Washington, 13 may (PL) La sorpresiva decisión del presidente Donald Trump de despedir al entonces director del Buró Federal de Investigación (FBI) James Comey acaparó esta semana la atención en Estados Unidos, y aún hoy genera noticias y polémica.
Desde la tarde del pasado martes, cuando aparecieron las primeras informaciones sobre la destitución, medios de prensa de todos los formatos se enfocaron en el hecho, sus causas, posibles consecuencias, y en las sospechas de que las razones para dar ese paso no eran las expresadas por la Casa Blanca.
Según anunció entonces la mansión ejecutiva, el mandatario adoptó esa medida a raíz de las recomendaciones del fiscal general y el procurador adjunto, Jeff Sessions y Rod Rosenstein, respectivamente.
Para dar ese consejo al mandatario, los principales jefes del Departamento de Justicia se refirieron a la forma en que Comey manejó la investigación sobre el uso que hizo Hillary Clinton de un servidor de correo electrónico privado cuando era secretaria de Estado (2009-2013).
De acuerdo con ambas figuras, el exdirector del FBI intentó usurpar la autoridad del fiscal general al anunciar públicamente que el caso debía cerrarse sin enjuiciamiento.
En medio del impacto por la inesperada noticia, medios y analistas comenzaron a preguntarse si el verdadero motivo de la decisión de Trump sería intentar influir en la pesquisa sobre la presunta interferencia de Rusia en los comicios de 2016 y una supuesta colusión con su equipo de campaña.
Uno de los numerosos trabajos sobre el tema publicados por el diario The New York Times sostiene que desde el escándalo Watergate, que costó la presidencia a Richard Nixon en la década del 70 del pasado siglo, ningún mandatario había destituido a la persona que dirigía una investigación sobre él.
En el Congreso, en tanto, las respuestas de los legisladores consistieron en el rechazo y las suspicacias de algunos, sobre todo demócratas, pero también varios republicanos; el asombro de muchos otros; y el apoyo de diversos miembros del partido rojo.
Durante los días siguientes llegaron diversas contradicciones en torno al despido, como el hecho de que el propio Trump declaró en una entrevista que la decisión fue totalmente suya y que tenía pensado despedir a Comey incluso sin la recomendación del Departamento de Justicia.
Otro artículo del Times difundido el jueves por la noche avivó la controversia alrededor del asunto, pues relató que en una cena celebrada en enero el presidente presionó al extitular para que le prometiera lealtad, algo a lo que el oficial se negó.
Al día siguiente de divulgarse ese reporte, el jefe de Estado lanzó en su cuenta de Twitter una nueva crítica a los medios de comunicación y se refirió a la posibilidad de suspender las conferencias informativas diarias de la Casa Blanca.
Envió, por otro lado, un mensaje a Comey para advertirle que no filtre información a la prensa.