Por Guillermo Robles Ramírez
Siempre lo he dicho y lo sigo sosteniendo que en México lo que sobra son leyes. Uno de los grandes problemas del país no se trata la falta de leyes, normas o reglamentos, porque de ellos existen muchos, siendo que la mayoría de ellos ni siquiera sabemos que existen.
Los más sonados son los que han causado polémica y tema para que se politiquise sirviendo solo para aprovechar cinco segundos de fama en la tribuna. Un ejemplo de ello fue en el 2007 cuando entró en vigor en Coahuila la Ley para la Protección de los No Fumadores.
Una ley al que considero bien intencionada y prometedora ya que solo en el país existen un promedio por encima de los 20 millones de mexicanos fumadores activos.
En un principio, fue motivo de polémicas y discusiones sobre todo sus medidas con respecto a cómo se multaría, cuánto y quién lo ejecutaría, existiendo ese vacío dentro de la ley porque no existían los mecanismos planteados desde un principio, cosa que con el tiempo se fue corrigiendo y muy a pesar de ello hasta el momento nunca se ha aplicado ninguna multa a establecimientos, siendo todo más que puras llamaradas de petate y negocio para servidores públicos quienes cobraban con el ¡uy!..¡uy!..¡uy!..!uy! te voy a multar, y la mayor parte de los establecimientos empezaron a readaptar sus negocios para dividir las secciones de fumadores con las de no fumadores.
En el 2015 ante la omisión de muchos establecimientos públicos la Secretaría de Salud declaró que sancionaría aquel establecimiento para aquellos negocios que no tuvieran divida en dos secciones, es decir, el área de fumadores y la de no fumadores, y obviamente con la aceptación de la Cámara de la Industria Restaurantera.
En efecto una gran parte de estos establecimientos hicieron la división de ambas áreas en donde muchos optaron por reducir la de no fumadores ya que la demanda de los que fuman era mayor, pero otros aprovecharon ampliando más el establecimiento haciendo terrazas tan llamativas que hasta aquellos fumadores pasivos preferían estar ahí por lucir mucho o estar más frescos.
Sin embargo, como todo lo que sucede en nuestro país en donde las leyes, normas y reglamentos es lo que sobra, pero el problema para hacer que se cumplan es que no existe autoridad que tenga el presupuesto suficiente para poder crear cuadrillas de vigilancia para poder aplicar las multas correspondientes para aquellos negocios incumplidores de la “ley antitabaco”.
Al día de hoy es una ley muerta en donde se acabaron los discursos polémicos y que nadie le hace caso. Tan solo basta visitar los antros nocturnos o centros turísticos nocturnos en donde los jóvenes visitan los fines de semana para divertirse y sin hacer distinción alguna sobre nivel social, pero tanto en unos como en otros se permiten fumar dentro de los establecimientos sin tener esa área de división para fumadores y no fumadores.
Mismos establecimientos que fueron “dizque” autorizados por las mismas autoridades municipales, así como de Protección Civil, en cualquier cabecera municipal de Coahuila y cuyos permisos están en orden comenzando con el uso de suelo pero son simples papeles burocráticos ya que 95 por ciento de los antros o centros nocturnos donde asisten la chaviza son bodegones cerrados con pintura negra por dentro y luces para que se vea bonito en donde todos los fumadores activos, hacen de los que nunca han tomado un cigarro en fumadores pasivos.
A los dueños de los antros no les importa la salud de los jóvenes sino solamente el dinero y tanto a la Secretaría de Salud, así como la Cámara de la Industria Restaurantera, se los pasan por debajo del arco del triunfo, al fin y al cabo, solo son unas incubadoras para convertir a un fumador pasivo en uno activo, incrementando así el índice de fumadores en el país. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org