México, 19 may (PL) Las excavaciones que el Proyecto Templo Mayor realiza actualmente en lo que fue el recinto sagrado de la antigua Tenochtitlán, en esta capital, sigue dando sorpresas con nuevo hallazgo arqueológico.
El equipo del arqueólogo Leonardo López recuperó al pie del Templo Mayor una ofrenda que contiene restos de fauna marina, un disco de oro y el esqueleto de un loco.
A su vez el Museo del Templo Mayor ofrece al visitante la exposición Nuestra sangre. Nuestro color, integrada por 20 piezas de la cultura mexica, la cual muestra el cromatismo en el arte de esa civilización.
«Lo que estamos encontrando es que no sólo las esculturas en rocas volcánicas estaban pintadas, sino también las de otros materiales, como los pedernales, la cerámica y el hueso humano», dijo el especialista al diario El Universal.
Una de las piezas protagonistas es precisamente un cráneo humano que fue decorado y pintado para representar a Mictlantecuhtli, dios de la muerte.
El Templo Mayor era el centro de la vida religiosa del imperio Mexica y uno de los edificios ceremoniales más famosos de su época, ubicado en lo que hoy es el centro de la Ciudad de México.
A lo largo del siglo XX los arqueólogos fueron descubriendo la ubicación exacta del Templo Mayor, cuyos restos habían permanecido ocultos durante cuatro siglos bajo los cimientos de las construcciones virreinales y decimonónicas del centro de la capital mexicana.
Según la tradición, fue construido justo en el sitio donde los peregrinos de Aztlán encontraron el sagrado nopal que crecía en una piedra, y sobre el cual se posaba un águila con las alas extendidas al sol, devorando una serpiente.
Los conquistadores destruyeron el Templo Mayor y con sus piedras edificaron lo que es hoy la Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos de Ciudad de México.