyo del ejército norteamericano».
En 1961, el tercer año de la revolución en el poder, Cuba proclamó el 15 de abril su carácter socialista, logró el día 19 el triunfo relámpago de Playa Girón, bajo el liderazgo y la dirección de Fidel Castro en el teatro de operaciones, y declaró el país territorio libre de analfabetismo el 22 de diciembre, campaña que en la Ciénaga de Zapata y el Escambray tuvo dos escenarios estratégicos.
La Operación Pluto había sido derrotada y con la victoria se consolidaron irreversiblemente las bases del socialismo.
Playa Girón, la victoria
Por Ernesto Montero Acuña